Conducir requiere del esfuerzo de todos nuestros sentidos para garantizar nuestra seguridad y confort, pero también para conocer nuestro vehículo e interpretar todo lo que este nos dice. En la mayoría de ocasiones –y mucho antes de que nos deje tirados en el arcén– nuestro coche nos manda un aviso de que algo no marcha bien y hemos de estar atentos para detenernos y corregir el error antes de que sea demasiado tarde.
¿Cómo podemos percibir las señales de avería más comunes y ponerles solución? Acompáñanos en este viaje a través de los sentidos.
El oído: ruidos extraños procedentes del motor o la transmisión
Es quizá uno de los sentidos con los que mejor podemos percibir las quejas de nuestro vehículo. Los golpeteos y chirridos desconocidos (más ahora con los coches silenciosos) son mal augurio. Por ejemplo, el martilleo en el motor puede ser síntoma de numerosos problemas, por lo que lo mejor será detenerse cuanto antes, apagar el coche y llamar a la grúa para acudir al taller con urgencia.
No siempre es consecuencia de una avería grave, a veces es cuestión de fijar bien una biela que se ha aflojado y que está golpeando con el cigüeñal. Pero, si lo dejamos pasar, entonces sí que puede griparse y romper el bloque motor. Entonces la reparación será cara y profunda.
Otro sonido habitual de mal funcionamiento es el pitido agudo proveniente de la rotura o deterioro de las correas que hacen funcionar la bomba de la dirección o el alternador. En caso de que se trate de la correa de distribución, es conveniente que se sustituya con premura, pues sí que es un componente clave.
Los frenos también pueden darnos problemas cuando el conjunto del freno de disco está sucio o con poca carga de líquido de frenos. En tal caso escucharemos un chillido incómodo procedente de las ranuras en las caras del rotor de los frenos de disco por algún tipo de deformación. Solución: sustituirlo por un rotor nuevo.
Trata siempre de fïjarte si los sonidos se activan cuando funciona el aire acondicionado, al girar la dirección o cuando arranca el ventilador del radiador. Así, podrás discernir si has de preocuparte mucho o poco.
El tacto: vibraciones en el volante y los pedales
El tacto puede percibir averías a través del volante, de los pedales o de la palanca de cambios. En el primer caso, cuando el volante vibra, el origen del problema suele estar en los neumáticos, dado que la dirección está conectada directamente con ellos. ¿Cómo actuar?
- Comprobemos si la vibración se produce con el coche en movimiento o también en parado pero con el motor en marcha.
- Si estamos estrenando neumáticos o coche nuevo, es probable que las vibraciones se deban a un incorrecto equilibrado de los neumáticos o a que se ha desprendido algún contrapeso. Por 40 euros, podemos equilibrarlos de nuevo.
- En caso contrario, posiblemente los neumáticos se hayan desgastado de forma desigual por el uso (o la inactividad).
Vayamos con los pedales. Por lo general, el acelerador es el que más información nos va a ofrecer, dado que es el pedal que más tiempo mantenemos pisado. Con todo, el embrague también puede vibrar a partir de determinadas revoluciones en caso de estar mal equilibrado. Las principales averías que nos indican las vibraciones en el pedal de aceleración son dos:
- Desgaste o rotura de los tacos de motor que, al dejar de amortiguar, provocan tirones fuertes.
- Mal estado de la junta homocinética que une los dos ejes y que impide mantener la tracción de las ruedas y su libertad de movimiento.
Por último, la palanca de cambios debe engranar todas las marchas por igual y hacerlo de forma suave. Si se atasca o vibra en exceso al arrancar o estando en punto muerto, podría deberse a un soporte deteriorado del motor.
El olfato: aromas a caucho quemado
Si te da en la nariz…, ¡precaución! Saber identificar un olor es más importante de lo que se pueda pensar, ya que ayuda a saber si el paso por taller es inmediato o basta con ventilar un poco.
- Olor a gasolina: primero observemos que no haya ninguna fuga de combustible y, en tal caso, planteémonos si tiene relación con el sistema de emisiones (algo más problemático).
