Todos los sistemas de seguridad que incorpora nuestro coche son importantes, pero si hay uno que es realmente decisivo para evitar el accidente y en especial cuando este es inminente, es el sistema de frenos. Los frenos son el principal sistema de seguridad de cualquier vehículo y además, también es el más antiguo, como cabría esperar.
Evitar chocar con otro vehículo, no atropellar a un peatón o no salirnos de la carretera va a depender en gran medida de que podamos detenernos a tiempo con seguridad. La pericia del conductor en estos momentos es fundamental, pero si no va acompañada de un funcionamiento óptimo del sistema de frenos, la maniobra puede acabar en fracaso y, también, en una posible desgracia.
Un conocimiento básico del funcionamiento de este sistema nos va a ayudar a interpretar posibles señales de avería y además a concienciarnos de la importancia del mantenimiento. Y es que a pesar de que el 97% de los conductores opinan que los frenos son el sistema de seguridad más importante de su coche, solo el 13,5% de los conductores españoles sabría detectar si su sistema de frenos tiene algún problema según un estudio de Roadhouse.
Funcionamiento básico de los frenos
Sistemas mecánicos, hidráulicos y electrónicos conforman el funcionamiento de los frenos. El conductor acciona el sistema a través de un pedal, esta fuerza que ejerce es amplificada por un servofreno que actúa sobre una bomba de presión. Mediante un sistema de canalizaciones y bombines hidráulicos se accionan las pastillas de freno o las zapatas en caso de frenos de tambor.
Pastillas o zapatas detienen mediante fricción los rotores, que pueden ser en forma de disco o tambores, los cuales giran de forma solidaria a la rueda provocando que esta se detenga. La configuración es muy diferente en caso de ser disco o tambor. Los frenos de disco cuentan, como su nombre indica, con un rotor en forma de disco que es presionado por una pinza que tiene incorporadas las pastillas. Los tambores, por su parte, son algo así como una rueda hueca en cuyo interior se esconden las zapatas, que vienen a ser las pastillas de los frenos de disco, pero que en lugar de presionar por fuera, realizan la fricción en las paredes internas de la rueda hueca. Este tipo de frenos puede sufrir mayores problemas de sobrecalentamiento y pérdidas de potencia de frenado y por eso se han ido dejando de usar. Actualmente se emplean en coches muy pequeños o de bajo coste, pero únicamente en las ruedas traseras.
Ayudados por sistemas electrónicos como el ABS que evita el bloqueo de las ruedas, se optimiza la efectividad de la frenada y se permite el control del vehículo por parte del conductor en caso de frenadas de emergencia.
El desarrollo de ayudas y asistencias al conductor en este sistema, ha evolucionado muchísimo en los últimos años. Toyota incorpora el Toyota Safety Sense que entre otros sistemas cuenta con un Sistema de Seguridad Pre-colisión, el cual si detecta la posibilidad de una colisión, además de alertar al conductor, activa la asistencia de frenado. Si el conductor no frena a tiempo, los frenos se activan automáticamente para evitar o mitigar la colisión.
La costumbre nos hace pasar cosas por alto
Una vez tenemos una idea básica de cómo funcionan los frenos, pasamos a las posibles señales que nos manda el sistema cuando están en mal estado. Es importante conocer el coche y cómo funcionan sus frenos, ya que cada vehículo es un mundo y puede que todo vaya perfectamente y a nosotros no nos lo parezca.
Muchos defectos de este sistema o incluso posibles averías graves, son pasados por alto por muchos conductores porque se van adaptando poco a poco a un funcionamiento anómalo.
Una de las primeras sensaciones que tenemos cuando usamos otro coche es el cambio en el tacto de los pedales. La dureza de los pedales de embrague o freno suele ser diferente a la que estamos acostumbrados en nuestro coche y es posible que incluso notemos que la frenada es más o menos efectiva que de costumbre.
Debido al desgaste, los frenos van perdiendo efectividad de forma progresiva y el conductor se va adaptando a estos cambios. Con el paso del tiempo la distancia de frenado aumenta, el pedal se vuelve más esponjoso, y hasta que otra persona no conduce nuestro coche y nos dice: ¡pero que mal frena tu coche!, no nos damos cuenta de que tenemos que llevarlo al taller a revisar los frenos.
Podemos guiarnos por algunas reacciones o sensaciones
Los frenos son de vital importancia, ya se ha comentado aunque tampoco está de más recordarlo. Son totalmente imprescindibles y un sistema en mal estado es, con mucha probabilidad, motivo de accidente. Puede que no sea ahora, ni tampoco luego, pero ocurrirá. Así, por tanto, vamos a enumerar algunos síntomas que deben ser tenidos en cuenta.
- Pedal de freno esponjoso
Aunque como decíamos al principio, el conductor se va acostumbrando al tacto del pedal, llega un momento que este se vuelve excesivamente esponjoso. La causa se puede encontrar en un líquido de frenos muy deteriorado, fugas en el circuito de frenos, aire en el mismo circuito o un defecto en la bomba de freno o bombines.
