El Green Month que Toyota celebra de forma anual ha servido, una vez más, para concienciarnos sobre que el cambio hacia una movilidad sostenible no es una opción, sino que es imperativo. Vamos a revisar algunos de los aspectos más importantes del Green Month, o lo que es lo mismo, algunas de las acciones que nos acercan un poco más a los objetivos medioambientales.
Y es que, en materia de emergencia climática, todavía existe bastante incertidumbre en torno a lo que implica. Lejos de esa visión algo extendida de que este tipo de acciones esconden motivos interesados, lo cierto es que algunos hechos y sus consecuencias resultan innegables.
¿Por qué vivimos una emergencia climática?
Así, podemos comenzar apuntando a las raíces que nos han llevado hasta esta situación. Desde los inicios de la Revolución Industrial, la actividad del ser humano ha incrementado la aportación a la atmósfera del principal gas de efecto invernadero, el dióxido de carbono (CO2), en 300.000 millones de toneladas. Ha implicado que en solo 200 años (un breve suspiro dentro los 4.543 millones de años de edad del planeta), el CO2 en la atmósfera se haya incrementado en un 27%.
Al contrario de lo que pueden pensar algunos, esta variación sustancial en la composición de la atmósfera acarrea repercusiones complejas a largo plazo. Algunas pueden constatarse en las últimas décadas. Sin embargo (y nunca mejor dicho), solo estamos experimentando la punta del iceberg.
De hecho, el dióxido de carbono no es el único agente responsable de dinamitar el escudo natural que hizo posible que surgiera y se mantuviera la vida en el planeta. El metano, los óxidos de nitrógeno y las partículas en suspensión también contribuyen, en menor proporción, al desbarajuste atmosférico.
¿Qué tiene que ver la automoción con todo esto?
Aunque pueda parecer que el conductor medio tiene una gran responsabilidad dentro de este panorama, resulta una cuestión que va más allá de las emisiones directas que provocan los vehículos.
Para empezar, el transporte es responsable de aproximadamente un tercio de las emisiones de efecto invernadero. En función del lugar del mundo, esa proporción es mayor o menor.
Por ejemplo, en Estados Unidos la movilidad responde del 38 % de las emisiones de dióxido de carbono. Dentro de las mismas, el transporte terrestre privado supone algo más del 58 %, mientras que los vehículos comerciales se quedan en un 25 %. No son datos caprichosos, son estadísticas que fehacientes que el desarrollo y el bienestar industrial han ido ganando a pulso.
Frenar la inercia de ese impulso se ha convertido en un objetivo necesario, pero no carente de complicaciones. Entre los escollos más desafiantes está el hecho de que se trata de un esfuerzo que ha de acometerse de forma global. Es, en este punto, donde puede surgir mayor confusión.
Y es que, pese a que la electrificación resulte un recurso valioso para la descarbonización, avanzar hacia una reducción masiva de emisiones de efecto invernadero no es tan "sencillo" como que los fabricantes sustituyan su oferta de vehículos de combustión por gamas 100% eléctricas.
¿Qué es exactamente la huella de carbono?
Profundizar sobre esta cuestión pasa por analizar la huella de carbono. Es decir, tener en consideración todos los gases de efecto invernadero que acarrea la producción, en este caso, de automóviles. Como decimos, no es tan sencillo como variar el tipo de motorización.
Un ejemplo muy claro lo tenemos con el acero. De media en la industria, cada vehículo "consume" 900 kilogramos de la aleación. Esa aportación del transporte ayuda a que la industria del acero tenga una cuota de aportación de dióxido de carbono a la atmósfera que alcanza el 5% del total de toda la economía en Europa (un 7% en el mundo).
No se trata de demonizar al acero, pero sí que este fenómeno ilustra a la perfección lo que queremos decir cuando hablamos de huella de carbono y lo que supone el término descarbonización. Se trata de una transición estructural imposible de afrontar de la noche a la mañana.
El viaje hacia la descarbonización
Es por este motivo que desde Toyota no contemplan la descarbonización como un objetivo en sí, sino como un "viaje". De ahí el sentido de su estrategia Let's Go Beyond, que trata de aplicar cambios profundidos desde una perspectiva de más allá de las emisiones, restricciones, expectativas y barreras.
El fabricante japonés entiende que combatir el desafío medioambiental pasa por aplicar la coherencia y apostar por la innovación tecnológica en varios ámbitos. Esto explica en buena medida su apuesta multi-tecnológica, basada no solo en el coche eléctrico, sino también en los vehículos con pila de combustible e, incluso, las investigaciones con el motor de explosión a hidrógeno.
Los propios investigadores de la compañía japonesa apuntan a que estamos viviendo una situación de "cuello de botella" con los modelos 100% eléctricos. Esto es lo que señalaba uno de los máximos responsables de Toyota, Gill Pratt, a propósito de este asunto:
Al final, las limitaciones en cuanto a recursos cesarán, pero durante muchos años no vamos a contar con suficientes materiales para las baterías y para la recarga limpia de los modelos 100% eléctricos.
Sobre esto mismo, añadía:
Nos va a llevar décadas acoplarnos y satisfacer las demandas de materias primas, culminar la infraestructura de recarga basada en fuentes renovables y actualizar las redes eléctrica.
Inclusión tecnológica
La estrategia de Toyota con la sostenibilidad intenta ser consecuente con lo que supone la descarbonización. Por eso, sus acciones tienden a la inclusión tecnológica, en lugar de la exclusión.
Con motivo del Green Month, hemos podido ver algunos ejemplos del fabricante que apuntan a que la acción climática empieza en casa. Toyota lleva celebrando esta iniciativa desde 1973 y la ha concretado en la actualidad en seis desafíos transversales para cumplir en 2050 y concentrados en anular el aporte de CO2 en el ciclo de vida, en sus fábricas, ahorrar recursos como el agua o potenciar el reciclaje.
Para esta edición, el fabricante ha querido hacer especial hincapié en esos aspectos que muestran que la descarbonización va más allá de la fabricación de vehículos. Esta vez, se ha potenciado con estas acciones:
- Educar sobre simples gestos ecológicos dentro y fuera del ámbito laboral.
- Hacernos responsables de nuestro impacto ambiental personal.
- Empoderarnos para actuar de forma ecológica en nuestra vida diaria.
Toyota España se ha puesto al día con su huella de carbono
El fabricante este año ha ido un paso más allá en su sede en España y ha analizado su huella de carbono basándose en la escala oficial Greenhouse Gas (GHG) Protocol. El análisis ha arrojado datos de los resultados de su esfuerzo en nuestro país:
- El 99% de la flota de vehículos de Toyota España presenta algún tipo de electrificación.
- La mejoras implementadas en la climatización del edificio sede de Toyota en Alcobendas (Madrid) ha permitido disminuir sus emisiones en un 6,2% con respecto a 2021.
- En la red de concesionarios, y por las buenas prácticas ambientales llevadas a cabo, se han reducido desde 2015 un 39% las emisiones de CO2 derivadas del consumo eléctrico de las instalaciones.
- Igualmente, en los concesionarios se ha llevado a cabo una nueva política de control de residuos, reduciéndose en más de 5.000 kilogramos los envases contaminantes generados.
El Green Month ha servido, una vez más, como iniciativa y a la vez termómetro que nos recuerda de forma anual todos los esfuerzos que la industria de la automoción ha de acometer para afrontar de forma coherente el desafío de la descarbonización.
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