Los taxis son esa parte del decorado urbano que se repite allá donde vayas. Son los reyes de las afueras de las estaciones de ferrocarril, de los aeropuertos y de las calles de cualquier ciudad de gran envergadura. En ocasiones, los usuarios los critican, se quejan de su presencia, pero cuando se tiene intención de cambiar de coche, los taxistas son uno de los referentes.
Siempre se ha dicho que si quieres un buen coche, que dure, que gaste poco y que sea cómodo de conducir, te fijes en los modelos que usan los taxistas. Una idea que tiene un motivo más que justificado, pues el coche es la herramienta de trabajo de todo taxista y adquirir uno que de problemas, gaste en exceso o sea incómodo, puede suponer la ruina. Es por ello que los coches usados como taxi tienen una imagen de automóviles fiables y duraderos, a la par que fáciles de mantener y de consumos contenidos.
Lo más normal ha sido verles trabajar a los mandos de automóviles con motor diésel, incluso antes de que esta mecánica dominara el mercado. El mejor ejemplo lo tenemos en la década de los 60, cuando se les ponía el famoso motor Perkins a muchos modelos populares para hacer labores de taxi. Obviamente, su funcionamiento estaba muy lejos de los actuales y sus consumos también, pero en una época donde la gasolina era el combustible por antonomasia y todavía no había llegado la inyección, cualquier reducción del gasto era bienvenida.
Nuevos avances, menores consumos y la hibridación
Aquellos motores diésel se hicieron más refinados, más potentes y más eficientes en cuanto a consumo. Mejoras que el gremio de los taxistas supo explotar como nadie. Es especialmente sencillo encontrar automóviles con varios cientos de miles de kilómetros, en algunos casos más de 800.000 kilómetros recorridos. Una prueba extremadamente dura para un motor, sobre todo cuando está en funcionamiento más de 12 horas seguidas y en recorridos urbanos, situación que desgasta mucho más que cualquier otra debido a las continuas paradas y a los continuos inicios de marcha.
Durante muchos años, el gasóleo ha sido el combustible taxista, seguido de cerca por el gas vehicular e incluso el butano (sí, con bombona en el maletero). El objetivo era que los consumos fueran todo lo contenidos que fuera posible para reducir gastos y aquí apareció la hibridación de la mano de Toyota. Al principio, aquel primer Toyota Prius era un aparato extraño y sólo para unos pocos conductores, pero su evolución cambió la perspectiva, ya que pronto se empezó a ver haciendo labores de taxi.
Los coches con grupo propulsor híbrido ofrecen su mejor rendimiento en los desplazamientos diarios, esos que se realizan por ciudad a velocidades moderadas con repetidas paradas y sus respectivos inicios de marcha. La posibilidad de circular con el motor eléctrico exclusivamente y sin gastar combustible, al mismo tiempo que la batería se carga durante el trayecto, hace de esta tecnología algo muy interesante para quien se desplaza principalmente por el centro de las ciudades, como es el caso de los taxistas.
Además, los taxistas iban un poco más allá en la búsqueda de la reducción de gastos y muchos convierten sus híbridos para poder usar GLP, aunque este tipo de transformaciones no se realizan en los centros oficiales y suponen la pérdida de la garantía. En este sentido, los Toyota híbridos cobran un interés especialmente alto para este trabajo, a lo que debemos sumar la simplicidad con la que funciona todo el sistema, la comodidad y suavidad del cambio CVT. Factores que ganan mucho peso según pasan las horas y el cansancio hace acto de presencia.
La elección del coche no es libre, debe estar homologado
Sin embargo, aunque un modelo híbrido puede ser una buena opción para realizar las labores de taxi, el gremio no tiene total libertad para elegir su herramienta de trabajo y debe ceñirse a un listado de modelos muy concreto, que elabora cada Ayuntamiento según sus criterios, haciendo que un coche válido para taxi en Madrid no lo sea en Barcelona. La lista se publica en las páginas web de los consistorios, junto a otra serie de medidas como el tipo de motor, la posibilidad de montar mampara de separación o incluso la posibilidad de optar al cambio manual o automático.
Además, las nuevas normativas de emisiones limitan aún más las opciones, aunque se espera que, gracias a esto, haya una flota de coches poco o nada contaminantes circulando como taxi para 2023. Sobre todo en Madrid, donde hay libre elección de modelo siempre que tenga etiqueta ECO o CERO de la DGT, desde el 1 de enero de 2018. Los fabricantes también tienen que poner de su parte, poniendo a disposición de este tipo de transporte sus modelos mediante la pertinente homologación.
El Toyota Prius+ es cada día más popular entre los taxistas
Toyota, por ejemplo, no ha homologado la última generación del Toyota Prius para taxi, pero en cambio, sí lo ha hecho así con el Prius+, un amplio monovolumen con hasta siete plazas que ya circula por grandes núcleos urbanos como Madrid y Barcelona. Por su parte, otros modelos como el Corolla hybrid Touring Sports o el Toyota Corolla hybrid Sedan también pueden ejercer como taxi, principalmente, en aquellas ciudades en las que la elección del modelo es 100% libre. Tampoco resulta raro subirse a otros modelos híbridos de la marca, como el Yaris, que circula por Canarias, donde es una alternativa ECO de buenas dimensiones y capacidad.
Actualmente, el coche que está ganando muchos adeptos dentro del gremio taxista es el Toyota Prius+. Se trata de un modelo amplio, con posibilidad de siete plazas, muy bajos consumos, buen maletero y etiqueta ECO de la Dirección General de Tráfico. Además, es muy cómodo y silencioso en recorridos urbanos, como bien pudimos constatar hace poco más de un año en primera persona.