Si todavía no estás familiarizado con el control de velocidad de crucero, por lo menos habrás montado en algún coche que lo lleva montado, o como mínimo, en algún momento te han hablado de él. Es un sistema de ayuda a la conducción realmente popular. Su cometido es sencillo, mantiene una velocidad prefijada por el conductor de forma automática, sin necesidad de que el conductor tenga que seguir acelerando.
Una ayuda para mejorar la concentración
Al hacerse cargo de la velocidad que lleva el vehículo, facilita la labor del conductor liberándole de tener que controlar el velocímetro y de tener que modular con el pedal del acelerador.
Por tanto, el control de velocidad permite al conductor fatigarse menos al reducir el número de tareas que hay que controlar durante la conducción, lo que debería repercutir en una mejor concentración en el resto de tareas, como el control de la dirección. También permite descansar un poco la pierna derecha.
Además del cansancio, que el vehículo se encargue de mantener una velocidad de forma constante permite también poder evitar posibles multas de exceso de velocidad por despiste del conductor, así como el mantener un ritmo de conducción constante y relajado durante un largo viaje.
Tipos de control de velocidad
El control de velocidad de crucero no es nuevo, ya existía en algunos coches de lujo americanos de los años 60 y se hizo más popular en los 80 cuando las marcas alemanas lo ofrecían como opción en sus coches más prestigiosos. Ahora no sólo se ha generalizado en toda clase de coches, sino que se han desarrollado varios tipos de control de la velocidad.
Control de velocidad de crucero
El tradicional control de crucero tiene un funcionamiento muy sencillo, el sistema asociado al sensor del velocímetro detecta la velocidad del vehículo y toma el control del acelerador para acelerar más o menos según sea necesario en cada instante para mantener la velocidad que el conductor ha programado previamente.
Para evitar situaciones peligrosas, el sistema se cancela y deja de funcionar en cuanto el conductor toca el pedal de freno o el de embrague. Si el conductor pisa el acelerador para ganar un poco de velocidad durante un momento, por ejemplo para evitar conducir en paralelo con otro coche en la autopista, el sistema se mantiene en espera y vuelve a funcionar y a ajustar la velocidad prefijada en cuanto el conductor suelta el acelerador.
Limitador de velocidad
Prácticamente todos los vehículos modernos que cuentan con control de velocidad de crucero tienen también la función del limitador de velocidad.
Esta función no mantiene la velocidad, sino que evita que el conductor supere la velocidad prefijada por acelerar demasiado. El sistema anula el acelerador cuando el vehículo llega al tope prefijado y por mucho que se pise el coche no gana más velocidad.
Sólo se desactiva automáticamente si el conductor pisa hasta el fondo el pedal del acelerador, por ejemplo, para poder salir de una situación comprometida o para no eternizar un adelantamiento.
Control de velocidad de crucero adaptativo
Con la llegada de los radares de proximidad, un vehículo ya puede saber si hay otro por delante de él y a qué velocidad se aproxima o se aleja. Con esta información el control de crucero puede, en caso de que se aproxime al coche que le precede, desacelerar o incluso frenar para mantener la distancia de seguridad.
El sistema recupera la velocidad en cuanto detecta que la distancia de seguridad ha aumentado o que ya no hay un vehículo por delante, por haber cambiado de carril, por ejemplo. Este tipo de control adaptativo sólo está disponible con cambio automático, ya que necesita poder cambiar de marcha cuando se reduce la velocidad demasiado.
La evolución de estos sistemas permite que el coche pueda diferenciar el tráfico en una carretera de varios carriles para cada sentido, incluso en curva. Los últimos tienen además función de parada y arranque para los atascos.
Cuándo usar el control de crucero y cuando el limitador
El control de velocidad de crucero y el limitador son sistemas que ayudan a tener una conducción un poco más relajada y permiten reducir la fatiga en ciertas ocasiones. Saber cuándo usar uno u otro es importante para no comprometer la seguridad.
El control de velocidad de crucero hay que reservarlo para usarlo en carreteras, autovías y autopistas, con curvas abiertas y en situaciones de poco tráfico. Básicamente, cuando se pueda mantener una velocidad constante en largos periodos de tiempo.
En el momento en el que la densidad de tráfico es alta es mejor no usarlo, porque estarás más pendiente de conectar y desconectar el control, que de conducir. Además, cuando hay mucho tráfico no es relajación lo más conveniente, sino la atención para reaccionar rápido ante un imprevisto.
Incluso si el control de velocidad de crucero es adaptativo no es bueno usarlo con mucho tráfico, porque el sistema reacciona sólo si detecta que la distancia de seguridad se ha reducido, y no puede anticiparse como lo hace un conductor cuando comienzan a verse luces de freno por delante.
El limitador de velocidad se puede usar en más tipos de situaciones sin perjudicar la seguridad. Es un sistema que puede ayudar a no superar, por ejemplo, el limite establecido de la carretera, pero el conductor sigue siendo quien modula la velocidad en todo momento, por lo que si hay mucho tráfico será él quien adapte la velocidad y cuando la carretera se desahogue podrá volver a ganar velocidad sabiendo que no pasará del límite que él mismo ha establecido.
Otros consejos sobre el control de velocidad
Una cuestión que hay que saber del control de velocidad de crucero es que el sistema mantiene la misma velocidad con más eficacia que un conductor, ya que éste no puede estar mirando el velocímetro en todo momento. La contrapartida es que con el control de velocidad de crucero el coche acaba gastando más combustible que cuando es el conductor quien modula el acelerador.
La razón está en que en los repechos, sean pequeños o largos y en general en cualquier cuesta arriba, el control de velocidad intentará no perder ni un solo kilómetro por hora sobre la velocidad prefijada, acelerando lo que sea necesario.
Sin embargo, un conductor se mantiene en un rango de velocidad y no a una velocidad exacta, lo que provoca que el coche suela perder algo de velocidad en las cuestas arriba y ganar algo en las cuestas abajo, sin que casi se aprecie, resultando en un menor gasto de combustible.
Esta circunstancia hace también tener la sensación de que el coche se acelera demasiado en las cuestas arriba, y de que nos comemos a los coches que rodaban a nuestra velocidad en la zona llana. Y viceversa en las cuestas abajo, donde parece que el coche va frenado y que de pronto te adelanta todo el mundo.