Qué gran momento ese en el que te confirman que por fin has aprobado el "examen práctico" de conducir y ya pasas a formar parte del colectivo de personas con permiso para manejar vehículos motorizados, que se dice rápido.
Los primeros kilómetros, el primer coche, pitadas por doquier, un poco de vergüenza por llevar la "ele" (las ventosas de la mía solían fallar con frecuencia, confieso). Un periodo que recuerdo con gran cariño y también ahora me sorprendo al recordar esos errores o equivocadas actitudes que en algún caso llevaron a algún que otro susto que afortunadamente se quedó solo en eso
Vamos a dar un repaso por algunas de esas cosillas que dejan algo que desear en los conductores noveles. Dejo aparte lo más obvio, si bebes no conduzcas, esto nos aplica a jóvenes y mayores y no es un error, es mucho más que eso.
La calle no es un circuito
El exceso de confianza es uno de los aspectos que afecta a más conductores noveles. Después de los primeros meses de "rodaje" muestran, en ocasiones, demasiada confianza tanto en sus capacidades al volante como en las del propio vehículo.
Si añadimos a esto la normalmente apretada agenda de la gente joven el cóctel es explosivo. Tratemos de inculcar los que ya somos veteranos en esto el respeto a los límites de velocidad como sentido común en la conducción.
A ver... ¿qué carril parece más fácil?
Otro de los errores más comunes en los novatos sobre ruedas, dicho con todo el cariño del mundo, es la elección del carril en las autovías y autopistas.
Más que ir por el carril izquierdo, otro importante problema hoy en día, mi impresión es que los conductores más inseguros optan por ir sistemáticamente por el carril central. Supongo que por la falsa sensación de seguridad que da tener un buen trozo de asfalto a ambos lados del vehículo en vez de la mediana, arcén o guardarrail de turno.
Cada distracción, un riesgo
Algún estudio indica que las muertes de jóvenes en accidentes de tráfico suelen ser más por distracciones que por otros factores como conducir bajo los efectos del alcohol.
La dependencia de los diversos gadgets es uno de los problemas que genera que se aparte la vista de la carretera con mayor frecuencia. Por favor, recordad que con el vehículo en marcha no debemos apartar la vista de la carretera. Cualquier mensaje puede esperar a que lleguemos al siguiente semáforo.
Ojo con el agua, que de inocente no tiene nada
Ay la lluvia y sus inoportunas apariciones, qué sustos puede llegar a dar. Infravalorar el peligro de una calzada húmeda es un común error cuando el carnet de conducir está aun fresco.
El aquaplaning no avisa y es difícil lidiar con él, aun mas si llevamos poco tiempo al volante. El exceso de confianza suele llevar a ignorar las zonas encharcadas en vez de optar por reducir la velocidad y por tanto las posibilidades de que los neumáticos pierdan el contacto con el asfalto por este fenómeno físico. Evaluemos siempre las condiciones atmosféricas y adaptemos nuestra conducción a ellas.
Es un coche, no el camarote de los Hermanos Marx
Siempre hay gente a la que llevar de vuelta a casa, y muchas veces más de la que cabe en el coche. Los vehículos están homologados para una serie de ocupantes por diversas razones, obviamente una de ellas la seguridad.
Por este exceso de carga el comportamiento y la estabilidad del coche se verán comprometidos, por no hablar de la imposibilidad de utilizar los cinturones de seguridad correctamente. Plantead siempre la opción del taxi para asegurar que todo el mundo llega a su destino sano y salvo.
Mantengamos las distancias, por favor
Con los años uno aprende la importancia de la tan mentada distancia de seguridad. Es un punto al que muchos conductores noveles no suelen dar la consideración requerida, hasta que aprenden la lección por las malas.
Este problema cuando es en carretera se torna algo de vital importancia. Casi todos hemos tenido alguna vez a algún chaval más pegado a nuestro maletero que la propia matricula en un irracional acto de apurar distancias para el adelantamiento.
Elección del primer coche, pasión o sentido común
Otro problema que suele encontrarse en los jóvenes conductores es el gran peso del factor emocional, dejemos aparte el factor económico, a la hora de elegir el primer vehículo.
Aspectos como seguridad, garantía o eficiencia suelen ser obviados y en vez de hacerse con un vehículo relativamente moderno, seguro y ahorrativo se cae en la tentación, no seré yo el que tire la primera piedra la verdad, de adquirir un coche más bonito, espectacular o potente en vez de otras alternativas más seguras, o económicas a medio plazo, disponibles con el mismo presupuesto.
El mantenimiento, ese gran desconocido
El dinero escasea y hay que administrarlo. El coche funciona, se mueve, no hay ruidos demasiado raros... Debe ser que eso de cambiar el aceite es un mito... ¡Error! Ya será demasiado tarde cuando os queráis dar cuenta y el gasto a realizar se multiplicará por tres.
Muy común también el tema de "estirar" los neumáticos hasta el infinito. Entono el mea culpa recordando una salida del túnel en Madrid cuando acababa de empezar a llover. Semáforo rojo, pisar freno, vaya el coche no se para, qué raro, vaya, me he pasado el semáforo, madre mía menos mal que no venía nadie.
Recordad, el único contacto entre el coche y el asfalto son los neumáticos. Cuidadlos como cuidaríais a vuestro ángel de la guarda
Por supuesto, todos nos hemos visto en este tan especial momento en el que nos echamos a "rodar" solos. Es tan difícil como apasionante o terrorífico según cada persona.
Sólo nos queda a los conductores experimentados actuar de la manera más humana, ser pacientes y, sobre todo, dar ejemplo. Recordemos el dicho "como te ves, me vi. Como me ves, te verás". Y ahora ¡a disfrutar del volante!