Hay un par de temas importantes a tener en cuenta antes de meternos en materia. En primer lugar, como conductores no podemos confiar ciegamente en los sistemas de seguridad activa en el sentido de que no debemos pensar que, por llevar todos esos dispositivos activos, podemos hacer cosas de cierto riesgo. En segundo lugar, lo mejor de los sistemas de seguridad activa es que no necesitemos que entren en acción.
Sobre el primer punto, es muy fácil entender a qué nos referimos. Circulamos por una autovía cualquiera bajo un aguacero que, no solo hace que pisemos una gran cantidad de agua, sino que además la visibilidad es deficiente. Nosotros llevamos montados ciertos sistemas que previenen los patinazos, llevamos buenos neumáticos, y sin embargo, por prudencia, reducimos la velocidad. Si nos confiamos en exceso, creeremos que el coche es capaz de hacer magia, igual que ese conductor que nos adelanta a una velocidad excesiva. El exceso de confianza nos puede salir caro, con o sin los sistemas de seguridad activa.
Si por desgracia nos encontramos en una situación de posible pérdida de control, existen una serie de sistemas que nos mantendrán lo más seguros posible antes, y durante la pérdida de control.
Justo antes de que perdamos el control
El primer sistema de seguridad activa que nos mantiene en la carretera son los neumáticos. Son tan importantes que sin ellos no podríamos circular, y si los llevamos sin tener las presiones óptimas, y en mal estado de mantenimiento, son totalmente ineficaces y nos pueden poner en peligro. Por eso, el primer sistema de seguridad activa que puede evitar que perdamos el control del coche en un momento crítico, son los neumáticos y su capacidad de adherencia al asfalto.
Si perdemos tracción en cualquier rueda, el siguiente sistema en entrar en acción es el control de estabilidad, o VSC, que junto al ABS tendrá por labor intentar recuperar la trayectoria del coche antes de que sea demasiado tarde gracias a unos sensores instalados en cada eje. Esto significa que, si por ejemplo perdemos tracción en el eje trasero a la entrada de una curva, el sistema de control de estabilidad actuará para recuperar la adherencia en ese eje, y que nuestra trayectoria sea la inicialmente planeada, es decir, trazar la curva sin problemas.
Acabamos de perder el control del coche
Si eso no funciona del todo, es posible que reaccionemos pisando a fondo los frenos, algo que hará que el sistema ABS entre en acción, trabajando para evitar que los neumáticos se bloqueen y que podamos mantener la presión máxima de frenado posible. Es importante que todo el sistema de suspensiones funcione correctamente, y que los neumáticos estén correctamente puestos a punto, tanto con las presiones idóneas, como con el dibujo suficiente para garantizar máxima adherencia.
Si tenemos instalado en nuestro coche el sistema de ayuda a la frenada, en alguna de sus versiones, podemos disfrutar de sus ventajas:
- Si no estamos frenando con la presión adecuada, existe un sistema que es capaz de completar esa presión para garantizar que, en situaciones de emergencia, la presión será máxima. Dicho sistema se denomina BAS, o Braking Assist System.
- Si por alguna razón nos quedamos bloqueados y no somos capaces de reaccionar correctamente, hay sistemas capaces de anticiparse al conductor y frenar de forma autónoma en situaciones que, aunque no se evite una colisión, sí se minimizan sus efectos. Serían los sistemas AEB, Autonomous Emergency Braking.
En caso de que la colisión sea inminente, y que no se pueda evitar, entra en juego un sistema que nos prepara para el impacto: si los cinturones de seguridad están preparados, los pretensores entran en juego para asegurar máxima protección en ese momento de la colisión. Y a partir de ahí, queda todo en manos de los sistemas de seguridad pasiva.