En España tenemos la creencia de que contamos con unos impuestos desorbitados y que, en el caso concreto del coche, somos de los que más tributos pagamos a la hacienda pública. Sin embargo, la realidad nos dice, con los números en la mano, que estamos instalados en un cómodo puesto intermedio en la lista de los países comunitarios que más pagan por tener un coche.
Pero en cualquier caso, discutir si se paga más o menos impuestos que otros países es muy complicado, porque no es ya sólo cuánto se paga, sino también cómo se paga. La unión fiscal es aun sólo una idea en la Unión Europea y los países tienen sistemas tributarios muy diferentes los unos de los otros.
Lo que sí encontramos es que en general los diferentes tributos pueden clasificarse en impuestos por comprar un vehículo (el impuesto de matriculación o el IVA), por poseerlo (el impuesto de circulación u otras tasas anuales) y por usarlo (principalmente, los impuestos sobre el combustible).
Y como veremos, no todos los sistemas tributarios son justos o eficaces.
Dinamarca: ¿Mayores salarios, mayores impuestos?
Uno de los argumentos que se suele esgrimir cuando se habla de los impuestos en los países ricos es que pagan más impuestos porque tienen mejores salarios. Y aunque podría no faltarle algo de razón, lo cierto es que tiene más que ver con el sentido de la honradez que tienen sus ciudadanos y el apego que tienen a su estado del bienestar.
Es el caso de Dinamarca, donde todo el mundo tiene claro que pagar impuestos es invertir en servicios públicos. Los daneses son los que más impuestos per cápita pagan de todos los países de la Unión Europea (un 48%), y cualquiera diría que lo hacen por gusto. Porque realmente sienten que sus aportaciones son revertidos en la sociedad.
Algo así ocurre con sus impuestos del coche. Poseen el impuesto de matriculación más alto de la UE (el famoso 180% que el año pasado fue rebajado al 150%) y un elevado impuesto de circulación basado en el consumo de combustible del vehículo que puede superar los 700 euros anuales. A ello hay que sumarle una tasa verde semestral de entre 35 y 1.200 euros y un “impuesto por peso” que se paga periódicamente dos o cuatro veces al año. Y por si fuera poco, aún tienen que soportar el IVA más alto de Europa (25%) y de los combustibles más costosos (1,52€/L de Sin Plomo 95 y 1,31€/L de diésel).
Esto podría hacernos pensar que comprarse un coche en Dinamarca es algo reservado a muy pocos. Y la verdad es que estos impuestos han ido empujando la demanda hacia el mercado de la segunda mano. Pero lo cierto es que estos tributos han crecido a la par que los salarios, por lo que su influencia real en el nivel de ventas ha sido más bien irrelevante. Y más bien han tenido su influencia en unas mejores infraestructuras y mejores servicios públicos.
Holanda: ¿Mayores impuestos, menos contaminación?
El caso de Holanda es similar al de Dinamarca, aunque sus motivos podrían ser su enconada lucha contra los coches más contaminantes y su apuesta decidida por la bicicleta como forma de transporte en la ciudad.
Así, Holanda cuenta con un impuesto de registro basado en el nivel de emisiones del vehículo, y que puede superar los 12.000 euros. También su impuesto de circulación, el más alto de la UE (desde unos 400 euros a sobre unos 1.600 al año), se basa en el tipo de combustible que utiliza el coche, además de otros factores como su capacidad de pasajeros o su peso.
Tampoco es de extrañar, por tanto, que tenga de los precios de combustibles más altos (1,54 €/L de Sin Plomo 95, 1,28 €/L de Diésel), siendo efectivamente el país de la bicicleta y el tulipán uno donde más caro cuesta mantener un coche.
Portugal: ¿Mayores precios, mayor recuperación?
El caso de nuestros vecinos lusos es por su parte digna de estudio. Y es que Portugal es tras Dinamarca y Holanda el país donde más caro sale comprar un coche, con un coste para el comprador un 14% superior a la media de la UE. Y eso con unos salarios cuatro veces menor que los de los daneses.
La respuesta está en la crisis financiera de los últimos años y que en Portugal fue especialmente lesiva. El país fue rescatado con éxito por la UE en 2011 y 2012, y para acelerar la recuperación económica, el gobierno luso tuvo que realizar algunas privatizaciones y elevar algunos impuestos, entre ellos los de la automoción.
De esta forma, Portugal cuenta con un impuesto de matriculación que puede superar los 6.000 euros, y uno de circulación en torno a los 200 euros anuales, ambos calculados en base al nivel de emisiones del vehículo. También pagan altos precios en el combustible, 1,45 €/L la Sin Plomo 95 y 1,25 €/L el diésel.
Así con todo, no es raro que ciudadanos portugueses vengan a España a comprar sus coches, a pesar de los esfuerzos de las autoridades viales por controlar los vehículos con matrícula española. Y sobre todo, que vengan a nuestro país a repostar; es muy frecuente ver en las gasolineras de las ciudades de La Raya a portugueses llenando el depósito (con ahorros que pueden alcanzar los 14 euros en cada repostaje). Tanto que el gobierno luso está estudiando la posibilidad de abrir cuatro zonas francas de repostaje para transportistas, para que éstos puedan competir en igualdad de condiciones con sus homólogos españoles.
Grecia: ¿Más impuestos, mayor recaudación?
El caso más extremo lo podemos encontrar en Grecia. La llamada Cuna de la Democracia es un país sumido en una espiral de recortes presupuestarios y subidas de impuestos. Y el sector del automóvil ha sido uno de los más gravados, hasta el punto de ser considerado un “artículo de lujo” junto con los yates o los aviones particulares.
Así, Grecia se sitúa entre los estados comunitarios con el impuesto de matriculación más alto, junto a países como Dinamarca, Holanda o Finlandia, pudiendo alcanzar cuotas sobre los 18.000 euros. También es gravoso para el bolsillo de los griegos el impuesto de circulación, que puede superar los 500 euros al año, y que no para de sufrir revisiones al alza.
Con todo, el gobierno de Atenas pretendía recaudar en 2016 más de 1.100 millones de euros por este tributo, pero le está saliendo el tiro por la culata. En los últimos años casi 800.000 vehículos han sido inmovilizados por sus dueños que, asfixiados por los impuestos, han decidido entregar su matrícula para no tener que pagar el impuesto de circulación y otras tasas relacionadas. Con ello, las arcas públicas podrían haber dejado de percibir unos 750 millones de euros.
Y se llega así al extremo opuesto al de Dinamarca, donde la subida de impuesto iba acompañada de una subida de los salarios, y no a la inversa. ¿A que ahora estás más tranquilo con los impuestos que pagamos en España?
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