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¿Cuál será el límite de mejoría del Prius? Probamos el nuevo y no queremos devolverlo

Ponerse a los mandos de un Toyota Prius siempre es especial, por lo que representa. No porque sea un modelo prestacional o cierta categoría, el Prius es un coche especial. Es el pionero en una tecnología que se ha demostrado absolutamente válida y un completo éxito, abriendo el camino a muchos otros. También es especial porque es el referente entre los híbridos, el espejo en el que todos se miran cuando desarrollan sus diferentes propuestas.

Su diseño puede gustar más o menos, incluso en la propia Toyota asumen que han creado un coche que provoca controversia, pero un automóvil con la tecnología del Prius debe ser tan especial por fuera como lo es por dentro. Se trata de que todo el mundo sepa que está viendo un modelo diferente, aunque también es cierto que cuestiones aerodinámicas han influido mucho en sus formas.

El caso es que el Toyota Prius lleva entre nosotros desde 1995, cuando fue presentado oficialmente (se puso a la venta en 1997). Es el primer coche en combinar un motor de combustión con otro eléctrico y eso ya es una ventaja. Así es lógico que la cuarta generación del modelo, con el que hemos convivido durante unos días, sea el híbrido más eficiente hasta la fecha. Cumple con lo que promete en cada uno de los apartados y además, lo hace con nota.

El silencio es protagonista, junto a unos consumos ridículos

Mecánicamente, la cuarta generación del Prius monta un 1.8 gasolina y atmosférico, que asistido por otro eléctrico rinde 136 CV. La caja de cambios es la misma CVT, así como la batería, que sigue siendo de NiMh. No obstante, el sistema híbrido, que la marca denomina como ‘full hybrid’, se ha revisado por completo para mejorar eficiencia, reducir el peso y afinar el rendimiento.

Según Toyota, tras los cambios, se ha logrado alcanzar más de un 40% de eficiencia térmica. El mejor rendimiento del mundo para un propulsor de gasolina. También afirman haber mejorado el rendimiento de la batería y el sistema híbrido en general. Un trabajo cuyo objetivo es, simplemente, la eficiencia. Y vaya si lo han conseguido, pues durante los días que hemos tenido el coche, el consumo nunca ha subido de los 5,7 litros cada 100 kilómetros mostrados en el cuadro.

El Toyota Prius cuenta con un historial de consumos donde se puede comprobar la media desde que se estrenó el coche, por días o por trayectos. Nuestra unidad tenía algo más de 3.500 kilómetros cuando lo recogimos y la media que indicaba el ordenador era de 5,2 litros. Conseguimos bajar esa cifra hasta los 4,7 litros en uno de los recorridos de pruebas, pero por lo general, siempre estuvo en torno a los 5,5 litros.

Conseguir medias tan bajas no es complicado en absoluto. El sistema da prioridad siempre que se pueda (depende de la carga de la batería) al motor eléctrico. La mejor muestra de ello es que incluso en autopista, el motor eléctrico predomina. Es tremendamente fácil rodar por encima de 100 km/h sólo en eléctrico. De hecho, nosotros lo hicimos a 115 km/h de marcador. A su vez, esto supone circular casi siempre en completo silencio haciendo que los desplazamientos sean muy cómodos.

Mucho más dinámico de lo que parece

Otra cuestión diferente es alcanzar esa velocidad sólo con electricidad. Llegar, llegas, pero tardas demasiado para el ritmo del tráfico en ciertas carreteras. Y no porque la mecánica no pueda, sino porque cuando la presión sobre el acelerador se incrementa, entra en acción el motor de combustión. Se puede ‘jugar’ con los diferentes modos de funcionamiento, pero siempre tendremos el motor de gasolina respondiendo cuando pisemos el pedal del gas en demasía.

La transición entre ambos motores es, simplemente, imperceptible. Sabes que actúa el motor de gasolina a través del monitor de energía y y porque le oyes (ligeramente). Al contar con el cambio CVT, una característica de la gama híbrida de Toyota, el motor de combustión genera un sonido muy monótono que en condiciones normales pasa a un segundo plano por la buena insonorización, pero que se deja notar cuando pisamos sin miramientos. No molesta, ni siquiera vibra, pero se nota algo.

