Cuando pensamos en la historia de Porsche, solemos acordarnos de Ferdinand Porsche, el fundador de la marca, y de Ferry Porsche, su hijo. Sin embargo, pocas veces nos acordamos de Louise Piëch, que fue la hija del fundador de la marca y una pieza fundamental en el desarrollo de Porsche y en los éxitos deportivos de la firma de Stuttgart.
En Austria, Louise Piëch era una personalidad importante, aunque nunca buscó el reconocimiento que se merecía fuera de sus fronteras. A diferencia de lo que ocurrió con su hermano, Ferry Porsche, Louise Piëch nunca se convirtió en un icono, aunque la red de distribución que dirigía superó en ventas a la propia marca Porsche y muchas veces lo logró también en rentabilidad.
En sus primeros 50 años de funcionamiento, la red de Louise Piëch generó 25.000 millones de dólares vendiendo y ocupándose del mantenimiento de dos millones de automóviles.
En el testamento de Ferdinand Porsche, y en contra de la costumbre que todavía prevalecía en toda Europa, el fundador de la firma de Stuttgart no dejó su principal propiedad al mayor de los varones de la familia, o al único varón en su caso, sino que dividió en dos su empresa para dejarla en herencia a sus dos hijos.
Los dos hermanos decidieron ser copropietarios de los dos empresas resultantes del testamento, pero cada uno administraría la suya a su manera, y de hecho las direcciones serían separadas e independientes.
De todos modos, Louise Piëch era la que más sentido empresarial tenía, además de ser muy fiel a la familia y al legado de su padre. Desde que tuvo uso de razón, aprendió los entresijos de la empresa con la pasión automovilística por bandera.
Predestinada para dirigir Porsche
En agosto de 1904, Ferdinand Porsche estaba en Austria trabajando para Jakob Lohner, sobre el proyecto de un coche eléctrico, cuando nació su hija Louise Hedwige Anna Willhelmine Marie Porsche. En 1907, la familia se mudó a Wiener Neustadt, a 50 km de Viena (Austria), pues Ferdinand había sido nombrado para llevar la dirección técnica de la Austro-Daimler.
En la Austro-Daimler, Ferdinand era un verdadero adicto al trabajo, y esto de alguna forma ayudó a forjar la paciencia de su hija, que no era capaz de irse a dormir si su padre no le había dado antes las buenas noches.
Tras la Primera Guerra Mundial, Porsche entró a trabajar en Daimler, fabricante de los Mercedes-Benz, en Stuttgart. Louise, que tenía el carnet de conducir desde 1918, es decir, desde los 14 años, se interesó entonces por la Competición.
En 1926 tomó parte en un rally junto a Rudolf Caracciola y Adolph Rosenberger, pilotos oficiales de Mercedes. En un tramo de subida, Louise marcó un mejor tiempo que sus “compañeros” de marca. Ferdinand estaba convencido de que lo logró porque no tuvo remordimientos en subir de vueltas el motor más allá de lo razonable.
A mediados de la década de 1920, Louise empezó a salir con un abogado que acababa de licenciarse y que estaba en prácticas en el bufete paterno. Su nombre era Anton Piëch. Anton Piëch y Louise Porsche se casaron el 28 de junio de 1928.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Louise mostró la misma determinación que en la Competición e hizo gala de su habilidad para los negocios. Con la caída de la Alemania Nazi, las propiedades de alemanes en Austria se exponían a ser confiscadas por el Gobierno austriaco.
Los Porsche corrían así el riesgo de ver sus posesiones nacionalizadas. Pero Louise, que tenía nacionalidad austriaca, puso todo a su nombre para evitar que le pudiesen confiscar empresas y propiedades como la granja-taller de Gmünd. Como consecuencia, el 1 de abril de 1947 se constituyó la Porsche Konstruktionen GmbH en Salzburgo.
En 1948, Louise Piëch consiguió el contrato de distribución de los Volkswagen para Austria. Con un único y pequeño préstamo en el bolsillo, los Piëch dejaron Gmünd y se instalaron en unos garajes de Salzburgo. En mayo de 1949, recibieron los primeros 14 Volkswagen Escarabajos. Se quedaron siete unidades como coches de demostración y vendieron los otros siete.
Todo cambió en la vida de Louise Piëch el 29 de agosto de 1952, el mismo día que ella cumplía 48 años. Entonces, era la mujer de Anton Piëch, abogado y gerente de la importadora austriaca Porsche Konstruktionen GmbH, que contaba entonces con 71 empleados y se dedicaba a la distribución de coches Porsche y Volkswagen. Además, era madre de cuatro hijos: Ernst (de 23 años), Louise (20), Ferdinand (15) y Hans-Michael (10).
