El automóvil ha sido y será siempre un espejo de la sociedad en cada momento histórico, en particular de las circunstancias económicas de una época. El modelo que os presento hoy, Renault Reinastella, es el fiel reflejo de la sociedad opulenta de los años 20 previos a la Gran Depresión, la crisis bursátil de 1929.
Los años 20 se caracterizaron por el boom económico de la sociedad industrial posterior al fin de la I Guerra Mundial. Tras cuatro años de sufrimiento, las fortunas más notables de América y Europa dieron rienda suelta a la euforia y la adquisición de coches de lujo.
Bajo la presión de esta demanda, las grandes marcas se lanzaron a la construcción de modelos acordes con esos gustos, que rivalizaban en tamaño, potencia, lujo, confort, refinamiento y prestaciones. Este es el contexto en el que apareció el Renault Reinastella.
El nacimiento de una estrella
En una sociedad que adoraba a Josephine Baker, el Moulin Rouge y vibraba con el Charleston, los Hispano-Suizas, Rolls-Royce, Daimler, Packard y Reinastellas, permitieron que las clases más acomodadas se divirtieran y soñaran con estos vehículos extraordinarios, que han sido y son el sueño de los demás mortales también.
Originalmente llamado Renahuit, el Renault Reinastella fue presentado en el Salón del Automóvil de París de 1928. La elegancia y el lujo sofisticado de este modelo de prestigio le convirtieron en la “Reina de Billancourt”, (os recuerdo que en francés el coche pertenece al género femenino la voiture).
El Renault Reinastella marcó el inicio de la serie Stella, una constelación de modelos prestigiosos producidos hasta 1933. Reconocible por la estrella situada en la parrilla del radiador, por encima de la pastilla famosa, el Reinastella ilustra la edad de oro de la carrocería clásica.
Pariente de otra joya de la época, el Renault CV 40, el Reinastella se caracterizaba por sus dimensiones. Con una longitud de 5,30 m, ancho 2 m y 2.500 kg de peso, cuando hizo su debut en el mercado, la Reina de Billancourt fue el coche más grande jamás producido por Renault.
Reinastella, elegante e innovador
Menos deportivo que sus rivales del momento, Hispano Suiza o Rolls Royce, en este modelo Renault puso el énfasis en la comodidad, resistencia y precio, con un nivel de rendimiento que fue más que respetable.
El Reinastella fue el primer Renault equipado con un motor de 8 cilindros de 7,1 litros, de 75 bhp (56 kW). Tenía una velocidad máxima de 140 kilómetros por hora, como se destaca en los anuncios de la época, donde se comparaban sus prestaciones con las del ferrocarril:
El Reinastella supera fácilmente los 130 kilómetros por hora y ofrece los más altos promedios, incluso en los viajes más largos. Este vehículo suntuoso eclipsa a los trenes más lujosos de comodidad, rapidez y seguridad.
Como detalle de innovación hay que citar el radiador, colocado por primera vez en la parte delantera del enorme capó —señal distintiva entonces del lujo—. Todos los futuros modelos de la marca francesa adoptarían el mismo diseño.
En 1933, aparició en el mercado una versión coupé más ligera: el Reinasport. Como sugiere su nombre, se trataba de una versión más deportiva, diseñada para competir con los modelos del Reino Unido y EE.UU. También era más económico y, al igual que su primo el Nervastella, estaban mejor adaptados a las condiciones económicas que surgieron a raíz de la crisis de 1929.
Viendo esta obra maestra de belleza y elegancia, ha recordado una frase que no sé si se la oí a alguien o la he leído en alguna parte: Para coches, en los que se entra de pie.
Imagen | Empoor, (Renault CV 40)