A priori las cajas automáticas proporcionan más comodidad y confort, reducen el desgaste de elementos como el embrague y no tienen rival en entorno urbano: no se calan, "sujetan" al coche en pendientes, y nos permiten mantener descansada la pierna izquierda, que no debe accionar el embrague repetidas veces cuando nos encontramos en una retención, un atasco o en una vía con muchos semáforos. En el lado contrario, practicar una conducción verdaderamente eficiente es complicado porque eliminamos la componente manual, el "toque" del conductor. No obstante las aparentes desventajas son contrarrestadas por las numerosas ventajas.
Tipos de caja de cambios automática
Rápidamente y sin entrar en un detalle exhaustivo, podemos hablar de cuatro tipos de cajas automáticas (y seguro que notáis que no entro en demasiado detalle). Doble embrague, convertidos de par, cambio robotizado y CVT. De esos cuatro tipos de caja de cambios las hay peores y mejores. La caja CVT es la que mejor eficiencia de consumos proporciona, con diferencia, y es la que se utiliza en la gama híbrida Toyota. En el caso de las cajas robotizadas, son las más baratas y las menos avanzadas, sobre todo en cuanto a sensaciones de conducción. Las otras dos podemos decir que son muy comunes, y en el caso de la de convertidor de par, la más longeva.
La caja CVT es una caja de cambios de variación continua (como la de los scooter, al menos en lo que se refiere a la idea), y esto quiere decir que es posible aumentar la velocidad de giro del coche sin variar el régimen del motor. Nos moveremos en un rango de rpm fijo mientras el desarrollo de la caja varía de forma continua, sin que lo apreciemos.
La grandísima ventaja de esto es que mantenemos el motor en el régimen óptimo en el que se ofrece la mayor fuerza posible (régimen de máximo par motor) con un consumo constante. Hablando de eficiencia, nos acordamos inmediatamente de nuestros queridos híbridos. Una posible desventaja es el coste de la caja, y el coste de reparación de una avería frente a una caja manual. Sin embargo, igual que en otros aspectos, las desventajas son contrarrestadas por las numerosas ventajas.
Y aparte de la tecnología, ¿qué ventajas nos aporta una caja automática?
La comodidad en la conducción es lo primero que nos sorprende al probar un automático, tenga la versión de caja que tenga. Existe un período de adaptación necesario, sobre todo para no caer en el reflejo de pisar el embrague en ninguna situación. Es muy fácil caer en maniobras a baja velocidad: parada, maniobra de aparcamiento,... y es menos frecuente que pisemos el embrague a fondo en carretera o en autovía. Como podéis imaginar, pisar el embrague en el automático no es posible físicamente, pero sí lo es "darle un buen viaje" al pedal de freno con el pie izquierdo, que se traduce en una frenada brutal, como de emergencia.
Una vez superado ese punto, que se consigue en pocos minutos si ponemos atención y voluntad, el resto es coser y cantar. La mentalidad para conducir en automático es confiar en que el coche resuelva las situaciones: reducir cuando toca, garantizar una buena aceleración cuando lo demandamos (haciendo lo que sea necesario para ello), mantener un régimen adecuado cuando circulamos "a punta de gas"... Nosotros nos desentendemos y nos concentramos en el volante, el tráfico, acelerar y frenar.
Esa comodidad parece, a priori, sinónimo de conducción aburrida, pero ¿de verdad es así? En ciudad nos "divertimos" manejando el cambio para detenernos, salir de un semáforo, aparcar, etc. En carretera o autovía, manejamos el cambio hasta engranar sexta (o la marcha más larga que tengamos), y luego ya no hacemos nada más. ¿Es eso lo divertido de la caja manual? No, lo divertido es "hacer curvas" en carreteras secundarias, o de menor categoría, pero ¿eso lo hacemos tan a menudo? Y, ¿estamos seguros de que no es divertido hacerlo con un cambio automático?
Para el que suscribe, todo lo dicho antes es cierto: si estamos todo el día metidos en el tráfico, el alivio que supone un coche automático es notable frente al manual. En autovía no hay apenas diferencias la mayor parte del tiempo, y en carretera es divertido cuando es nuevo, y lo es menos cuando es todos los días el mismo recorrido, una y otra vez. ¿Se pierde el romanticismo de la conducción? Pues yo creo que depende.
Es cierto que algunas cajas son incómodas. Las robotizadas no dejan de ser una caja manual sobre la que se realiza la gestión del cambio por parte de un "robot". Es decir, dan cierta comodidad porque nos olvidamos del embrague y de seleccionar la marcha, pero luego notamos cómo a la hora de sacar el máximo partido del motor en una carretera de curvas, nos quedamos un poco a medias. Para algunas personas un automático nunca proporcionará las mismas sensaciones que un manual, para otras suponen un avance en muchos aspectos, y para otras personas, una vez que catan el automático, no ven vuelta atrás posible. ¿Dónde te sitúas tú?