En esta situación, la respuesta que obtenemos se ve muy influenciada por el modo de conducción seleccionado en cada momento. En el modo ECO todo pasa con tranquilidad, dando prioridad a los consumos y obligando a pisar el acelerador más de lo esperado para lograr velocidad. Invita descaradamente a realizar una conducción relajada y eficiente aprovechando un llamativo indicador que puntúa nuestra conducción en tres apartados: aceleración, velocidad sostenida y frenada. Logramos la máxima puntuación en los dos primeros, pero fuimos incapaces de lograrlo en el último.

Como cabe esperar, el modo power es la cara opuesta al modo ECO. Con él activado, el motor de combustión siempre está en marcha y la respuesta al acelerador es mucho más instantánea. El carácter del coche cambia, está más predispuesto a correr y resulta ideal para adelantamientos o incorporaciones a autopista ya que entrega toda la potencia sin tener en cuenta nada más. Incluso puedes divertirte ya que su comportamiento es mucho más dinámico de lo que aparenta. Circula firme, muy aplomado y ofreciendo mucha confianza. Puedes ir bastante rápido aunque no es un coche pensado para ello.

El Toyota Prius se disfruta realizando una conducción digamos, sosegada, sin estridencias ni brusquedades. Aquí es donde el modo normal cobra protagonismo. Es, lógicamente, un punto intermedio entre los anteriores, donde el cerebro del coche decide cómo y cuándo funcionan ambos motores. Todo con una naturalidad sorprendente. Este es uno de los mayores valores añadidos de un coche como el Prius: funciona como un automóvil completamente normal a pesar de la ingente y complicada tecnología aplicada.

No obstante, nuestra recomendación es usar el modo ECO en ciudad, donde el motor eléctrico es una bendición. El modo normal es el mejor para el resto de recorridos, exceptuando adelantamientos, incorporaciones y carreteras con pendiente como un puerto de montaña, donde el modo POWER es el mejor.

Otra recomendación adicional y apartada de los modos de conducción: usa los intermitentes. Si eres de aquellos que cambian de carril sin poner los indicadores, el Prius tiene una sorpresa para ti. El asistente de cambio involuntario de carril no sólo te avisa mediante sonidos, sino que actúa sobre el volante si no reaccionas. Es capaz incluso de devolverte al carril inicial por su cuenta y riesgo. Comprobado.

Con el Prius serás el centro de todas las miradas

El Toyota Prius es un coche grande, más de lo que parece y su habitáculo es muy amplio. La ausencia de túnel central ayuda mucho a potenciar esa sensación. Es cómodo en toda circunstancia sin importar el estado del asfalto, siendo especialmente notable en ciudad, donde el motor eléctrico es omnipresente por su silencio y su inmediatez de respuesta.

De todas formas, tienes que estar dispuesto a que te miren. Quien no dirige su mirada al paso de un Prius por su diseño, lo hace por la ausencia de ruido y hay quien lo hace por las dos cosas. Incluso en un lugar como el circuito del Jarama, donde estuvimos acompañando a unos amigos (no, no entramos a pista, pero no nos hubiera importado) llama la atención. Rodeado de deportivos de postín, el Toyota Prius y su completo silencio robaron algunas miradas curiosas. Hubo gente que incluso nos paró para comentarnos que ‘ya podriais ir pitando, que no se os oye’.

Por la noche esto se multiplica pues el salpicadero del Prius es más propio de una nave espacial que de un coche. La instrumentación digital, colocada en el centro con sus diversas pantallas acompañadas de la central cuyo tamaño es generoso, provocan una imagen y una sensación muy llamativa y tecnológica que todos quieren ver de cerca.

Toyota Prius hay uno y nada más

No hemos echado en falta un motor diesel, ni tampoco más potencia. La convivencia con el coche ha sido bastante buena, la verdad es que nos ha costado devolverlo porque cumple muy bien en todos los apartados. Si necesitas un coche para todo que además, consuma lo mínimo y ofrezca espacio, el Toyota Prius es tu coche.

Y no tendrás problemas en elegir versión y acabados pues sólo hay uno disponible. El Toyota Prius es uno y nada más. Uno, pero muy equipado donde no falta de nada. Sirva de ejemplo que la unidad probada sólo contaba con la pintura metalizada como extra y su precio final era de 30.490 euros (la pintura cuesta 500 euros).

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