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¿Atrapado en el barro? Cómo sacar el coche de un barrizal

Con la llegada del otoño se presenta un ambiente diferente y, sin duda, especial. La montaña se tiñe de colores rojizos y muchos amantes de la naturaleza se lanzan a recorrer senderos y rutas para disfrutar del ambiente fresco y la caída de las hojas. Pero también esta es una época de grandes lluvias que hacen intransitables algunos caminos, principalmente, por la acumulación de barro.

Es probable que te hayas visto en una situación comprometida en un barrizal donde patinan las ruedas de tu coche y del que parece imposible salir. Aquí os dejamos algunas técnicas básicas para no pasar apuros y poder continuar circulando con tu nuevo SUV todoterreno bajo la atmósfera mágica del otoño.

Empecemos por lo que nunca deberías de hacer

Si conocemos cuáles son los errores que bajo ningún concepto debemos cometer, tenemos mucho terreno ganado. Sacar el coche cuando está atascado en un barrizal no es tarea fácil y actuar de forma impulsiva solo puede llevarnos a un lugar peor.

Acelerar, empujar por detrás o subirse en el capó no van a sacarnos del aprieto

Contrariamente a lo que se piensa, pisar a fondo el acelerador no va a conseguir que la tracción nos saque del pozo en el que nos hemos sumergido, sino más bien nos va a hundir más y va a complicar la difícil misión. El barro es una superficie acuosa y resbaladiza sobre la que nuestros neumáticos se deslizan, ahondando bajo las gomas hasta incluso acabar ahogando el chasis. En esta circunstancia, solo podríamos llamar a nuestro teléfono de asistencia para que nos eche un cable la grúa.

Otra reacción habitual es la de empujar el coche por detrás o incluso subirse en el capó para hacer presión sobre la tracción delantera en busca del ansiado agarre. En el primer caso, no solo corremos el riesgo de acabar empapados de barro, y el segundo también puede ser un peligro para nuestra integridad, sobre todo si nos encontramos en pendiente.

Aligera el coche al máximo

Cuando nos encontramos en esta peliaguda situación debemos actuar con cabeza, procurando seguir una serie de pasos en su debido orden. En primer lugar, sería muy conveniente vaciar el vehículo de objetos pesados (equipaje, remolque, rueda de repuesto, discos, manuales, guías de viaje, etc.) y pasajeros.

Cuanto más ligero esté el coche sobre la superficie, mayor será la adherencia una vez encuentre el mínimo agarre.

¿Cuál es el problema?

Una vez vacío, debemos inspeccionar el entorno y averiguar exactamente dónde está el problema. Según sea nuestro vehículo, la fuerza de empuje se ejerce desde uno u otro eje y, por ello, es conveniente certificar qué parte se encuentra más atorada en el barro. La realidad es que no hace falta que todas sus ruedas estén atrapadas para quedarnos bloqueados. Lo habitual suele ser que allí donde está la tracción es donde están las ruedas embarradas.

Lógicamente debemos observar el terreno para poder plantear el escenario de salida y no vernos abocados a la misma situación unos metros más adelante. ¿Es más estable el camino a continuación? ¿Hay piedras sueltas que puedan salir disparadas y golpearnos al acelerar?

¡Manos (sucias) a la obra!

Llegados a este punto, toca remangarse y preparar el terreno para salir con facilidad. Es importante que si la parte delantera del vehículo es la que se encuentra atascada, comencemos ahí por cavar formando una suave rampa a través de la cual la rueda pueda correr. Esto ayuda fundamentalmente a que, si la rueda ha quedado sumergida en el barro, pueda salir a flote sin hundirse más durante la aceleración.

Con el coche descargado, alivia la presión de los neumáticos y prepara el terreno para facilitar la aceleración

Asimismo, es recomendable reducir un poco la presión de los neumáticos, pues de esta forma se amplía la superficie de rodamiento con lo que conseguimos una mayor adherencia al terreno. Es tan sencillo como quitar el tapón de plástico del neumático y presionar suavemente el pitón para desinflarlas como mínimo un bar o 14,5 psi. Este es un truco que puede sernos igualmente útil sobre nieve. Recordemos que posteriormente debemos volver a equilibrar la presión original en la gasolinera más cercana.

