El Chevy Impala de Dan Gurney: un "coche pródigo" de leyenda que vuelve a casa tras 63 años y tres continentes recorridos

El Chevy Impala de Dan Gurney: un "coche pródigo" de leyenda que vuelve a casa tras 63 años y tres continentes recorridos
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Pocas historias reconfortan más a un petrolhead de bien que aquellas que cierran el círculo de un coche especial que un día tuvo que venderse y que, por suerte o azares del destino, acaba volviendo a casa. Más si como en este caso, la pasión por el automovilismo, la aventura y la conexión entre un coche y su piloto traspasan fronteras… incluso seis décadas después.

Los principales protagonistas aquí son tres: un flamante Chevy Impala 1961 que fue propiedad del prodigioso Dan Gurney, el propio piloto y su hijo Justin. Y aunque hayamos hecho spoiler de cómo termina, merece la pena conocer la increíble odisea de este “coche pródigo”, que reconecta el legado de un pionero del automovilismo con la pasión de toda una familia.

El inicio de una leyenda: el Chevy Impala del mítico Dan Gurney

Ensamblado en Van Nuys (California, EEUU), en 1961, el Chevy Impala con techo de burbuja llevaba bajo el capó el poderoso motor V8 de 409 pulgadas cúbicas (6,7 litros) o “big-block” de 360 CV: el bloque más potente de la marca hasta 1965. Poco después de salir de fábrica, llegó a manos de Dan Gurney, un joven ingeniero y piloto cuyo talento ya dejaba su huella en Fórmula 1 y las carreras de resistencia.

Tal era su don, que competía en distintos campeonatos a la vez. Merece la pena recordar que, Dan Gurney, fallecido el 14 de enero de 2018 a los 86 años, fue una verdadera leyenda del automovilismo. Único entre pocos pilotos, logró victorias en Fórmula 1, NASCAR y USAC: un logro compartido con Mario Andretti y Juan Pablo Montoya.

Además de ser el padre de avances como el casco integral, Gurney comenzó su trayectoria en Grandes Premios con equipos como Ferrari, BRM, Porsche y Brabham, antes de construir su propio coche, el icónico “Gurney Eagle”, con el que ganó el Gran Premio de Bélgica en 1967.

Ese mismo año, junto a A.J. Foyt, conquistó las 24 Horas de Le Mans, un triunfo histórico que cimentó una amistad basada en respeto mutuo. “Dan era una verdadera leyenda de nuestro deporte, un gran innovador y piloto”, recordó Foyt, destacando la unión que forjaron en esa inolvidable victoria.

Pero con una agenda tan apretada, Dan no podía disfrutar mucho de su nueva adquisición, y mientras viajaba de circuito en circuito le dejó el Impala a un amigo suyo, quien lo utilizó para su luna de miel, recorriendo los EEUU desde Los Ángeles hasta Nueva York. Pero el destino del Impala cambiaría rápidamente.

Tras su aventura en carretera, el coche fue enviado por barco a Inglaterra, donde Gurney lo preparó para una carrera de turismos en el circuito de Silverstone. A pesar de las modificaciones mínimas, como una barra estabilizadora de Corvette y mejoras en la refrigeración de los frenos, el Impala sorprendió al liderar las primeras 10 vueltas frente a leyendas como Bruce McLaren, Mike Parkes y Graham Hill.

Sin embargo, la carrera no terminó como se esperaba: una rueda desprendida obligó a Gurney a retirarse. “Mi padre siempre hablaba de lo frustrante que fue”, contaba Justin Gurney en una entrevista con The Drive.

La transformación y el viaje del Impala de Dan Gurney alrededor del mundo

Después del incidente en Silverstone, las reglas del circuito prohibieron al Impala competir nuevamente. Gurney necesitaba otro, así que para poder comprarlo le vendió el suyo a Laurie O’Neill, un amigo suyo australiano residente en Inglaterra, quien lo envió a su país natal y lo transformó en un vehículo de trabajo.

Para ello, sustituyó el poderoso V8 por un humilde motor de seis cilindros en línea, fragmentando el coche y su motor original en dos partes separadas por miles de kilómetros para convertir al Impala en un caballo de batalla. Durante las siguientes décadas, el Chevy cambió varias veces de manos en Australia y perdió su esplendor original.

Un giro inesperado ocurrió cuando Vern France, un experto en Impalas de Nueva Jersey, adquirió el coche. A pesar de autentificar su origen y de ponerse en contacto con el hijo de Dan, el estado del vehículo y su precio lo hacían inaccesible para Justin Gurney en aquel momento. “Estaba en un estado lamentable”, confesó Justin.

Dan Gurney
Dan Gurney

El coche terminó en Inglaterra nuevamente, donde Ed Foster, un periodista especializado en automoción, lo restauró dotándole de un nuevo motor V8 para devolverle su configuración de fábrica. Foster sabía que este icónico modelo fue mucho más que un coche para el legendario piloto, y le dio el cariño que merecía tras décadas de penurias.

Más de seis décadas después y tres continentes, por fin en casa

La restauración permitió al Chevy Impala 1961 brillar en eventos como el Goodwood Revival, donde sirvió como pace car (coche de seguridad) con Dario Franchitti al volante. Además, Foster completó simbólicamente las dos vueltas finales en Silverstone que Gurney no pudo terminar en 1961. Pero la verdadera “cuadratura del círculo” llegó cuando Foster decidió vender el coche y contactó a Justin Gurney.

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“Cuando Ed me llamó, no lo dudé”, relató Justin. Lo más sorprendente fue cómo se dio la recuperación del motor original del coche. Este motor, perdido durante décadas, fue encontrado por casualidad en un barco. Y el hallazgo fue posible gracias a una investigación meticulosa y la colaboración de varios entusiastas del automovilismo que rastrearon su paradero.

“Resultó que alguien lo había guardado como repuesto, y estaba almacenado en la bodega de un barco que se utilizaba para transportar piezas”, explicó Justin. El hallazgo resultó tan certero como extraordinario: el motor seguía conservando los números de serie originales que lo vinculaban al Impala. Ahora, el coche y su motor coinciden nuevamente y, por primera vez en 63 años, han tocado suelo estadounidense.

Dan Gurney estaría orgulloso. Su pasión por los coches y la ingeniería inspiró a generaciones de pilotos y aficionados, incluyendo a su hijo Justin, quien hoy honra esa herencia al haber podido recuperar por fin el precioso Impala de su padre.

El regreso del Chevy Impala 1961 a la familia Gurney no es sólo la historia de un coche que encuentra su hogar tras haber recorrido tres continentes durante más de sesenta años, sino que también es un tributo al legado de Dan Gurney.

Este vehículo no solo representa la pasión y la creatividad de un pionero, sino también el amor de un hijo por preservar la memoria de su padre. Como en la fábula del hijo pródigo, este Impala ha vuelto a casa para cerrar el círculo, recordándonos que, a veces, los objetos materiales como los “simples coches” pueden ser un puente entre generaciones y un símbolo eterno de pasión y perseverancia.

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