Residían en la casa familiar de Zell am See, pero también tenían un piso en Salzburgo, desde donde dirigían la compañía, y una casa para el verano en Wörthersee. Cosas de la vida: hoy en día y desde hace más de 20 años, Wörthersee sirve de escenario para la mayor concentración de coches Volkswagen, Audi y Porsche de todo el mundo.
Ese 29 de agosto de 1952 estaba la familia en Wörthersee para celebrar el cumpleaños de Louise, pero Anton no se decidía a llegar desde Salzburgo. Nunca lo haría. Había padecido un ataque al corazón. Anton Piëch falleció aquel mismo día, pocos días antes de cumplir 58 años.
A sus 48 años, Louise Piëch se vio al frente de la Porsche Konstruktionen GmbH. Esa empresa, al igual que la propia Porsche, era la propiedad conjunta de los dos hijos de Ferdinand Porsche, Ferry y Louise. Y algunos dudaron de la capacidad de Louise Piëch para dirigir la empresa.
Los comienzos de la importadora no fueron brillantes. En 1949, vendieron 14 VW Escarabajos en Austria y en 1952 tan sólo 798 unidades. Quizá habría sido mejor vender la distribuidora y concentrarse en la fabricación de coches. Finalmente se decidió seguir adelante y Louise estaría al frente. Finalmente, dirgiría la empresa con maestría.
Quien dirigía la empresa era Louise Piëch, aunque fuera en la sombra y de manera sutil. Era vox populi. Las decisiones que tomaba Anton Piëch no eran más que el reflejo de la voluntad de Louise Piëch. No en vano, Louise se fue preparando, sin saberlo, para dirigir la empresa. Ferdinand Porsche siempre hablaba de los temas importantes con su hija Louise, porque veía que su hija podría sacar el negocio adelante.
En 1953, el mercado se liberalizó y Louise ya vendió 5.218 Volkswagen en 1954, es decir, controlaba el 25% del mercado. Desde 1959, Volkswagen es la marca líder en Austria… En 1961, se celebró el Volkswagen nº 100.000 matriculado en Austria y Louise decidió crear su propia red de concesionarios, la Porsche-Inter Auto. Naturalmente, empezó a importar los Porsche una vez que se fabricaron en serie en Alemania.
Louise Piëch, con la Competición en la sangre
Con su hijo Ferdinand Piëch al frente del departamento de ingeniería en Porsche y como responsable del 917 (ya había desarrollado el motor del 804 F1 y los Porsche 906 y 908), Louise consiguió que en 1970 corrieran dos 917K, Österreich 1 y Österreich 2, con el apoyo oficial de la marca, a pesar del enfurecimiento de John Wyer, que no se espera una competencia interna a sus “917 Gulf”.
En las 24 Horas de Le Mans de 1970, un Porsche 917 k Salzburg (el nº 917-023 con los colores de la ciudad austríaca que coinciden con los de la bandera nacional) ganó la prueba de resistencia con Richard Attwood y Hans Herrmann al volante. La carrera de ese año fue marcada por la lluvia y la niebla, muy pocos coches llegaron al final.
Pero Porsche consiguió un triplete y su primera victoria absoluta en Le Mans. El 917K de Attwood y Hermann fue el ganador, mientras que el 917L con los colores de Martini -con Gérard Larrousse y Willi Kauhsen- terminó segundo. El Porsche 908/2L se colocó en tercera posición, pilotado por Rudi Lins y un tal Dr. Helmut Marko (eso sí, a 7 vueltas del vencedor...).
Hacia el final de su vida, Louise seguía dirigiendo la filial austrica de Porsche, incluso después de que los dos clanes, Piëch y Porsche, acordasen no dirigir la Porsche. Desde entonces, sus actividades se limitan a un consejo de supervisión. Por supuesto, Louise siguió pintando a la acuarela, una afición que empezó con 20 años, y nadando cada día para estar en forma.
También siguió conduciendo a muy buen ritmo. Siempre tuvo buenos coches a su disposición, como el primer 911 Turbo o uno de los primeros Audi Quattro. Las máquinas más rápidas de la familia siempre estaban a su disposición. De hecho, comentó una vez: «Siempre he conducido los coches de mi familia. Primero, los de mi padre, luego los de mi hermano y ahora los de mi hijo».
Y así fue hasta la muerte de Louise Piëch, en 1999.