La reducción en el consumo de combustible es una máxima que todos los fabricantes aspiran a mejorar año a año. Pero teniendo en cuenta que cada generación de motores pone más complicado a la siguiente mejorar las cifras, es necesario buscar otros medios de ahorrar combustible.
Entre las diferentes formas que hay de conseguirlo nos encontramos con reducir las pérdidas mecánicas de energía, conseguir una aerodinámica que minimice la resistencia al avance, el empleo de sistemas híbridos o la reducción de peso. Hoy vamos a hablar sobre esto último, pero nos vamos a centrar en cómo los asientos del coche pueden ayudar a reducir el consumo y, además, son una pieza que encierra mucho más de lo que parece bajo sus tapicerías.
De la tabla de madera a ser una pieza clave
En el comienzo de la historia automovilística los asientos de los coches no eran más que simples bancos hechos con tablas de madera. Rectos, sin ningún tipo de formas ni comodidades. Poco a poco los desarrolladores se fueron dando cuenta que los asientos eran una pieza fundamental en la interacción de los humanos con el vehículo.
Desde que se les comenzó a dar forma y añadir acolchados hasta el día de hoy ha pasado mucho tiempo y la investigación se centra cada día en ayudar a los ocupantes del vehículo a tener una mejor experiencia a bordo.
Es absolutamente inútil tener un coche insonorizado perfectamente, con una finura de funcionamiento excepcional o unas suspensiones que digieran las irregularidades del terreno si vamos sentados sobre algo que nos provoca dolores de espalda o sobrecargas musculares.
Por ello las diferentes marcas de coches tienen departamentos de desarrollo exclusivamente centrados en la fabricación, diseño y experimentación de asientos, o bien en algunos casos se recurre directamente a empresas externas que se dedican exclusivamente a los asientos e interiores.
Cómo los asientos del coche pueden reducir el consumo de combustible
Si ponemos el ojo en cualquier coche que esté mínimamente adaptado a la conducción deportiva o para tandas en circuito será fácil ver que en el interior una de las piezas que se sustituye de manera más habitual son los asientos.
Esto se hace no sólo por escoger unos baquet deportivos con posibilidad de utilizar arneses de cuatro o cinco puntos (que también), sino por otras dos razones: conseguir una mayor sujección y reducir el peso.
Si nos centramos en el punto de los consumos las cuentas son sencillas. Pensando fríamente los fabricantes se han dado cuenta que los asientos son elementos donde se pueden rascar unos cuantos kilos sobre la báscula, y teniendo en cuenta que menos kilos a mover significan menos gasolina empleada en el mismo recorrido se han puesto manos a la obra.
Unos asientos de serie pueden pesar entre 15 y 20 kilos, dependiendo del año, del modelo y del tipo de coche. A partir de estos, los fabricantes han empezado a reducir los tamaños, los espesores del acolchado, materiales de mejor calidad y más ligeros o directamente a reducir su estructura en favor de piezas con inserciones de fibra. También han estilizado las formas e incluso algunos en sus modelos más deportivos atreven a equipar asientos casi de carreras.
Y si queremos rizar el rizo y nos vamos a la industria auxiliar, a por asientos de tipo baquet (de los de verdad, no los de palo), seremos capaces de reducir el peso por debajo del 50%. Lógicamente, los asientos de este tipo no son precisamente baratos. Su estructura puede estar hecha de fibra de vidrio, PRFC (plástico reforzado con fibra de carbono), fibra de carbono o carbono kevlar. Cuanto más exótico sea el material, menor será el peso y mayor su precio.
Buscando tu confort
Si le preguntas a cualquier fisioterapeuta te dirá sin dudarlo que un asiento malo, pequeño o inadecuado será una fuente de sobrecargas musculares. Y eso sin la necesidad de ser un profesional del volante que se pase horas allí sentado.
La ergonomía hace años casi no se tenía en cuenta a la hora de diseñar el interior de un coche. ¿Os acordáis de aquellos interiores plagados de líneas rectas y botones rectangulares? Eso quedó en el pasado y los talleres de los interioristas de las marcas parecen casi más laboratorios biónicos.
Según el Diccionario de la Real Academia, la ergonomía es el estudio de datos biológicos y tecnológicos aplicados a problemas de mutua adaptación entre el hombre y la máquina. Los asientos actualmente son la prueba tangible de esta definición.
El diseño de cada asiento debe ser estudiado al milímetro para ofrecer un compromiso perfecto entre firmeza y comodidad. Tiene que estudiarse la densidad exacta de la espuma empleada en la banqueta del asiento para sujetar el peso medio de una persona sin resultar excesivamente duro e incómodo ni blando para no hundirse.
En el respaldo y los contornos se utilizarán rellenos diferentes en base a las necesidades de cada pieza, del mismo modo que las piezas laterales y superiores tendrán también sus características propias. Lo mismo ocurre con las tapicerías, que tienen que ser un compromiso entre elasticidad y resistencia al mismo tiempo que resultan transpirables y mantienen el cuerpo ventilado.
