Hablar de Toyota es hablar de hibridación, de la combinación de motores de combustión interna con motores eléctricos. Una idea que pusieron en marcha allá por 1997 y que ha llegado hasta hoy siendo la carta de presentación de la marca.
Todo empezó como ya sabéis, con el Toyota Prius, el primer automóvil con grupo propulsor híbrido eléctrico del mundo ofrecido en gran serie. Mucho ha cambiado desde su primera aparición, evidentemente, pero su objetivo principal se mantiene: consumos y emisiones contenidas. Aunque no hemos podido probar una unidad de la primera generación, por entonces no teníamos edad para el carnet, sí hemos conducido algunas de las ediciones posteriores.
En esta ocasión, nos hemos puesto de nuevo al volante de la última propuesta disponible. Ya conocemos los pormenores del Toyota Prius Electric Hybrid AWD-i, con su peculiar sistema de tracción a las cuatro ruedas incluido, pero ahora queremos revisar sus capacidades en ambientes algo más “agresivos”, como es el centro de la ciudad y por pequeñas poblaciones. Es decir, hemos pisado carretera a modo de “enlace” entre distintas poblaciones, dando prioridad a la circulación por urbano.
Cómo explotar el motor eléctrico hasta las últimas consecuencias
Si buena parte de los escenarios que hemos escogido en el pasado se centraban en carreteras tan interesantes como divertidas, hemos creído conveniente abordar en este caso recorridos por ciudad. No solo porque algunos estudios afirman que más del 80% de nuestros desplazamientos son recorridos muy cortos y siempre por zonas urbanas, sino porque la crisis del COVID-19 nos empuja a utilizar más el vehículo privado.
Por tanto, vamos a aproximarnos al Toyota Prius Electric Hybrid AWD-i descubriendo de forma práctica cómo se desenvuelve un automóvil de grupo motor híbrido eléctrico en circulación por poblado, uno de los apartados que más interés podrá tener para un eventual comprador.
En zonas urbanas es, precisamente, donde mejor trabajan los motores electrificados. Las continuas paradas y arrancadas permiten explotar al máximo las bondades de un motor eléctrico, que se centran en la reducción del consumo y del ruido. Además, como ya hemos comentado en otros artículos, Toyota desarrolla sus híbridos eléctricos para que trabajen hasta el 80% con el motor eléctrico, muy apreciable en circulación urbana. Ya lo comprobamos con el Toyota C-HR 125H y también lo hemos comprado esta vez con el Toyota Prius Electric Hybrid AWD-i, aunque nos hemos centrado en otras cosas.
Por ejemplo, esta vez hemos querido ver la manera de callejear y de circular por calles estrechas y mal asfaltadas, lugares donde el Toyota Prius Electric Hybrid AWD-i no parece tener problema. Con el modo ECO activado el sistema da prioridad total a la electricidad y, si adaptas su forma de accionar el acelerador, podrás completar tus recorridos en modo eléctrico.
El hecho de tener que adaptarnos es porque la forma de actuar del acelerador y del motor en general cambia mucho con el modo ECO activado. Si nunca se ha conducido un automóvil híbrido eléctrico, se tiende a pisar demasiado el acelerador, obligando al motor de combustión a ponerse en marcha y, por tanto, a gastar gasolina.
Con el modo Normal activado, se puede conducir como cualquier otro vehículo convencional, pero no se da tanta prioridad a la electricidad y el motor de combustión está en marcha durante más tiempo. Los consumos no se resienten en exceso, pero sí es sencillo, según el tipo de conducción, ver diferencias que pueden llegar a un litro.
Frenada regenerativa, la mejor arma en el día a día
Esa diferencia en consumos la pudimos comprobar haciendo varias pasadas en el mismo circuito (abarcaba poblado, carretera secundaria y un poco de autovía) con distintas variantes. La primera pasada, por ejemplo, fue en modo ECO y adaptando nuestra conducción a través del indicador que tiene el Toyota Prius Electric Hybrid AWD-i en su cuadro de mandos.
