¿Se ha vuelto japonés Estados Unidos? Bueno, quizá puede ser demasiado excéntrico pretender asegurarlo tan tajantemente, pero los expertos y los estudios realizados al respecto han valorado positivamente la competitividad y éxito de un sistema económico basado en una peculiar filosofía empresarial, la armonía en los centros de producción y la lealtad al trabajo.
Independientemente del mercado del motor, en el mundo tecnológico, el audiovisual, el de sonido y el de los electrodomésticos, el país nipón ha evolucionado hasta convertirse en una enorme potencia mundial arrasando con el resto de marcas y copando todas las listas de ventas. Además, empresas como Toyota fueron entrando poco a poco en la vanguardia de los vehículos más americanizados y más popularizados en la nación norteamericana. En 2007, la compañía desplazó por primera vez en la historia a General Motors de la cima de ventas.
Cómo emergió esta industria y... ¿Por qué creció tanto en Japón?
Japón es el único país donde la revolución industrial no estuvo protagonizada por la burguesía, sino por la nobleza, lo que les cerró las puertas al exterior durante un largo periodo de tiempo hasta la llegada de la expansión británica y norteamericana, que trajo consigo materiales y, en definitiva, la modernización que venía evolucionando en Occidente.
Hasta entonces, la industria automotriz japonesa partía de los talleres de reparación y fabricación de bicicletas de donde fueron diseñados los primeros coches y donde las primeras empresas de automóviles empezaron haciendo motores para bicicletas motorizadas. Está claro que su humilde origen fue determinante para establecer una filosofía que les convirtiera en una de las industrias manufactureras más respetadas en el mundo.
En ese comienzo, muchos fabricantes de automóviles estadounidenses habían comenzado exhaustivamente la construcción de automóviles en Japón para el mercado japonés, tanto que en 1930, la producción crecía en un número cercano a las 20.000 unidades al año. Mientras, los fabricantes nacionales japoneses tan sólo producían alrededor de 500 unidades.
No es hasta los años previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando comienza realmente la industrialización en Japón, con un máximo de 16 empresas productoras de automóviles. Por lo que el gobierno japonés decidió aprobar la Ley de Industrias de Fabricación de Automóviles, planteada para acabar con el monopolio del coche americano y de la producción estadounidense en territorio ajeno. Con arreglo a esta ley se constituyeron numerosas empresas constituidas, como por ejemplo, Toyota entre muchas otras.
Tras la guerra y con la crisis del petróleo: Se abrieron las puertas de América
Aunque, como hemos visto, la producción de automóviles japoneses había comenzado a mediados de la década de 1900, su verdadera historia se escribe tras la II Guerra Mundial. Con la llegada de JAMA (Asociación japonesa del fabricante de automóviles) en 1967, las ayudas a los fabricantes de automóviles crecieron para garantizar estabilidad ante los enormes cambios económicos que se produjeron tras el conflicto bélico, sobre todo en asuntos arancelarios.
Las estructuras de gestión, las tecnologías y las técnicas de fabricación más modernas comenzaron tras una mayor automatización de la producción y con ello entre los años 60 y 70 la compra del coche japonés explotó. En 1962, el 14 por ciento de los hogares poseía coches. En 1975 había aumentado a más del 50 por ciento. Esta corriente de dinero permitió desarrollar, por ejemplo, el motor rotativo, así como otros elementos del área de diseño.
Japón se encontraba en una buena posición en cuanto al desarrollo de motores pequeños y eficientes, frente a los grandes motores de alta potencia estadounidense. Por ello, con la crisis del petróleo de 1973, la demanda mundial de vehículos con mayor eficiencia del combustible se disparó y la producción japonesa, que venía usando materiales innovadores, como plásticos y láminas de acero de alta tensión, para reducir el peso, pudo entrar en muchos mercados del mundo, especialmente el de Estados Unidos.
Nagoya, historia nipona sobre las cuatro ruedas
Para 1985, los fabricantes japoneses eran la base de operaciones a nivel mundial y las innovaciones en los sistemas de fabricación, sistemas de gestión, y en los materiales alcanzaron niveles inigualables por otras naciones, al menos hasta mediados de 1990. Incluso se comenzó con el desarrollo de un área de atención novedosa: la fabricación de automóviles reciclables. En esta época cerca del 75% de un coche japonés, en peso, podría ser reciclado.
A partir de entonces y por una cuestión de recuperar la identidad, se comenzó la fabricación de automóviles en los mercados locales, como los Estados Unidos, como respuesta a los sentimientos proteccionistas. A mediados de la década de 1990, los fabricantes japoneses habían entrado en el mercado de coches de lujo de alta gama, compitiendo directamente contra los fabricantes europeos.
En abril de 1989, Toyota decidió mostrar el desarrollo del automóvil japonés con la inauguración de un museo en Nagoya. Este supone la mayor exhibición de vehículos de diversas marcas así como de su evolución a lo largo de la historia. Por supuesto, no faltan rarezas o auténticas obras "de museo" como el primer automóvil de la compañía: el Toyoda AA del año 1936.
A los diez años de su inauguración se conmemoró la apertura del museo con nuevos pabellones que cuentan historias aún más representativas de estos vehículos, entre los cuales destaca el auto original de Meteoro, la serie anime japonesa. Por ello, si sois amantes de la automoción y la cultura japonesa, puede que Nagoya os ofrezca todo lo que estáis buscando.
El Toyotismo y la gestión de la producción just in time
Volviendo a la parte histórica, no podemos dar por concluido este artículo sin destacar un apartado independiente acerca del Toyotismo. Al terminar la guerra mundial, Toyoda, la compañía de Kiichiro Toyoda, que fue una de las 82 compañías que prefirió mantenerse independiente del zaibatsu Fuji (conglomerado de grandes empresas), decidió dar un giro y se lanzó al mercado bajo el nombre de Toyota, tal y como la conocemos hoy en día.
Comenzó así una etapa de reconstrucción económica, la aplicación de un sistema de producción construido bajo la lupa de la experiencia y del aprovechamiento de los elementos tradicionales de la cultura japonesa. Con la incorporación de la tecnología informática, la mayor innovación fue la de ajustar los stocks a lo que se necesita producir, acercando a los proveedores a la sede central de las instalaciones para intensificar las relaciones. De esta manera, en lugar de recibir el aprovisionamiento de stocks con mucha anticipación, los proveedores irían proporcionando los componentes de acuerdo con las necesidades inmediatas. De aquí que el sistema se llamara just in time.
En lugar de ser un elemento pasivo, el trabajador toyotista debía trabajar en equipo para prevenir las necesidades y corregir los fallos. A esto se le llamó kaizen -principio de mejora continua-, y su objetivo era el de producir y supervisar con cero defectos. Se produce, de esta manera, justo lo que se demanda con justo lo que se necesita. Un engranaje productivo que ha hecho de la industria japonesa un modelo empresarial a seguir y que ha llevado a altas cotas de éxito y desarrollo futuro.
Imágenes | Toyota Global