Antes de pasar a la fabricación del asiento se tienen que hacer numerosas pruebas con diferentes materiales de relleno, tipos de tapicería o incluso distintos tipos de puntadas para las costuras. Cada elemento que compone el asiento cuenta en la comodidad final del usuario y debe ser analizado antes de salir al mercado.
Seguridad y sujección
Debemos también tener en cuenta que el asiento no se limita a una simple banqueta sobre la que nos sentamos sino que es necesario que los que desarrollen el asiento lo hagan pensando en cómo nos va a ayudar a conducir una vez que estamos inmersos en el tráfico.
Imaginaros que vamos conduciendo por una carretera de curvas sentados sobre un banco plano de madera como el que llevaban las carretas del far west. Giramos con el coche hacia la izquierda y a la primera de cambio nuestro cuerpo saldría disparado hacia la derecha por culpa de la fuerza centrífuga.
La sujeción lateral es una de las misiones más importantes que tiene que cumplir un asiento. Si nos fijamos en los típicos asientos de circuito nos daremos cuenta que dejan a un lado las formas rectas y relativamente planas en beneficio de las protuberancias y “orejas”.
Estos abultamientos están específicamente pensados para que una vez nos sentemos en el coche quedemos encajonados y el cuerpo tenga apoyos laterales que nos mantengan en el sitio. Lo más común es que se repartan en tres puntos: hombros y caderas en el respaldo y piernas/culo en las banquetas.
También habrá que valorar cómo puede ayudarnos el asiento en caso de accidente, en cierto modo también puede ser un elemento de seguridad pasiva del vehículo. Una pieza inferior de la banqueta bien diseñada puede evitar que en caso de choque frontal nuestro cuerpo se desplace hacia delante y evite que nuestras rodillas impacten contra la parte inferior del salpicadero.
Lo que sí es un buen elemento de seguridad son los reposacabezas inteligentes que algunos modelos incluyen en su equipamiento. En caso de choque el vehículo determina que si es necesario avanzará la posición del reposacabezas para evitar en la medida de los posible los latigazos cervicales.
Asientos multivitaminados
Actualmente, además de existir modelos que cuentan con numerosos reglajes eléctricos para cada parte del cuerpo, también existen algunos sistemas inteligentes que son capaces de reconocer la llave que utiliza cada miembro de la familia y posicionarse de forma automática en el lugar que cada uno tenga memorizado.
Más o menos pasa lo mismo con los sistemas de climatización. Al principio no teníamos en los coches ni aires acondicionados y ahora existen vehículos que equipan climatizadores automáticos de cuatro zonas.
Los asientos no han permanecido apartados a estos avances y hemos pasado de tener sólo un sistema de calefacción que no era más que una resistencia colocada bajo la tapicería hasta banquetas huecas y perforadas que mediante ventiladores dedicados son capaces de enfriarnos en los días más calurosos.
Otro de los avances tecnológicos aplicados a los asientos han sido los sistemas de masaje. No quiero decir que le salgan manos que nos amasen las carnes, sino que mediante unos dispositivos mecánicos los asientos generan bien una vibración o un movimiento de rodillos/bolas. De esta manera nos ayudarán a que el paso de los kilómetros no nos haga sentir tan incómodos relajando las zonas que más acusan las horas sentados.
El futuro
Por último y echando la mirada a lo que está por venir, los asientos no se mantendrán tal y como los conocemos de aquí en adelante, sino que cada vez más se investigan mejores formas de fabricarlos y qué nuevos materiales se pueden emplear para conseguir mejor sujección con conjuntos que pesen menos, más ergonómicos y con mejores cualidades ergonómicas.
Se están siguiendo dos vías de investigación actualmente. La primera está implicada directamente con los materiales empleados, y la mejor ilustración es un ejemplo. Con la sustitución del habitual poliuretano en favor del polipropileno extruido se consiguen unas estructuras más resistentes con un ahorro de la densidad de un 25%.
También estas nuevas estructuras reniegan de los esqueletos de metal y abandonan las formas rectas en favor de líneas orgánicas sobre las que únicamente hay que añadir el acolchado. Sin subestructuras ni rellenos.
En segundo lugar se emplean las simulaciones por ordenador y las pruebas con maniquíes inteligentes para proyectar virtualmente y de manera casi inmediata los posibles cambios que se han de llevar a la producción. Pero no una producción normal, sino una en la que las impresoras 3D están muy presentes y son las encargadas de darle forma a estas piezas fabricadas en materiales de nueva generación.
Quizá sea pronto para afirmarlo, pero es muy posible que en unos pocos años los asientos de los coches se parezcan más a una escultura viva que se adapte automáticamente a la morfología del usuario que a lo que hasta hoy conocíamos como un simple asiento.