Manteniendo el indicador dentro de la zona ECO, el motor de gasolina se pone en marcha en contadas ocasiones y es la parte eléctrica la que comanda la situación. Los consumos se pueden reducir hasta los cuatro litros de media, que apenas suben unas décimas si conducimos como nos viene en gana en las mismas circunstancias.
Con el modo Normal habilitado y haciendo la misma conducción, el motor de combustión actúa antes, aunque también es justo reconocer que se detiene en poco tiempo y deja a la electricidad en solitario. En poblado es fácil circular con el motor eléctrico tanto en ECO como en Normal. En cambio, cuando la distancia en carretera es mucha, el motor de combustión acaba siendo el que domina la situación. Las baterías no ofrecen una capacidad suficiente como para recorrer decenas de kilómetros solo en eléctrico.
No obstante, si sabes aprovechar la frenada regenerativa, verás que tener carga en las baterías se hace bastante común. Para aprovechar la regeneración de energía durante la deceleración, tan solo hay que adelantarse a las condiciones de la circulación. En poblado lo más eficaz es realizar frenadas largas, apoyando ligeramente el pie sobre el pedal del freno y dejando que sea el motor eléctrico el que detenga el coche. Así, la carga de las baterías será suficiente para circular con el motor eléctrico casi siempre. Si además no pasas de 40 km/h en ciudad, te olvidarás de la necesidad de repostar gasolina de vez en cuando.
En carretera, por su parte, resulta más interesante dejar de acelerar y permitir que el coche circule por inercia durante unos metros antes que pisar el freno. Si vemos que la circulación reduce la velocidad, dejamos que el coche circule por inercia. En ese momento, comenzará a recuperar energía y, cuando nos vayamos acercando al coche de delante, frenamos ligeramente para aprovechar la recarga mediante el motor eléctrico. De esta forma tendremos carga suficiente para alcanzar hasta 120 km/h en carretera abierta y sin motor de combustión. Si repetimos esta acción durante todo el camino, podremos ver que el motor de combustión se pone en marcha lo imprescindible.
Quehaceres diarios, subida y bajada de personas, aparcar...
La parte menos divertida de la prueba es, quizá, la de los quehaceres diarios. Resulta un poco aburrido ir a comprar, acudir a entregar unos papeles, buscar aparcamiento, discutir con el de la zona de estacionamiento regulado porque el parquímetro está al final de calle y te quiere multar...
Pero, al final del día, te das cuenta de que has podido hacer todo lo planeado sin mayores problemas que encontrar un hueco donde entre el Toyota Prius Electric Hybrid AWD-i, pues no es un AYGO, aunque a la larga tampoco es complicado localizar un sitio para aparcarlo.
Instalar una sillita para niños es rematadamente fácil gracias al sistema Isofix. Eso sí, con niños curiosos os pasaréis todo el camino explicando al pequeño acompañante por qué el coche no suena, que ahora está recargando energía para las baterías y que eso que se ve en la pantalla es un esquema que muestra el funcionamiento del motor. Aparte de esa curiosidad interminable, al menos tendrá espacio de sobra en las plazas traseras y podrá ir cómodamente.
El maletero brinda la posibilidad de llevar las bolsas de la compra sin mayores inconvenientes, hay sitio para la compra del mes si fuera necesario. De todas formas, hay que aclarar que con bultos más voluminosos, las cosas se complican un poco. No es nada que no se pueda resolver quitando la bandeja (enrollable y de lona), a pesar de que los paquetes sobresaldrían por detrás del asiento trasero.
Para aparcar tampoco hemos encontrado dificultades. El Toyota Prius Electric Hybrid AWD-i monta una cámara de visión trasera muy útil que sirve de sustituta para el espejo central.
Según la página web oficial de la marca, este coche tiene un precio de partida de 32.690 euros. Trae un buen equipamiento de serie, pero se puede ampliar todavía más con la lista de accesorios disponible.
Imágenes | Producción propia