Identidad propia y acompañamiento al conductor. El Toyota C-HR ha insistido desde 2016 en estos dos valores. Hemos probado al modelo para detectar cómo lo plasma durante la conducción del día a día gracias al aderezo prestacional recibido con el paso de los años.
Con la nueva concepción del Toyota C-HR Electric Hybrid en el horizonte, volvimos sobre la base creada por su primera generación allá por 2016. Al contrario de lo que ha ocurrido con otros modelos, el atractivo del crossover de Toyota ha ido reluciendo aún más con los años.
Sus 4,39 metros de longitud lo han legitimado para todo tipo de ambientes, desde urbanos, hasta para trazados algo más aventureros y alejados de la ciudad. De hecho, este último papel es el que juega en buena medida el acabado GR Sport, que ya pudimos probar hacer unos meses (pero no esta vez).
Aparte del buen gusto estético de Toyota para plagarlo de detalles deportivos en los icónicos negro y rojo GR, su motorización 180H y los ajustes en dirección y suspensión suponen una buena guinda para los más convencidos que puedan permitirse acceder a esta versión superior.
Nosotros, esta vez, nos quedamos en la dimensión algo más relajada que otorga la variante Advance más actual del Toyota C-HR Electric Hybrid, con el consabido motor 125H 1.8 de 122 CV.
Sí, el mercado y la economía están como están y acceder a un coche está más difícil hoy que hace unos años, cuando el modelo se estrenó. Sin embargo, podemos estar ante uno de los SUV que más detalles afinados nos entrega y buen gusto aporta a la conducción. Cuenta, además, con la valía de su motorización híbrida eléctrica autorrecargable, lo que a largo plazo supone cierto alivio para el bolsillo y rebaja el denominado coste total de propiedad.
Y es que, para el tamaño y masa del vehículo (1.495 kilogramos), la mano de Toyota con la eficiencia se nota, incluso por encima de lo que nos tiene acostumbrados el fabricante. Así lo comprobamos nada más ponernos a los mandos del modelo.
Prueba de conducción urbana
Al montarnos, recordamos que estamos ante un modelo al que Toyota se ha empeñado en darle una identidad propia. El diseño de unas llantas de aleación actualizadas con bastante estilo para este acabado Advance, o la proyección del nombre del modelo procedente de los retrovisores, nos lo demostraron a modo de aperitivo, incluso en la oscuridad del parking en la sede de Toyota.
En esta ocasión, nos planteamos someter al modelo a una prueba de conducción más rutinaria y urbana. Sabíamos que entraba dentro de su zona de confort, y no teníamos reparo en comprobar cómo se desenvuelve en estas situaciones.
Nos pusimos en marcha y afrontamos una serie de jornadas de constantes retenciones, de cruzar núcleos urbanos con tráfico, de paso por incontables intersecciones y tránsito por vías rápidas con poca fluidez. Es decir, la esencia del tipo de tránsito de la capital y sus inmediaciones.
El crossover de Toyota se desenvuelve con agilidad en estas situaciones. Nos demostró, una vez más, que su concepción híbrida va más allá de la naturaleza de su motorización. Nos transmitió mucha agilidad gracias al trabajo de Toyota sobre la dirección y la suspensión.
El fabricante ha sabido cómo mejorar el aislamiento de los obstáculos urbanos dentro del habitáculo. En el paso por resaltos o asfalto bacheado, el balanceo es mínimo. Esto, como contrapartida, hace que no transmita si buscamos un tipo de conducción más emocional. Sin embargo, pocas emociones podemos encontrar entre rotondas y atascos.
A la agilidad contribuye de forma básica el empuje de los 72 kW y 163 Nm de par de su propulsor eléctrico. Sin perder las garantías de seguridad, la frescura de la aceleración eléctrica provee otros tiempos para desenvolvernos en situaciones de tráfico denso con más soltura. Incluso, en momentos en los que demandados con impaciencia energía instantánea, la estabilidad y desempeño del vehículo son notables.
Y, por supuesto, tratándose de una motorización híbrida eléctrica concebida e integrada por Toyota, destaca sobremanera por su eficiencia. Lo analizaremos más adelante, pero, como anticipo, diremos que tras más de 200 kilómetros urbanos con una actitud nada eficiente, con aceleraciones persistentes y abusando del climatizador, la media acumulada desde la recogida del coche no superó en ningún momentos los 4,9 l/100 km.
Una breve escapada de montaña
Entre calle y calle, decidimos afrontar una escapada para alejarnos del mundanal ruido y revisar el comportamiento del Toyota C-HR Electric Hybrid con menos tráfico y más curvas y desniveles (y de paso, tomar instantáneas).
