Conducir un vehículo de forma prolongada es una actividad ligera que demanda un cierto esfuerzo físico y psíquico, que conlleva un cierto desgaste de energía, no más de 1.000 o 1.300 kcal/día, debido a la atención que requiere prestar a la carretera. Por ello, el conductor no exige un aporte de energía suplementario a la hora de ponerse al volante.
Aunque comer y beber es fundamental a la hora de viajar, es muy importante tener mucho cuidado con lo que comemos y evitar las comidas copiosas, pues no solo dificultan la digestión, sino que también provocan somnolencia y favorecen el mareo. ¿Sabrías cuál sería la solución más idónea que no merme las capacidades necesarias a la hora de realizar una óptima conducción?
La alimentación influye directamente en la seguridad al volante. Una alimentación incorrecta no solo puede ocasionar la fatiga y la somnolencia, sino que además puede producir pesadez, reducir tus reflejos y la capacidad de atención e incrementar el riesgo de sufrir un accidente.
Tanto es así, que está demostrado que tras un almuerzo disminuye la capacidad de mantener la atención y el rendimiento se ve perjudicado en un 10 %, según afirma la DGT. Por ello, siempre es mejor decantarse por una comida variada y equilibrada cuando haya que realizar un viaje.
Siempre hay que procurar evitar largos períodos de ayuno, pues no hay que olvidar que la distribución idónea de alimentos ingeridos debe ser de 4 ó 5 tomas al día. Puede ocurrir que en algunos viajes se tenga que modificar tales ingestiones, aunque siempre se tiene que cubrir la totalidad de las necesidades de energía.
También hay que tener en cuenta que cuando se conduce la alimentación debe ser variada y contener todos los nutrientes necesarios para el organismo. Por ello es muy importante para la salud seguir una dieta equilibrada, sobre todo cuando se vaya a conducir, una actitud que requiere prestar toda la atención en la carretera.
¿Cuáles serían los alimentos imprescindibles?
En una dieta equilibrada no deben faltar aceites, cereales, legumbres, pescado azul, frutas y verduras, entre otros alimentos. Por supuesto, se debe huir de platos de comida rápida, pues aunque se tarde poco tiempo en comer y suelen ser menús muy prácticos si se viaja con niños, no son los alimentos más idóneos para viajar. Las grasas de las hamburguesas o los sándwiches no facilitan la buena digestión e incluso provocan pesadez de estómago, hinchazón, gases y somnolencia pudiendo mermar significativamente las capacidades necesarias para mantener una óptima atención al volante.
Si en pleno viaje coincide con la hora del desayuno, este tiene que ser muy completo. Así tiene que incluir cuatro grupos de alimentos distintos: lácteos, cereales, frutas u hortalizas y complementos (aceites y grasas, carnes y derivados, dulces, etc).
También puede contribuir a un mejor desarrollo de un largo viaje en coche un almuerzo o segundo desayuno, ya que proporcionará un periodo de descanso, además de contribuir a una dieta variada y equilibrada. Al igual que la comida rápida, no debemos abusar de los snacks, pues aunque son cómodos en su ingesta no contribuyen a crear una dieta completa. Incluso la merienda también ayuda a realizar un descanso durante el viaje.
Y una vez en la mesa… ¿cuáles serían los platos a elegir?
Es muy importante comenzar con unos entrantes ligeros a base de hortalizas, verduras o sopas a los que se les haya retirado el exceso de grasa. Antes de comenzar el menú también sería ideal tomar un buen vaso de agua.
Si nos decantamos por las ensaladas, si podemos tomarlas sin aderezar, mejor. De esta manera se puede controlar la cantidad de aceite que se le añade. Aunque esta sea una “grasa buena” para el organismo, no hay que olvidar que está cargada de calorías que debemos controlar.
En cuanto al pan, es conveniente tomar la cantidad justa, es decir, una o dos rebanadas en torno a dos dedos cada una.
En cualquier caso, el pescado es un alimento fácilmente digerible y con un contenido bajo en calorías por lo que, con una ración moderada o pequeña podemos continuar el viaje sin problemas.
Ya se elija carne o pescado debemos evitar aquellas preparaciones con salsas grasientas o harinas y optar por una elaboración sencilla. En cualquier caso, es conveniente solicitar que se añada poca salsa si se acompaña al plato para poder controlar la cantidad. Tampoco sería interesante sustituir los fritos o las féculas grasas como las patatas fritas para el acompañamiento por una guarnición vegetal a base de ensaladas sencillas, champiñones, etc.
Mucha precaución con los postres
Por último, conviene tener un especial cuidado con el postre y escoger uno a base de frutas como piña, fresas, macedonia o zumo de naranja. También se puede optar por sorbete de frutas de limón, fresa, mandarina, etc, compotas o postres de leche sencillos e incluso infusiones como menta-poleo, té verde, etc.
Llegados a este punto, hay que evitar la pastelería y la bollería de hojaldre, con rellenos de mantequilla, crema, nata, moka, etc.
Es importante saber que el consumo habitual de bebidas estimulantes, aunque mantienen la mente despierta no aumenta la concentración del conductor.
Si se puede es conveniente sustituir el café, el descafeinado y el té por infusiones de menta, anís, salvia o de hinojo, ya que ayudan a la digestión. Incluso de hierbabuena, ya que relaja los músculos del colon, lo que ayuda a aliviar la molestia del exceso de gases, el reflujo de alimentos y la acidez de estómago.
Nunca está de más aprovechar siempre las frutas y verduras de temporada, así como la variedad de alimentos y de restaurantes autóctonos. Es conveniente tener bien presente que es posible siempre que se realice un viaje comer bien y disfrutar de una ruta equilibrada.