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¿Están las carreteras y usuarios preparados para el coche autónomo?

Una de las mayores revoluciones que sufrirá el mundo del automóvil será la llegada de los coches autónomos. Sin ir más lejos, hemos visto como en el pasado salón tecnológico de Las Vegas —CES— como las marcas y los desarrolladores de programas aceleran su actividad para adelantar su llegada a las carreteras y ciudades.

Los avances tecnológicos para esta auténtica revolución del transporte, como les gusta denominar a los impulsores de esta tecnología, ya se están llevando a cabo. De hecho, ya hay flotas circulando, aunque en fase de pruebas, por determinadas urbes tales como Singapur o Boston.

Casi todos las grandes fabricantes automovilísticos y decenas de startups se han lanzado a poner en marcha esta tecnología en la que pocas cosas se comparten y muchas piezas tienen que encajar. Sin embargo, la implantación generalizada de estos sistemas que darían vida propia a los vehículos requiere resolver una serie de problemas planteados en cuanto a toma de decisiones en el entorno físico, social y administrativo. Esta toma de decisiones e interconexión dependerá directamente de otros factores externos a la propia máquina.

Aún el conductor tiene la última palabra

El coche autónomo está siendo uno de los objetivos principales y más inmediatos de los principales fabricantes de automóviles. Ya se están llevando a cabo numerosas pruebas de conducción en tráfico real, y muchas de las tecnologías empleadas en el futuro vehículo sin conductor son una realidad en los coches que hoy en día salen de las líneas de producción. Basta ver como elementos como la frenada asistida, el control de mantenimiento en carril o el reconocimiento de las señales de tráfico son elementos cada vez más habituales.

Actualmente nos encontramos en el nivel 3 donde el conductor tiene que estar supervisando las acciones del coche

En la actualidad, en la escala de niveles para vehículos autónomos llevada a cabo por la SAE (Sociedad de Ingenieros Automotrices), nos encontramos en el nivel 3, en el que “el conductor tiene la última palabra y tiene que estar supervisando las acciones del coche”, afirma Felipe Jiménez, profesor del INSIA (Instituto Universitario de Investigación del Automóvil).

Se trata de un modo en el que el automóvil analiza el entorno y es capaz de realizar funciones como parar y volver a reanudar la marcha automáticamente, adelantar al coche que le precede y volver a su carril —requiere orden del conductor— y hasta estacionar automáticamente. De momento, este nivel se encuentra permitido en España en fase de pruebas, siempre y cuando cumpla unos requisitos concretos.

En 2021 se alcanzaría el nivel 4 donde los coches autónomos conducirán en condiciones controladas por la carretera

Expertos como el profesor Jiménez ni siquiera se atreven a dar una fecha concreta para la llegada de futuros niveles. El más próximo, el SAE4, que no requiere de conductor para tomar el control y debería de ser capaz de actuar como lo haría un ser humano al volante pero sin intervención humana. Avanza que en 2021 se alcanzaría este nivel 4, ya que “tendremos coches autónomos conducidos en condiciones bastante controladas en ambientes estructurados, como puede ser una carretera.

De ahí a poderlo realizar en ámbitos urbanos o en maniobras complejas, faltaría un poco más”. El sistema de “conductor virtual” de Ford está diseñado para hacer precisamente eso y está compuesto por sensores LIDAR, cámaras y radares, algoritmos para la localización y selección de rutas, mapas 3D de alta definición y una gran potencia de cálculo de datos.

Una apuesta por el vehículo autónomo

Para alcanzar otros niveles superiores, Ford se puso manos a la obra y el pasado año su entonces director ejecutivo, Mark Fields anunció con motivo del CES, un aumento de 10 a 13 coches del Fusion, su prototipo de vehículo autónomo.

Ford integrará en sus coches el asistente de voz Alexia, que permitirá ejecutar acciones recíprocas entre el coche y el hogar

A pesar de que este ambicioso plan que convertirá a Ford en la marca con mayor flota de vehículos autónomos del mundo, en opinión de Field, la propuesta no supondrá a corto plazo ver vehículos de Ford conduciendo de manera autónoma por las carreteras.

Mientras llega ese ansiado día, la compañía integrará sus coches con el asistente de voz Alexa de Amazon. Un asistente virtual que estará implementado en la interfaz del sistema Sync de Ford y permitirá comunicarse directamente con el altavoz sin cables Echo, previamente configurado en el hogar. De esta forma se podrán ejecutar acciones sencillas como abrir la puerta del garaje o encender las luces de la entrada. Incluso también puede actuar recíprocamente encendiendo la calefacción del coche desde casa o localizar la posición del vehículo si se encuentra fuera.

No todo está supeditado a la tecnología

Está claro que industria y la tecnología no parecen tener dificultades para dar solución a los problemas planteados por el coche autónomo. Otra cuestión son los que lleva inherentes el mismo en el marco legal y social, como avanzamos con anterioridad.

Son varias las incertidumbres que tendrán que solucionarse antes de que llegue el coche autónomo

Para empezar, las actuales normas de circulación, vigentes en la mayoría de los países, tendrían que ser adaptadas a esta nueva circunstancia. Si prestamos atención, todas estas hacen referencia a las obligaciones del conductor respecto al manejo del automóvil —conducir con las dos manos en el volante, controlar el tráfico que nos sigue a través de los retrovisores, etc—.

