Vamos con la última parte de la historia de John Z. DeLorean. En primer lugar tenéis que saber que esta vez no me ha sido tan fácil contarla. El motivo es que las fuentes consultadas no son lo suficientemente explícitas con respecto a este periodo y que, por ello, carezco de la cantidad de datos fiables y contrastados que me gustaría.
¿Fue el mercader de sueños más un héroe o un villano? Es necesario contestar a esta pregunta porque hay gente importante que opina que era un sinvergüenza. Por ejemplo, en el obituario publicado por el prestigioso diario británico The Guardian le ponen a parir. La BBC, aunque mucho más taimada, le llama Maquiavelo. Incluso los periódicos estadounidenses, si bien difieren en lo anterior de sus colegas extranjeros, en todo caso pintan una vida bastante truculenta para el DeLorean post cocaína.
Sin ánimo de ser simplista, yo creo que fue un buen tío; un ser humano genial al que sin embargo le pudieron la soberbia y la vanidad. Sus propósito eran buenos pero la confianza en si mismo excesiva. No tomó las precauciones suficientes en el proyecto DMC y, siendo como era un fuera de serie, cayó con la fuerza de un quasar. El escándalo de las drogas terminó de destrozarle la vida pero eso no era más que el principio de un calvario judicial que le llevó a la bancarrota en 2000. Vayamos más despacio.
La tentación
El creador del primer muscle car fue detenido por agentes del FBI el 19 de octubre de 1982, en un hotel de Los Ángeles. En la mesa situada enfrente suyo había un maletín repleto de cocaína a la que se había referido como “mejor que el oro”. Todo estaba grabado… Difícil escaquearse, ¿Verdad? Le habían pillado como quien dice con las manos en la masa.
Tras la primera vista el juez decretó su ingreso en prisión con una fianza multimillonaria. La reunió en apenas diez días y salió de nuevo a la luz con el objetivo de preparar impecablemente su defensa, ya que si perdía el caso pasaría más de sesenta años a la sombra.
Probablemente ya os habréis dado cuenta de la tecla que tenía que pulsar el abogado de John para ganar. En efecto, la realidad era que DeLorean no habría traficado con droga de no haber sido por la invitación del exnarco e informador del FBI y la DEA James Hoffman, cuyo objetivo era atrapar a otro criminal.
Es decir, si la administración se había servido de él para hacer su trabajo, encima no iban a enchironarle. Basicamente eso era todo lo que había que sacar a relucir para que el jurado encontrará no culpable a John DeLorean, lo cual hizo en agosto de 1984.
Pero eso es muy distinto de ser declarado inocente. Él había ido muy lejos en una operación de tráfico de drogas, fuera real o no. Moralmente era culpable y eso la sociedad estadounidense no lo olvidó jamás.
Eso sí, en todo este asunto existen matices que conviene mencionar. Por ejemplo, es posible que DeLorean tuviese miedo. En un documental de los que vi, perteneciente a la serie E! Hollywood, se contaba que el fabricante intentó salirse del trato y entonces Hoffman le previno de que la contrapartida podría ser el asesinato de su hija. No doy demasiado crédito a dicha producción pero la verdad es que tiene fama.
Y… Personalmente yo estaría aterrado de pensar que 2500 puestos de trabajo iban a desaparecer por mi culpa. Es posible que él también. Quiero decir, unid ambas cosas a la frustración de perder (a una escala demoledora) por primera vez en la vida y quizá tengáis un cóctel capaz de empujaros al abismo.
También hay preguntas importantes que hacerse. Porque, sinceramente, si uno lo piensa bien ¿Qué demonios está pasando aquí? ¿Por qué escoger como señuelo de una operación de tráfico de estupefacientes al dueño de DMC? Y sobre todo, ¿Por qué juzgarle después? O yo he entendido mal el tema o aquí hay algo que no encaja.
No soy amigo de paranoias, pero desde mi posición opino que puede que Detroit tuviese algo que ver en todo esto. Es como con Preston Tucker en los años cuarenta, cuando acabaron con el nuevo competidor. Es posible que también hicieran lo mismo con E.L. Cord durante los treinta. Excepto en cuanto a Tucker solo son suposiciones pero…
Además, ¿Por qué J.Z. no demandó a la administración yanqui por haber destrozado su imagen?
En fin, sea como fuere, merecida o inmerecidamente, el caso es que la estrella de John DeLorean cambió. Después del juicio ya no tenía nada que decir en la industria del automóvil. Por su parte la DMC había sido cerrada por Barrie Wills, segundo de a bordo, practicamente el mismo día de su detención en octubre del 82.