Circulamos por las inmediaciones de la Sierra de Guadarrama y el Puerto de Navacerrada. No es que se trate de un trazado excesivamente exigente, dado el buen firme y la amplitud de la vía. Fue suficiente para desahogar a un SUV que presenta sus pros y contras en estas circunstancias.
Volvimos a percibir las ventajas de contar con un centro de gravedad especialmente bajo, lo que repercute en nuestra capacidad para controlar el coche. Algo más apurado y agitado notamos el trabajo de la transmisión a la hora de salvar pendientes pronunciadas, en especial, a la salida de curva. Al exigirle más de la cuenta recordamos que estos lances son más idóneos en la versión 180H GR Sport.
En los descensos, la opción "B" al final del recorrido de la palanca nos permite retener y abusar algo menos de la frenada. Conociendo bien el e-CVT y habiendo rodado ya con el Toyota C-HR, podemos calcular con más precisión para optimizar la eficacia de la regeneración. De hecho, el ajuste de la retención es otro de los apartados en los que el modelo parece contar con una sensibilidad especial y acertada.
Viaje al centro del Toyota C-HR
Entre las críticas que más ha recibido el modelo, muchas van a parar a la habitabilidad y el espacio de la segunda fila de asientos. Es el coste de su diseño rompedor de semi-coupé.
Con todo, a nosotros nos volvió a dar la impresión de que muchas de esas críticas llegan cargadas de cierta injusticia. En primer lugar, el modelo no aspira a ser un coche familiar total que albergue tres sillitas infantiles. De hecho, nosotros hicimos la prueba e instalamos dos durante un par de jornadas.
Salvo por la apertura de las puertas, a la que añadiríamos algún grado más, el espacio sobrante en la segunda fila es más que suficiente y, destaca con más amplitud, por ejemplo, si pensamos en una opción anterior más compacta y recatada, pero con presencia SUV, como la del Toyota Yaris Cross.
Si queremos hacerlo familiar (porque sí), el Toyota C-HR puede desempeñar el rol con creces para familias de tres miembros, y con no tantas florituras en ciertos momentos de las vidas de familias de cuatro miembros que necesiten atestar de carritos de bebé y otros bartulos infantiles los 377 litros de un maletero con un acceso no tan gentil, si lo comparamos (una vez más, injustamente) con el del Toyota RAV4.
La misión es acompañar a la conducción
Situando en la segunda fila de asientos su límite natural, lo cierto es que en la primera fila de asientos encontramos el verdadero valor de un habitáculo que arropa a la conducción.
Y es que este es el gran mérito del Toyota C-HR que pudimos comprobar a lo largo de los kilómetros que recorrimos en urbano. Su interior acompaña al conductor en la misión de ofrecerle las máximas garantías de comodidad a bordo.
Está por ver si el el panel de instrumentos, gobernado por sus particulares esferas analógicas y la pequeña pantalla digital central, sobrevive a las tendencias de digitalización total en su siguiente generación. A nosotros, nos pareció, de nuevo, un diseño que complementa la esencia del modelo y aporta sencillez al conductor.
La que se ha puesto al día en la línea de los últimas actualizaciones de Toyota es la pantalla central de 8 pulgadas, con la última versión del sistema de infoentretenimiento de Toyota, esa que se plasma en un diseño con una única ruedecilla en la base izquierda.
La interfaz en este acabado incluye varios servicios online que son de agradecer, entre los que encontramos información precisa sobre navegación y el tráfico. En ciudad resulta útiles. Igualmente, hay que mencionar el despliegue de los altavoces JBL con la posibilidad de gestionar algunas características acústicas.
La sensación de acompañamiento a la conducción se consolida con unos asientos que nos envuelven. Eso sí, en la consecución de un ambiente algo más premium, ayudaría a este acabado Advance automatizar de forma electrónica los ajustes, en especial, añadir el buen detalle de la regulación del ajuste lumbar.
Identidad interior propia
Dentro de la galaxia identitaria y acogedora del Toyota C-HR, también nos topamos con molduras de relieve geométrico y otras más suaves y blandas, agradables al tacto; una angulación muy específica de los controles del climatizador o un diseño propio de los botones en el volante. A nosotros, este interior nos pareció que hacía la experiencia más cercana, directa y accesible.
Eso sí, si estamos acostumbrados a los puestos de conducción de Toyota, hay que mencionar que en su afán por tener identidad propia el Toyota C-HR Electric Hybrid varía parte del posicionamiento de la botonera. Nada que no remediase la costumbre tras media docena de trayectos.
Sí que al principio echamos de menos una prestación que ya percibimos en otras ocasiones. En la base de la palanca, contamos con un botón para activar (cuando se deja) el modo 100% eléctrico; el botón con la función hold o la desactivación del ESP; sin embargo, carece de un botón específico para el cambio de modos de conducción. Nos toca hacerlo desde el menú del panel de instrumentos.