El líquido de frenos es fundamental en el funcionamiento del sistema ya que transmite la presión. Este líquido no se comprime, pero es higroscópico, es decir, absorbe humedad. Las burbujas de vapor si se comprimen, con lo cual hacen de colchón dentro del circuito y producen esa sensación en el pedal.
Los fabricantes recomiendan sustituir este líquido cada 2 o 4 años, algo que es desconocido por muchos conductores e ignorado por otros, ya que no se percibe esa sensación de inseguridad como ocurre con otros elementos.
- Ruidos y vibraciones
Las vibraciones pueden deberse a diferentes motivos: desgaste anormal de neumáticos, rodamientos de las ruedas, alineamiento de dirección; pero cuando son debidos al sistema de frenos, pueden ser debidos a una deformación de los discos de freno o a unas pastillas con desgaste irregular.
El desgaste de los discos de freno, al igual que el de otros elementos, depende mucho de la forma de conducir de cada conductor y del mantenimiento que se le dé al vehículo. Por ejemplo, no cambiar a tiempo unas pastillas en mal estado y continuar conduciendo con ellas puede producir un desgaste anormal en el disco de freno y producir una avería peor.
Por su parte, el desgaste de las pastillas cuenta con un ‘chivato’; hoy en día la mayoría de los vehículos tienen un testigo en el salpicadero, en caso contrario un ruido metálico delatará el mal estado de las pastillas. Cuando aparece este ruido se puede deber al desgaste o a un excesivo cristalizamiento debido a sobrecalentamiento de las superficies. En ambos casos es necesario sustituir las pastillas.
- Distancia de frenado más largas
Necesitar cada vez más espacio para detenerse puede ser debido a otros factores como el firme, la carga, la suspensión o los neumáticos en mal estado. Pero si nos ceñimos al sistema de frenos, este aumento en la distancia de frenada se debe al desgaste de los elementos que lo conforman.
Para que la frenada sea eficaz se deben de dar una serie de circunstancias. En primer lugar que la transmisión de la fuerza sea idónea para lo cual tanto el funcionamiento del servofreno como estado del líquido de frenos juegan un papel fundamental, y en segundo lugar que la efectividad del conjunto pastilla-disco, zapata-tambor sea óptima.
En este último caso cuando existe un desgaste de estas piezas, se produce una pérdida notable de eficacia, que se traducirá en un aumento de la distancia. Además de aumento de la distancia de frenado, nos podemos encontrar con derrapes inesperados.
Como siempre, el mantenimiento periódico de estos sistemas y la sustitución de las piezas deterioradas a tiempo, nos puede evitar gastos mayores en un futuro o lo que es más importante, nos puede evitar un accidente.
- El pedal de freno está muy duro
Detener un coche de una tonelada de peso aproximadamente, moviéndose a una velocidad de 100 km/h con la única fuerza de nuestro pie es algo realmente complicado, únicamente al alcance de Pedro Picapiedra con su “troncomovil” y por eso, los automóviles, en su evolución, han incorporado un sistema de servoasistencia (antes no había servo y era la fuerza de quien conducía, la que detenía el coche).
Un servofreno lo que hace es multiplicar la fuerza que hacemos sobre el pedal, enviando más presión al circuito y por tanto al sistema de frenos, que realiza su trabajo de forma más efectiva. Si quieres comprobar su funcionamiento trata de accionar el freno cuando el coche está apagado, verás que la primera vez te responderá, pero la siguiente el coche no se detendrá por muy fuerte que pises el pedal.
Una avería en el servofreno dará lugar a un endurecimiento del pedal, si notas este síntoma lleva el coche al taller lo antes posible para que un profesional revise este sistema. No obstante, hay vehículos cuyo tacto de pedal es duro, sin que ello signifique un problema en el servofreno. Suelen ser modelos deportivos y de altas prestaciones, aunque también puede darse en cualquier otro automóvil.
Mantenimiento del sistema de frenos
Un mantenimiento y un control adecuado van a ayudar a prolongar la vida de los elementos y a que su funcionamiento sea el mejor, pero la forma de conducir también ayuda, y mucho.
Una conducción progresiva, anticipándose a las situaciones ayuda a no abusar de los frenos. Si nos acercamos a un semáforo no tiene ningún sentido ir pisando el acelerador para clavar los frenos en el último momento. Además de inseguro produce un desgaste mayor en neumáticos y frenos. Por cierto, también gastamos más combustible.
Es importante evitar las frenadas largas en bajadas prolongadas y puertos de montaña, esto produce un sobrecalentamiento del sistema, que puede dar lugar al temido “fadding” es decir, al agotamiento de los frenos por calor. Las frenadas largas se realizan para lograr una conducción más suave y controlada, pero con una ligera presión sobre el pedal del freno.
Imágenes | Toyota Global Newsroom