Piensa como lo haría 'El último superviviente'

Ahora es cuando llega el momento de tirar de ingenio y ponerse el mono de trabajo. El objetivo es establecer un terreno estable y utilizar aquellas herramientas que faciliten que la rueda gire y avance sin derrapar.

¿Pero cómo hacerlo? En primer lugar, examina las inmediaciones en busca de piedras no afiladas, trozos de madera y maleza seca que podamos colocar justo delante de las ruedas de tracción para crear un terreno con gravilla que mejore la adherencia.

Es importante colocar objetos que estabilicen el terreno delante de las ruedas de tracción 

Pero hay otras alternativas en caso de que no encuentres estos recursos a tu alcance. Una opción es colocar las alfombrillas del coche casi por debajo de las ruedas, ofrecen mucho agarre por su espesor y sus materiales de tela y plástico. Otra opción es colocar las cadenas de nieve para alterar la superficie de rozamiento y ayudar a que salga del barro.

Incluso –los hay verdaderamente creativos– existe la posibilidad de atar una tabla de madera a la superficie de la goma para que, cada vez que esta gire, se apoye sobre la tabla permitiendo su avance. No es mala idea anudar una cincha a la parte delantera del coche para ayudar a tirar de él una vez se comience a acelerar.

Las maniobras expertas para vencer al barro

¡Todo listo! Vamos a ponernos a los mandos y arrancar el vehículo, pero no todo está ganado. La labor del conductor aquí es esencial para no echar por tierra (o por barro) todo el trabajo realizado. ¿Qué técnicas debo usar para sacar el coche?

Si el camino que tenemos por delante no está en buenas condiciones, podemos probar a girar la dirección para acelerar hacia un lateral del terreno. Este cambio de dirección posibilita que las ruedas entren en contacto con una superficie distinta que quizá resulte más adherente.

Acelera con suavidad para permitir que la rueda no se deslice cavando por debajo de sí misma. Una maniobra menos ortodoxa, pero bastante eficaz –según en qué casos– es la de dar marcha atrás. Se suele utilizar en caso de que el vehículo no logre la tracción necesaria para avanzar pero sí lo haga para retroceder.

¡Prueba conseguida! Pero… ¡No te detengas! Una vez hemos abandonado la zona conflictiva es probable que sigamos circulando sobre un terreno bastante embarrado. Lo mejor es tomar un camino alternativo, variar la dirección hacia otro lugar de la trazada y evitar la acumulación de barro. En cuanto notes una zona con un mínimo de agarre y estabilidad puedes detenerte y felicitar a los tuyos por el éxito.

El tipo de neumático que mejor responde en un barrizal

Cuando alcences la tranquilidad del hogar, es probable que te plantees qué hacer para no volver a caer en los largos brazos del barro, y abandonar la pasión por la montaña no es una opción. Muchos turismos convencionales no están preparados mecánicamente para circular por ese tipo de superficies, por lo que ahí entra en juego el tipo de neumático.

Desde luego que modelos SUV, como el Toyota C-HR Electric Hybrid, en los que la altura del chasis es mayor, mejoran considerablemente sus prestaciones sobre terrenos encharcados e inestables. Con todo, la goma que usan nuestras ruedas es uno de los factores más determinantes. Para estos caminos podemos optar por dos opciones:

  1. Unos neumáticos muy finos que se penetren lo suficiente como para alcanzar el firme. Estos modelos están más recomendados en vehículos ligeros, como los turismos.
  2. Unos neumáticos más anchos con una gran superficie que reduzcan la presión localizada. Estos son más adecuados para grandes todoterrenos con motores V8 –referencia 265/70-17–.

Ambos neumáticos especializados deben de utilizar gruesos tacos de goma, canales amplios que permitan desplazar el agua y el barro.

Y no querríamos despedirnos sin concluir con un breve apunte acerca de las presiones. Es importante conocer que la presión del neumático debe de ajustarse en función de la superficie por la que circulamos. De esta forma, podemos mantener las presiones recomendadas por el fabricante sobre el asfalto o una pista dura y reducirlas un poco siempre que vayamos a subir a la montaña o a la nieve.

Imágenes | Sala de Prensa de Toyota iStock/c1a1p1c1o1m1 Yauhen Akulich Sergey Tinyakov

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