Era mejor coche, un modelo más cotizado y deseado en su época, pero que poco tiempo después quedó a la sombra del SEAT 600. Hablamos del SEAT 850, un modelo que cumple 50 años y que, aunque en teoría iba a ser el sustituto del 600, finalmente fue un complemento a la gama de la marca española.
Su origen es Fiat, el modelo homónimo de la marca italiana se presentó en 1964 y SEAT lo comercializó dos años después, en 1966. En una época en la que los todo atrás eran un concepto perfectamente válido, el 850 tenía mucho que decir en el mercado español. Conozcamos un poco más de la historia del culo-pollo.
Aunque hoy se pague mucho más por un SEAT 600 que por un 850, aunque el pelotilla sea el modelo que quedó en el corazón de los españoles de la posguerra y aunque el que hoy reconocen las generaciones que nacieron en la década de Cobi, el 850 era y es un coche mucho mejor que el 600.
Tenía más empaque, más espacio interior, más capacidad de maletero, más cilindrada, la mitad más de potencia (desarrollaba 37 CV y el 600 sólo 25) y también era más rápido (llegaba hasta 125 km/h). Con un peso de 670 kilos el consumo que declaraba este modelo de dos puertas era de 7,5 litros a los cien kilómetros, como puedes ver este pequeñajo tampoco era muy gastón.
No sólo hubo un SEAT 850
Pero estamos hablando del SEAT 850 como si fuese un único modelo con una única versión y esto fue así sólo en principio. Este modelo contó también con dos carrocerías de cuatro puertas, coupé y hasta descapotable, junto con varias versiones que vamos a ver ahora.
Inicialmente sólo hubo un SEAT 850 ‘a secas’, un dos puertas que equipaba un propulsor de 843 cc y 37 CV, un motor que era capaz de girar a más revoluciones que el del SEAT 600 y que le hacían claramente superior. Posteriormente llegarían los cuatro puertas, dos carrocerías con diferente batalla que la selección natural redujo a sólo una, la más larga realizada por Costa.
Sobre la misma base mecánica los SEAT 850 Especial y SEAT 850 Coupé llegaban hasta los 47 CV de potencia máxima. El primero era una versión más potente de la berlina con llantas de 13 pulgadas (en el normal eran de 12) y frenos de disco en el eje delantero. El segundo era un pequeño coupé elegante y deportivo que prometía grandes prestaciones y sensaciones al volante.
Poco después llegó una nueva carrocería descapotable, el SEAT 850 Sport/850 Spider, que no sólo sumaba exclusividad y diseño al 850, también prestaciones. Este coche alcanzaba los 150 km/h de velocidad máxima gracias a una mecánica que hoy es más que conocida, el popular 903 cc que tantas alegrías dio a SEAT en el 127, el Panda, su desfasada evolución llamada Marbella y hasta en la primera serie del SEAT Ibiza en algunos mercados.
Con 52 CV de potencia el Spider era claramente un coche muy rápido debido a su bajo peso, pero no estaba bien dejar atrás a la versión coupé y SEAT presentó el 850 Sport Coupé utilizando ese mismo motor, una evolución del Coupé con algunos cambios en la carrocería y, sobre todo en el apartado de iluminación.
El final del modelo
El último de los 850 no fue tan espectacular, se trata de la versión D, que como sabrás durante muchos años SEAT utilizó esa letra para denominar versiones de sus modelos sin tener ninguna relación con mecánicas diésel, que es para lo que se suele utilizar ahora la cuarta letra del abecedario.
El 850 D era un ocho y medio normal mejorado (asientos de más calidad, doble circuito hidráulico de frenos, aireadores laterales…) que hizo perdurar la producción del modelo hasta 1974. No fue un modelo que aguantase muchos años en producción, quizá porque estaba basado en otro (el 600) que ya llevaba años en el mercado y esto obligó a que el 850 pasase el testigo al 133 sólo ocho años después de empezar su producción.