Y a propósito de los trabajadores, lo tenían muy negro. El desempleo en Irlanda del Norte seguía siendo galopante y la pérdida de su puesto significaría no encontrar otro. Por ello 256 operarios tomaron la fábrica exigiendo el derecho al trabajo. Y allí se quedaron hasta febrero del año siguiente, entre otras cosas construyendo artesanalmente los últimos seis ejemplares de DMC-12.
Estoy acabado
¿Vosotros me comprarías un coche usado?
Esa fue la pregunta esperanzada y cargada de tristeza que DeLorean lanzó a los periodistas de la rueda de prensa que le esperaba a la salida de la última sesión judicial, a continuación de declarar publicamente que estaba acabado. En realidad así fue, nunca más volvió a construir un coche.
Y eso que sus problemas con la justicia no habían hecho más que empezar. Al año siguiente tuvo otro pleito, esta vez por el robo de ocho millones y medio de libras de los fondos cedidos por el gobierno británico para DMC.
En algún momento John Z. y otros altos cargos de la compañía supuestamente desviaron dicho dinero a cuentas personales. Al menos en una primera ocasión él fue absuelto pero aquellos implicados procesados en Reino Unido, como por ejemplo el contable de Lotus Fred Bushell, fueron condenados a prisión.
Según la BBC Colin Chapman estaba implicado y se llevó su parte a la tumba. Efectivamente, por aquellas fechas el magnífico ingeniero inglés moría víctima de un infarto y es posible, tal y como dice un buen amigo mío, que fuese la tensión provocada por este asunto lo le mató.
Después llegaron más y más demandas, fundamentalmente como consecuencia de la fragilísima estructura financiera que sostuvo a la DeLorean Motor Company. Y es que su fundador había vendido un sueño en la firme creencia de que no podía fallar, de que era infalible.
Sin embargo la suerte, que no le había dado la espalda desde que dejara de ser un niño, aquella vez lo hizo. Entonces los inversores pudieron ver lo arriesgado de la apuesta que habían hecho; descubrieron que no había un plan b, un colchón, por si las cosas fallaban.
O por lo menos así lo he interpretado yo, porque si no no entiendo cómo los acreedores e inversores pudieron perseguirle hasta que se declaró en bancarrota en 2000. ¿No se supone que la responsabilidad de una sociedad empresarial no alcanza al patrimonio de sus gestores? Solo sobre una base de fraude es posible que eso suceda.
Finalmente hay otra cosa, pero ésa la comprendo mejor: Impagó los honorarios multimillonarios de sus abogados. Le sacaron de bastantes problemas (más de cuarenta casos) pero entre vosotros y yo y como me duele en el alma ver lo que cobran los buenos abogados, creo que se lo voy a pasar por alto.
Al final
Su esposa le abandonó por un magnate mediático. Los amigos pronto volaron, sobre todo aquellos a los que había comprometido con inversiones en su sueño. Por un tiempo hizo frente sólo al temporal, hasta que volvió a casarse, probablemente con alguien que como su primera mujer le quería por quien era y no por la pasta que tenía.
Y hablando otra vez de dinero, algo o alguien generoso debía de tener escondido porque hasta 2000 pudo seguir viviendo en su mansión de Nueva Jersey. Entonces se la expropieron junto al resto de lo que quedaba de su patrimonio para seguir pagando a los acreedores.
También fueron confiscados los pocos beneficios de los negocios que intentó emprender. A propósito de éstos, quizá el más sonado fue la inútil comercialización del reloj de lujo D=MC2 (3500 dólares), con el objetivo de fabricar un nuevo deportivo de carrocería plástica (como el BMW Z1) y motor Hydristor.
Y es que su mujer Sally y su hermano Chuck aseguran que siempre estaba tratando de regresar a su pasión, el automovilismo. Ya casi tenía financiación cuando una apoplejía le mató a los ochenta años de edad, el 19 de marzo de 2005.
Vaya… Te equivocaste y pagaste tus errores a precio de diamantes. Descansa en paz dulce príncipe.
(Nota importante: Es probable que hayáis terminado con un nudo en la garganta y eso no va a quedar así. Intentad volver a tragar saliva sabiendo que aunque John Z. DeLorean y su DMC cayeron, no ocurrió lo mismo con el deportivo biplaza de Regreso al Futuro. Unos tejanos compraron los derechos de producción y gran parte del stock de piezas sobrante tras la quiebra y ahora fabrican DMC-12s nuevecitos. El precio es el de ayer, así que si alguien necesita cambiar de coche… Además, son los responsables de la nueva versión eléctrica que trae de cabeza a la red y sobre la que pronto escribiré.)
Fotografía | Excepto la imagen de portada y Janderk1968 y stevevoght, el resto es de Rex Gray
En Motorpasion | La balada de John Z. DeLorean (1): Los orígenes, La balada de John Z. DeLorean (2): El sueño de acero inoxidable