Frente al tradicional cambio manual mucho más arraigado y conocido por los conductores en nuestro país, el crecimiento de las ventas de coches con cambio automático es una realidad. La comodidad por una parte y sencillez en la conducción por otra, han supuesto que muchos conductores opten por este tipo de cambio.
La mayoría de los conductores que lo prueban quedan convencidos y algunos ya “no quieren volver” al cambio manual. El cambio automático es un ejemplo de la contribución de la tecnología para liberar al conductor de tareas rutinarias y repetitivas, haciendo que no tenga que estar constantemente cambiando de marcha. Además, con este tipo de cambio la pierna izquierda puede descansar, algo que influye entre otras cosas en la ergonomía del puesto de conducción.
Automáticos y Manuales, similitudes y diferencias
Realmente la conducción de un vehículo automático o manual es básicamente la misma, a excepción de la gestión de la potencia del motor, que en un caso la realiza el conductor directamente, y en otro caso es la caja de cambios automática.
En aquellas ocasiones en las que se pasa de un modelo de coche a otro con diferente caja de cambios los primeros minutos suelen ser complicados.
Los conductores que pasan del cambio manual al automático se resisten a que la pierna izquierda tenga que estar en reposo y esta se suele escapar para pisar el freno, cuando esto ocurre y se pisa el freno con la misma fuerza que habitualmente se pisa el embrague, el coche literalmente se “clava”.
En el caso contrario, aquellos que pasan de automático a manual no lo pasan bien con otro pedal de más al que no están acostumbrados y el coche se cala con más frecuencia de la deseada.
La posición de las piernas y el uso de ellas, es diferente en un caso y en otro, sobre todo en lo referente a la pierna izquierda. Esta diferencia se agrava durante la conducción en ciudad, en la que el pedal del embrague se debe utilizar mucho más.
Para algunos conductores con problemas en la rodilla, el pisar a fondo el pedal del embrague se convierte en un auténtico suplicio. Este es uno de los motivos por el que muchos conductores evitan el uso de coches con cambio manual de marchas.
En conducción en carretera, cuando no se requiere tanto cambio de marchas, el pie izquierdo debe descansar en el reposapiés situado a la izquierda de los pedales, tanto en vehículos automáticos como manuales. Hay conductores que mantienen el pie en tensión encima del embrague, y en algunos casos incluso apoyado de forma permanente en este pedal. Aparte de las averías mecánicas que puede causar esta mala costumbre, están sometiendo la pierna izquierda a una tensión innecesaria.
No estamos diseñados para permanecer sentados
Es importante tener en cuenta que nuestro cuerpo no está hecho para mantenerse horas y horas en una posición forzada, como por ejemplo en los viajes largos, en los que los conductores acaban con dolores musculares en espalda y piernas o rigidez en las articulaciones, entre otros síntomas.
Esta posición sentada, denominada sedestación, es una posición de compresión en tres niveles: lumbar, cadera y rodilla. En estas zonas se localizan nervios, arterias y venas que normalmente responden bien a compresiones puntuales, pero cuando esta compresión se prolonga en el tiempo pueden desarrollarse signos dolorosos o signos de estasis venoso, en los que se produce una disminución del riego sanguíneo debido a la compresión de una vena.
El Dr. Martín Urrialde, Coordinador de Grado de Fisioterapia de la Facultad de Medicina de la Universidad C.E.U. San Pablo, hace hincapié en que es necesario educar desde la instituciones y todos los actores relacionados con la Seguridad Vial en la necesidad de efectuar paradas intermedias en el viaje, ajustar la altura y ángulo del asiento siempre que sea posible al morfotipo del conductor, y reconocer los signos de compresión que nos obligarían a efectuar dicha “parada terapéutica”.
El Síndrome del Habitáculo Estrecho
Los vehículos modernos suelen llevar una consola central que se prolonga hasta el suelo del automóvil, esto reduce considerablemente el espacio útil del conductor y le obliga a una posición fija de la pierna derecha, sin posibilidad de rotación femoral o abducción de cadera.
Según indica el Doctor Martín Urrialde, esta posición provoca una gran tensión mecánica en el músculo glúteo mediano e isquiotibiales (músculos en la parte posterior de los muslos), junto a los que discurre una rama nerviosa, el nervio cutáneo femoral lateral, que al ser comprimido da origen a un cuadro llamado “meralgia parestésica“.
Es decir, sensación de peso en el muslo, dolor en la cadera derecha, dolor quemante en la cara externa del muslo, con probabilidad de extenderse a la tibia; en conclusión, se trata de un cuadro neurológico por compresión incómodo, que altera la atención del conductor que puede ser causa de accidente.
Calambres, pinzamientos, hormigueo…
“Se nos duermen las piernas”, esa sensación de hormigueo o pinchazo en las extremidades se denomina Parestesia, normalmente no produce dolor y sin embargo es una sensación bastante incómoda que aunque en principio se trata de un efecto transitorio, a la postre puede convertirse en crónica.