- Olor a caucho quemado: si no has estado haciendo derrapes en un aparcamiento, entonces el asunto tendrá que ver con un manguito o con un mal roce de la correa de transmisión. Si acabas de instalar unas pastillas de freno nuevas, no te preocupes, pues es un olor habitual.
- Olor mineral o picante: se identifica mejor de lo que parece y siempre indica un problema en el sistema hidráulico de la dirección.
- Olor a dulce: el líquido refrigerante tiene un olor a jarabe o caramelo, por lo que, si lo percibes de forma intensa, comprueba la temperatura de tu coche en el cuadro de instrumentos. Sin refrigerante, el motor se sobrecalentará y podría llegar a griparse. La solución es rellenar de nuevo el depósito de refrigerante.
- Olor a humedad: proviene siempre de acumulación de moho en los filtros de aire del habitáculo. Este atrapa partículas y suciedad del exterior impidiendo que entren al interior. Sin embargo, cuando no se cambian con regularidad, ofrecen ese desagradable olor. Si no es el caso, entonces el problema está en el catalizador.
La vista: lo que indican los testigos luminosos del salpicadero
En este apartado nos centraremos en dos aspectos. La primera cuestión es una duda muy recurrente: ¿Qué significan todos esos símbolos de colores de mi salpicadero? Los testigos luminosos indican averías o advertencias que no debemos pasar por alto y pueden llegar a ser hasta un centenar de símbolos en los coches más modernos.
Aunque muchos simplemente nos informan de que hemos activado algunos elementos, como las luces largas o los faros antiniebla, otros resaltan algún tipo de anomalía:
- Los testigos de color verde, azul o blanco: son aquellos que nos están dando una información general del vehículo sin que eso suponga una avería.
- Los testigos de color amarillo: indican un fallo en algún sistema, pero no tiene por qué implicar la inmovilización del vehículo. Ante estos testigos también deberemos parar y solicitar la ayuda de un profesional.
- Los testigos de color rojo: nos indican que la dificultad es grave y que debemos detenernos lo antes posible para llamar a la asistencia.
En este apartado cabe destacar también el humo que sale del tubo de escape, como factor importante a diferenciar entre una avería u otra, partiendo de la base de que siempre que sale humo del coche debemos estar alerta:
- Humo negro: se está quemando combustible en exceso, por lo que hay alguna avería en el regulador de entrada del mismo, en el filtro del aire o en los inyectores.
- Humo blanco: si es una nube densa y abultada es señal de que hay una fuga de líquido de refrigeración en el motor. Si el humo blanco no es demasiado denso, entonces se trata del propio de la condensación del tubo de escape.
- Humo azul: en este caso indica que hay un exceso de aceite quemándose. Esto puede ser porque las piezas están poco lubricadas, porque hay una pérdida, porque hay piezas defectuosas que ruedan mal o porque el turbocompresor está dañado. Conviene revisar el aceite y rellenarlo en su caso.
El gusto… ¿por evitar la visita al taller?
Con el gusto poco podemos hacer a la hora de diagnosticar averías en nuestro coche, pero la verdad es que hay muchas personas que le han cogido el gusto a no prestarle mucha atención a su vehículo. Y eso, a la larga, sale caro.
Tengamos en cuenta que la duración media de un vehículo se establece en función de los estándares de calidad para el motor: alrededor de los 250.000 kilómetros de recorrido. Cifras aproximadas que varían según el fabricante, el uso que le demos y el cuidado que tengamos con él.
Por ley, tenemos dos años de garantía asegurados con la adquisición de un vehículo nuevo, pero no es obligatorio pasar la revisión en un taller oficial mientras se siga el plan de mantenimiento recomendado por el fabricante y se selle el libreto. En cualquier caso, siempre es recomendable llamar al servicio de atención al cliente de tu marca para consultar sobre qué revisiones especiales debe pasar tu coche o si vas con retraso en alguna.
Mantener nuestro vehículo siempre a punto es un compromiso que debemos adquirir desde el primer momento, tanto con la responsabilidad por sus revisiones periódicas como en la atención con nuestros cinco sentidos.
Imágenes | Sala de Prensa de Toyota