Lo cierto es que, y esto es una impresión extremadamente personal, esta circunstancia nos invitó a conducir el modelo, más que nunca, en modo 'Normal', sobre todo durante la prueba en urbano. Nos resulta más dinámico en la entrega o, incluso, en la activación del motor eléctrico, que el modo ECO.
Mientras, el modo 'Sport' eleve el techo de la entrega electrónica que gobierna el e-CVT, pero en situaciones de conducción rutinaria puede que no nos aporte tanto, partiendo de que hay que activarlo navegando a propósito para ello.
Asistencia electrónica con bastante sensibilidad
En nuestra prueba, nos dio la impresión de que Toyota ha estado trabajando con los sensores. Nos parecieron de una sensibilidad superior a lo que estamos acostumbrados.
A la hora de movernos en aparcamiento subterráneos, o en situaciones de tráfico urbano con espacios reducidos, la sensibilidad de las alertas y la nitidez de la cámara de visión trasera se descubren bastante perfeccionadas.
Lo mismo ocurre con el sistema de mantenimiento en carril o el anti-colisión. Parece que se han concentrado en elevar de forma especial la precisión de estas tecnologías que intervienen con asiduidad si lo permitimos.
Nosotros lo notamos al estacionar. Al tratar de forzar mínimamente para comprobarlo, el sistema evita que toquemos los coches que nos rodean, deteniendo la marcha al instante y advirtiéndonos en la pequeña pantalla del panel de instrumentos.
Con todo, no nos resultó demasiado invasivo, todo lo contrario. Ahora bien, sí que en una ocasión, al incorporarnos a una autovía sin activar el intermitente como es debido, el sistema de mantenimiento en carril mostró una actitud más exigente de lo que nos tiene acostumbrados y ejerció algo más de resistencia a la maniobra.
Prueba de consumo del Toyota C-HR
Por último, resumimos el apartado de eficiencia en nuestra prueba con el ya clásico cuadro resumen de los trayectos más representativos cuyos datos fuimos anotando:
TIPO DE RECORRIDO |
DISTANCIA (KM) |
MODO DE CONDUCCIÓN SELECCIONADO |
% MODO ELÉCTRICO |
¿A/C ACTIVO? |
CONSUMO (L/100 KM) |
---|---|---|---|---|---|
Interurbano/Urbano |
83,7 |
ECO |
61% |
No |
4,9 |
Urbano |
5,3 |
Normal |
82% |
No |
2,8 |
INTERURBANO/URBANO |
4,2 |
Normal |
67% |
Sí |
5,6 |
INTERURBANO/URBANO |
14,7 |
Normal |
64% |
Sí |
4,5 |
URBANO |
7 |
Normal |
74% |
No |
3,5 |
Interurbano/Urbano |
6,5 |
Sport |
56% |
No |
6,8 |
URBANO |
5,2 |
Normal |
58% |
No |
4,2 |
Urbano |
7,8 |
Normal |
70% |
Sí |
4,6 |
URBANO |
5,1 |
Normal |
63% |
Sí |
4,0 |
INTERURBANO/URBANO |
4,5 |
Sport |
61% |
Sí |
6,7 |
INTERURBANO/URBANO |
13,3 |
Normal |
36% |
Sí |
5,6 |
URBANO |
6,6 |
Normal |
73% |
No |
2,3 |
INTERURBANO/URBANO |
12,3 |
Normal |
56% |
Sí |
4,3 |
INTERURBANO/URBANO |
15,8 |
Normal |
59% |
Sí |
4,4 |
Interurbano/autovía |
49,3 |
Normal |
55% |
No |
3,6 |
Como se puede comprobar, el intervalo de consumo se puede acercar a los 7 l/100 km si nos ponemos muy exigentes o en trazados con mucho desnivel positivo; o podemos bajar incluso de los 3 l/100 km si nos ponemos eficientes y las condiciones son propicias.
Lo que destaca, una vez más, es la capacidad para ahorrar con los consumos y cómo la eficiencia del modelo nos lo pone muy fácil. La media lograda de consumo, con una distancia total de algo más de 400 kilómetros, se quedó en 4,6 l/100 km, lo que está unos decilitros por debajo de su consumo medio homologado.
Se notó que más de la mitad de esa distancia la hicimos en urbano, donde podemos sacar más partido de la activación del motor eléctrico.
Una vez más, el Toyota C-HR nos confirmó sus diversas habilidades para acompañar a la conducción y que persisten desde su lanzamiento. Continúa siendo una valor cada vez más al alza en el más disputado de los segmentos.