Los nervios periféricos transportan la información desde las diferentes partes del cuerpo a la médula espinal, cuando se rompe esta comunicación se produce una parestesia.
Al igual que calambres o pinzamientos, estos síntomas pueden ser producidos por una posición incorrecta. El conductor debe adoptar una posición en la que el tronco repose directamente sobre el asiento en apoyo sobre las regiones glúteas, y la espalda descansa sobre el respaldo, las caderas presentan una flexión 90º, las rodillas han de estar semiflexionadas a unos 120º y los tobillos presentan prácticamente una angulación de otros 90º, esta sería la posición correcta según el Doctor Martín Urrialde.
Es muy importante que las piernas estén semiflexionadas, ya que si éstas están rígidas, en caso de frenada de emergencia, la rigidez hará que se transmita toda la energía a la cadera, haciendo que esta soporte toda la fuerza del impacto en caso de que se produjera y produciendo lesiones muy graves.
Otra mala práctica consiste en sentarse en una posición demasiado avanzada, que en caso de impacto o fuerte frenazo va a producir el choque con las rodillas con el salpicadero.
¿Y cuándo no tengamos que usar las piernas para conducir?
Parece que la evolución del vehículo tiende a que el conductor se convierta en un mero observador del entorno, y llegados al extremo, a nivel de ergonomía el tratamiento será el mismo que para el resto de pasajeros, garantizar el confort y proporcionar una postura estable y sin riesgos.
Algún día se generalizará ese tipo de conducción y ya estamos experimentando cómo poco a poco se le están quitando atribuciones al conductor. Es el caso del Control de Velocidad de Toyota, el cual mantiene una velocidad constante sin necesidad de que el conductor tenga que estar operando el pedal del acelerador.
A pesar de que el coche se mueve a una velocidad constante, el conductor permanece alerta, con lo que en muchos casos mantiene la extremidad inferior derecha en tensión muscular, en un estado de semicontracción que provoca fatiga acumulada la cual puede traducirse en dolor. Se trata de una posición completamente anómala, porque además el pie queda en una posición que le permite rotar porque debe estar preparado también para acceder al pedal de freno.
Por este motivo es recomendable no abusar del Control de Velocidad, y utilizarlo sólo cuando se den las circunstancias de seguridad adecuadas, que permitan que durante el mayor tiempo posible las piernas permanezcan relajadas y apoyadas en los reposapiés correspondientes.
La somnolencia y el Síndrome de la Pierna Inquieta
No será raro que en un futuro, cuando vayamos sencillamente sentados en el coche observando el entorno suframos el Síndrome de la Pierna Inquieta, o lo que se conoce como el “baile de San Vito”.
Se trata de un trastorno de origen neurológico en el que se producen unas sensaciones molestas en las extremidades, principalmente las piernas durante el reposo, por ejemplo al permanecer sentado o acostado.
Según el Instituto del Sueño el empeoramiento de los síntomas se produce en períodos de inactividad, como por ejemplo al permanecer sentado o acostado, en la cama, en el cine o durante viajes prolongados, por ejemplo en el coche, autobús o en el avión.
La Sociedad Española de Neurología (SEN) indica que 2 millones de personas en nuestro país podrían padecer este trastorno. Uno de los efectos del SPI es la somnolencia diurna. Esta somnolencia es causada por la falta de descanso prolongado y continuo durante la noche, ya que estas personas experimentan movimientos periódicos de las piernas durante el sueño y a veces durante la vigilia.
La posición del conductor
Cuando se habla de la “posición correcta del conductor” se suele hacer bajo el punto de vista de la seguridad, es decir, a nivel de seguridad activa una correcta posición será aquella que permita al conductor llegar adecuadamente a los pedales, manejar el volante con seguridad y percibir con precisión el entorno a través del parabrisas y los espejos retrovisores. Todo ello para poder responder activamente y con seguridad a las condiciones exigentes que implica la conducción.
La efectividad de los elementos de seguridad pasiva, como el cinturón de seguridad, airbag o reposacabezas, está pensada teniendo en cuenta esa posición correcta del conductor. No cabe duda de que la posición del conductor juega un papel fundamental en la prevención del accidente y las posibles lesiones posteriores.
En palabras del Dr. José Antonio Martín Urrialde, Coordinador de Grado de Fisioterapia de la Facultad de Medicina de la Universidad C.E.U. San Pablo, hay tres aspectos básicos en el diseño “seguro” del puesto de conducción: la indeformabilidad ante el impacto, la accesibilidad visual y táctil, y la adaptabilidad individual de los controles.
Estos tres conceptos conforman una “Triada Segura” y los fabricantes, es cierto que han mejorado los dos primeros, pero hay que mejorar en lo que se refiere a la adaptabilidad del individuo a los controles, es decir, a un cierto nivel de “personalización“ teniendo muy en cuenta la talla del conductor.