Corren tiempos convulsos entre las autoridades europeas y la calidad del aire en las ciudades. Os hemos venido informando de cómo muchos gobiernos europeos están planteando medidas más o menos radicales para evitar episodios de contaminación y cumplir con los objetivos medioambientales. Reino Unido es uno de los puntos más candentes con respecto a este asunto.
Londres ha venido arrastrando algún que otro escándalo relacionado, mientras las autoridades han ido, poco a poco, perfeccionando el sistema de tránsito que impone su área de bajas emisiones en la que, dependiendo de la motorización que conduzcamos, hemos de pagar un peaje de mayor o menor cuantía. Muchos grupos ven insuficientes las medidas que se están tomando, y entre estos, ahora el tribunal de Justicia de mayor rango en Reino Unido se ha hecho oír, instando al Gobierno a agilizar su labor y presentar un plan antes de que termine 2015.
Semejante proyecto reclamado por la Justicia británica tiene que ver y mucho con el apoyo a las motorizaciones diésel, teniendo en cuenta que los jueces han concretado su atención en los óxidos de nitrógeno (NOx).
Piden que se cumplan las recomendaciones marcadas desde la Unión Europea en materia de salud pública, y que se trabaje en consonancia con los trabajos de la Comisión Europea. Tras esto, el debate está servido de nuevo en este país sobre qué hacer exactamente. Los defensores del diésel argumentan algo que ya conocemos, el hecho de que después de un apoyo incondicional a este tipo de motorizaciones, ahora se invierta la situación.
En la pasada década, Reino Unido pasó de tener 1,6 millones de coches diésel a 11 millones. Lógicamente, las medidas en contra del diésel y en favor de la salud pública no dejan de ser muy impopulares. Renstringir el tráfico u obligar a la compra de nuevos coches son maniobras que tienen muchos y lógicos detractores. Por eso, las autoridades pasan por buscar fórmulas intermedias. Sin salirnos de Reino Unido, el año pasado se anunciaba una ayuda de 2.500 euros de bonificación en la compra de un coche si se entregaba un diésel.
La cuestión no es sencilla, como bien sabemos, y además, las motorizaciones diésel no dejan de tener muchos defensores, partiendo de los propios fabricantes. Por cierto, estos días, en España, sumida en plena batalla electoral, las promesas impopulares no están muy de moda. Hace días os contábamos en Motorpasión ese mensaje de "Nada de cerrar al tráfico el centro de Madrid... si me votas".
En el caso de Madrid en concreto, de seguir el camino actual, parece que sus ciudadanos, en función de los designios de la meteorología y el tubo de escape, aguantarán seguramente más episodios de contaminación (como ya explicamos, el plan actual para paliar estas situaciones es más bien "lento")
De vuelta más al Norte, nos queda comprobar si las presiones terminan por hacer efecto, los planes contra la contaminación toman forman y el número de coches diésel termina por reducirse. No es algo que debamos ignorar, pues el éxito o no de esto marcará años más tarde la tendencia en España.
Vía | BBC
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