Pero, ¿qué ocurre si no hay conductor? El problema tendrá que ser resuelto de manera global y con celeridad, pues de no ser así, se puede tener la circunstancia de que los coches autónomos no puedan circular en aquellos países que no suscriban los cambios.

En España, el director general de Tráfico, Gregorio Serrano, adelantó el pasado mes de febrero con motivo de la II Jornada de Tecnología y Seguridad Vial, que la DGT elaborará, antes de que finalice la legislatura, un nuevo Plan Estratégico del Vehículo del siglo XXI para abordar la llegada del coche autónomo a las carreteras españolas.

No obstante, el mismo director de Tráfico ha señalado que aún tiene incertidumbres que solucionar, y muchas de ellas tienen que ver con cuestiones morales por ejemplo, cómo decidir entre atropellar a una persona o chocar con un muro. A pesar de ello, desde tráfico están “trabajando en consonancia con los fabricantes en el vehículo conectado y la regulación del vehículo autónomo”, apunta.

En el mencionado tipo de cuestiones, Luis Montoro, catedrático en Seguridad Vial, considera que “no se puede pensar en coche autónomo solo en términos de tecnología, porque esta tecnología afecta al entorno, las personas, la economía y la sociedad”.

“¿Qué seguro va a tener? ¿A qué edad se podrá utilizar? ¿Quién tendrá la responsabilidad en un accidente? ¿Quién decidirá el dilema moral en una situación complicada? ¿habrá policías de tráfico y multas?”, son solo algunas de las cuestiones que se plantea y que seguro a muchos se nos han pasado por la cabeza.

Las aseguradoras deberán adaptarse al nuevo modelo de negocio

Otra de las grandes adaptaciones y que resultan imprescindibles para la implantaciones del vehículo autónomo vienen de las empresas aseguradoras. En este sentido, todo lo referente a la contratación del seguro de un automóvil de estas características tendrá que ser revisado, introduciendo nuevas cláusulas que contemplen una cobertura para vehículos autónomos.

Y eso no es todo, pues la propia aseguradora tendría que replantearse la cuantía de las primas que se pagan por los automóviles convencionales y por lo tanto, el modelo de negocio, en el caso de que los coches autónomos reduzcan los accidentes prácticamente a cero.

Aún está por ver cómo reaccionaría el vehículo autónomo ante cualquier imprudencia cometida por un conductor

Otra de las grandes dudas la encontramos en la convivencia de los coches autónomos con el resto. Está claro que la inteligencia artificial que dota a estos vehículos es muy eficaz en situaciones normales, pero ante cualquier imprevisto o imprudencia cometida por otros conductores habría que ver cómo reaccionaría el coche autónomo.

Para ello, deberán disponer de una gran base de datos capaces de ofrecer suficientes capacidades de cálculo simultáneo a miles de automóviles en movimiento.

Dudas en la capacidad de adaptación de las carreteras a la infraestructura

Para que el coche autopilotado se pueda desenvolver por las carreteras y calles de la ciudad, estas deberán estar preparadas para poder interactuar con la propia vía de manera clara, directa, y precisa. Así, la señalización deberá llegar sin fallos a las cámaras y sensores de los que dispone el vehículo y tendrá que se homologada de forma global con el fin de evitar cualquier error en el procesamiento, independientemente de cuál sea la situación geográfica.

La infraestructura tardará en llegar, si nos atenemos a la opinión de Jacobo Pineda, director general de la Asociación Española de la Carretera, dado la poca capacidad de adaptación de las carreteras a la infraestructura y la escasa inversión.

“La infraestructura tiene poca capacidad de adaptación al coche autónomo: tardamos 8 años en diseñarlas y construirlas, de media; y las diseñamos para que sean usables otros 40 años”. También es preocupante de que en España se lleve un “decenio de no inversión en conservación de infraestructuras de movilidad”.

El 34% de los españoles se siente cómodo con la idea de compartir carretera con coches autónomos

Aparte de los mencionados actores, ¿estamos preparados nosotros, los conductores? En London School of Economics and Political Science (LSE) han llevado a cabo, en colaboración con el fabricante de neumáticos Goodyear, un estudio mediante un cuestionario online realizado en 11 países para determinar la visión de los conductores ante la perspectiva de que un día los coches conduzcan solos.

El 34% de los encuestados españoles se sentiría cómodo con la idea de compartir carretera con coches autónomos, frente a un 32% que se sentiría incómodo. Además, un 30% se sentiría cómodo viajando en uno de ellos, aunque un 35% la idea le genera incomodidad.

El 42% de los encuestados piensa que la mayor parte de los accidentes de tráfico se deben a un fallo humano, y por tanto, los coches autónomos serán más seguros. Por su parte, el 58% piensan que las máquinas carecen de sentido común para interactuar con los conductores.

Como hemos visto, queda mucho por hacer en los distintos ámbitos de actuación, desde la regeneración de infraestructuras que dialoguen con el vehículo autónomo hasta la educación de los conductores que convivan con este nuevo concepto de automóvil.

Imágenes | Ford

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