Europa ya no es el único lugar del mundo en el que el futuro de los coches de gasolina y diésel está en el aire a partir del año 2035. Con la vista puesta en el Viejo Continente y sus políticas, Canadá pretende seguir exactamente la misma estrategia y lo mismo sucede con California, en Estados Unidos.
Sin embargo, cuantas más voces se muestran a favor de esta posición que lo apuesta todo al coche eléctrico en un plazo de poco más de diez años, más detractores surgen.
Solo hay que ver la última propuesta de ley que ha redactado un grupo de senadores del Estado de Wyoming, también en Estados Unidos. ¿Su objetivo? Prohibir el coche eléctrico a partir de 2035.
Simpre que hay defensores hay detractores
La decisión de la Unión Europea de prohibir la venta de coches de gasolina y diésel en el año 2035 ha marcado un precedente. Hace poco, Canadá ha dejado claro que pretende sumarse a esta decisión y, el pasado verano, el Estado de California puso sobre la mesa esta idea que encaja a la perfección con sus famosas políticas de reducción de emisiones.
De hecho, California ya ha declarado abiertamente la guerra a los camiones y autobuses diésel, pero también lidera el mercado de vehículos electrificados en Estados Unidos mientras lucha por desterrar los coches de gasolina.
Pero no todo el mundo está a favor de esta estrategia. Y eso es lo que han tratado de hacer algunos de los políticos del Estado de Wyoming. Con el apoyo de un grupo de legisladores republicanos, el senador Jim Anderson presentó hace unos días un proyecto de ley que pretende prohibir la venta de nuevos vehículos eléctricos para el año 2035.
La propuesta de ley tiene carácter estatal, por lo que, de ser aprobada, solo afectaría al Estado de Wyoming. En el texto legal se recogen las razones que han impulsado a escribir esta propuesta y la mayoría de ellas tienen carácter local porque aluden, entre cosas, a la importancia que tiene la industria de petróleo y el gas en la economía de Wyoming.
Y lo cierto es que este Estado es el mayor productor de carbón de todo Estados Unidos, pero el petróleo y el gas también son dos de sus principales activos. De manera que la propuesta determina que “desde su invención, el vehículo a gasolina ha permitido a las industrias y empresas del Estado participar en el comercio y transportar bienes y recursos de manera más eficiente en todo el país”.
Más allá de esta razón, que se acompaña con el argumento de la creación de “innumerables empleos” y de “haber aportado ingresos al Estado de Wyoming a lo largo de la historia del Estado”, la propuesta esgrime otros argumentos en contra del coche eléctrico.
Entre ellos, figura la falta de infraestructura de carga de vehículos eléctricos en “los vastos tramos de carretera de Wyoming”, los problemas de abastecimiento que puede suponer la fabricación de baterías, la problemática ligada al reciclaje o deshecho de las mismas, la imposibilidad de cubrir la demanda de energía necesaria para abastecer a un parque de vehículos 100% eléctrico o que la inversión que han hecho Estados Unidos y Wyoming en la industria del petróleo caiga en saco roto.
Son argumentos demasiado triviales, tanto que podrían pasar por los que se escucha en cualquier debate de bar sobre el vehículo eléctrico. Tanto es así que cuesta pensar que alguna cámara política aprobase una propuesta de semejante magnitud basada en esas premisas.
De hecho, al leerla es imposible pensar que esa propuesta no irá ningún sitio y se quedará simplemente en eso: una propuesta. Pero tampoco se puede pasar por alto lo que hay detrás de todo esto.
Eléctricos vs gasolina: la nueva guerra cultural
Y no es otra cosa que una nueva guerra cultural, es decir, un enfrentamiento que dos ideologías con posicionamiento fijo y bastante polarizado sobre cierto tema. Las personas de un bando hacen todo lo posible por defender su idea y atacar al contrario, aprovechando cualquier oportunidad disponible para hacerlo.
Es algo muy habitual en la política y los medios estadounidenses porque siempre se ha traducido en oportunidades para ganar audiencia y votos. El derecho al aborto, la inmigración o la manera en la que se celebra la Navidad son algunos ejemplos. Y ahora el coche eléctrico se ha convertido en una guerra cultural más.
Hay que tener en cuenta que en estos enfrentamientos el objetivo es ganar votos y audiencia, todo lo demás pasa a un segundo plano. Por eso, hay mucho de declaración de intenciones y de comportamiento de cara a la galería (lo que ahora conocemos como postureo en el lenguaje coloquial), pero los matices de esas posturas, la realidad y las consecuencias pasan a un segundo plano. Como suele decirse: mucho ruido y pocas nueces.
La propuesta de ley del grupo de senadores republicanos de Wyoming es el mejor ejemplo y el propio senador Jim Anderson, el principal impulsor de la ley, lo ha reconocido en una entrevista concedida a The Washington Post tres días después de presentar la propuesta.
El político republicano aseguró que no tiene "ningún problema con los coches eléctricos. Quien quiera comprar uno debería ser libre de hacerlo. Sólo queremos mandar un mensaje".
“Tengo un problema con alguien que dice: No compre más vehículos de petróleo", añade Anderson, y aclara que la propuesta solo se ha hecho para "transmitir el mensaje de que no estamos contentos con los estados que están prohibiendo nuestro vehículos".
Ese mensaje no es otro que defender la postura opuesta al grupo político contrario, es decir, a los demócratas, que están totalmente alineados con las políticas de reducción de emisiones, como sucede en el Estado de California.
Técnicamente, si ese "mensaje" superase el proceso legislativo acabaría convirtiéndose en una ley real que afectaría a la posibilidad de comprar un coche eléctrico en Wyoming. Por lo tanto, sus consecuencias podrían ser muy serias.
Sin embargo, a Jim Anderson y los políticos que le apoyan les da igual esto último. Solo pretenden ganar los votos de aquellas personas que se muestran contrarias a los demócratas y al coche eléctrico. Y teniendo en cuenta que una buena parte de los habitantes de Wyoming viven del carbón, el petróleo y el gas, no es nada descabellado.
Por eso, a Anderson le compensa meterse en semejante embrollo, a pesar de reconocer que no tiene nada en contra del coche eléctrico. Es pura política servida de la mano del coche eléctrico.
Es más, la propia propuesta de ley no esconde esto, a pesar de que debe tener el carácter serio que se espera encontrar en cualquier texto que llegue a una cámara política. Por eso habla de “prohibición gradual”, en clara referencia a la prohibición gradual de los coches de combustión que plantean las políticas de reducción de emisiones.
También llama la atención que al final del texto, concretamente en la Sección 3 de la propuesta, se haga alusión al gobernador de California: “Que el Secretario del Estado de Wyoming transmita copias de esta resolución al Presidente de los Estados Unidos, a cada miembro de la delegación del Congreso de Wyoming, al Presidente del Senado de los Estados Unidos, al Portavoz de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, al gobernador de Wyoming y el gobernador de California”.
Eso no quita que exista alguna posibilidad de que acabe aprobándose y convirtiéndose en ley, marcando así un precedente peligroso para el futuro del coche eléctrico. Pero es tan remota que no tiene sentido ni siquiera barajarlo.
Lo que está claro es que el coche eléctrico se ha convertido en un nuevo campo de batalla, aunque el empleo de millones de personas en todo el mundo dependa de ello.
Y, por supuesto, también están en juego los planes de millones de familias que se enfrentan cada día a la incertidumbre de qué pasará en el futuro si se compra un coche de combustión o uno eléctrico. A los políticos parece que les da igual y "juegan" a tirarse dardos sin importarles las consecuencas.