22 de noviembre de 1963, Dallas (Texas, Estados Unidos de Norteamérica). Esta fecha quedará grabada para siempre en la memoria de todos los estadounidenses. Ese día asesinaron a su 35º presidente, John Fitzgerald Kennedy, quien viajaba a bordo de su Lincoln Continental de 1961, cuando al pasar por Dealey Plaza, tras girar en Elm Street frente al Texas School Book Depository, a las 12:30, fue abatido por varios disparos.
La Policía detuvo aquella misma tarde, tras un enfrentamiento desarrollado en el Texas Theatre en el que resultó muerto el agente J.D. Tippit, al principal sospechoso de este magnicidio, Lee H. Oswald, mientras que el majestuoso Lincoln Continental Convertible fue puesto a buen recaudo... para ser limpiado, restaurado y posteriormente utilizado, de nuevo, como vehículo presidencial.
El Lincoln Continental de Kennedy, en los minutos de recorrido más conocidos de la Historia
Hemos visto las imágenes una infinidad de veces. Incluso en un reportaje como el que recupera, plano a plano, los que fueron últimos minutos de Kennedy a bordo del vehículo presidencial. Los detalles del Continental se aprecian en la medida que los tomavistas de la época, y también las cámaras profesionales que daban cuenta de la visita de Kennedy a Dallas, nos muestran el gran descapotable acercándose a la zona del magnicidio. Pero, ¿cómo era aquel Lincoln Continental?
En 1961, un diseño concebido originalmente por Elwood Engel para el Ford Thunderbird se convirtió en el último coche del presidente Kennedy. Robert Strange McNamara, Secretario de Defensa de los Estados Unidos y primer presidente de la Ford Motor Company que no descendía de Henry Ford, modificó ligeramente las líneas del diseño para adaptarlo a un nuevo concepto de coche, mucho más práctico que los autómoviles de la década anterior.
El coche de Kennedy, en sus datos más relevantes
- Lincoln Continental Convertible de 1961
- Carrocería de cuatro puertas, descapotable
- Longitud: 5.395 mm, ampliada a 6.462 mm
- Batalla: 3.124 mm, ampliada a 3.962 mm
- Motor Ford MEL: 7.044 cc, 355 CV, 631 Nm
Características del modelo de serie:
- Tracción en el eje trasero
- Masa en vacío: 2.366 kg
- Velocidad máxima: 185 km/h
- Aceleración 0 a 100 km/h: 11,9 segundos
- Aceleración cuarto de milla: 18,2 segundos
- Consumo medio estimado: 20,8 l/100 km
- Garantía: 2 años o 24.000 millas (38.624 km)
En su momento, el Lincoln Continental fue toda una revolución de diseño, y un motivo de orgullo para Ford, que con este modelo daba paso a una nueva generación de automóviles, mucho más acorde con la nueva era que se abría paso después de la posguerra. La consolidación de un proyecto que mostraba al mundo la capacidad de liderazgo que podían tener los Estados Unidos de Norteamérica.
Formas rectas, modernas, contenidas en unas cotas reducidas para facilitar el manejo del vehículo, eran las principales bazas del Lincoln Continental de 1961. El diseño limpio y sin las curvas del pasado —y sin excesos ornamentales como las tailfins o aletas traseras desmesuradas, que McNamara consideraba una horterada— se complementaba con una disposición de la apertura de puertas insólita en Estados Unidos: puertas enfrentadas como símbolo de un habitáculo acogedor.
En el caso del coche de Kennedy, hablamos de un Lincoln Continental Convertible, que de hecho fue en su momento el único descapotable de cuatro puertas disponible en el mercado norteamericano. En el siguiente reportaje fotográfico, realizado sobre una unidad restaurada, lo podemos ver en detalle:
Y en el caso concreto de la unidad que utilizó John F. Kennedy, hablamos de un Lincoln Continental Convertible de 1961, preparado para el uso presidencial en la Hess & Eisenhardt Company de Cincinnati (Ohio). Su nombre interno era X-100, y contaba con algunos extras, como una longitud ampliada en 107 cm o un asiento de accionamiento hidráulico que se elevaba 26,7 cm para que el presidente pudiera destacar en sus desfiles. El coste de todas las mejoras se cifró en 200.000 dólares de la época (1.590.890 dólares de hoy, o 1.498.900 euros), para un modelo que, de serie, salía por 7.347 dólares (58.440 dólares de hoy, o 54.990 euros).
Como elementos adicionales, el coche de Kennedy contaba con estribos retráctiles para los agentes del Servicio Secreto, luces estroboscópicas y hasta tres tipos de techo extraíble, que dejaban al descubierto al presidente. Las ventanas eran simples cristales con los que protegerse de la lluvia, y poco más. Como ocurriera en Alemania con el coche de Hitler, nadie pareció plantearse que un descapotable dejaría desprotegido al primer mandatario del país. O sí, pero en la balanza pesaba más la necesidad de mostrar al líder de un país saludando a las masas enfervorecidas.
¿Qué fue del coche de Kennedy?
Se conoce con el nombre de Proyecto D-2, o bien operación Quick Fix, al proceso por el cual después del asesinato de John Fitzgerald Kennedy el Lincoln Continental Convertible de 1961 recibió una actuación de limpieza y restauración meteórica para mejorar el estado del automóvil después del impactante suceso de Dallas. Se presupuestó esta actuación en medio millón de dólares de la época (3.886.241 dólares de hoy, o 3.661.533 euros).
El Proyecto D-2 contempló el blindaje completo de las plazas traseras, así como la instalación de un techo no practicable, provisto de cristales antibalas. De esta manera, el coche ganó 1,1 toneladas de masa, pero los siguientes usuarios no acabarían sus días como lo hiciera el presidente asesinado a balazos en pleno desfile. También se cambió el motor del vehículo, por uno que entregaba 415 CV. Y, quizá en un intento de eliminar toda asociación del vehículo al magnicidio de 1963, el presidente Lyndon B. Johnson, que sucedió a Kennedy en el cargo, ordenó pintar el coche de color negro, por encima de su ya clásico tono azul de medianoche, fotogénico incluso en blanco y negro.
Sin presupuesto para cambiar de coche presidencial
La razón por la que no se dio de baja de manera inmediata el coche de Kennedy, sino que se recicló mediante la operación Quick Fix, tiene que ver con el estado de las cuentas públicas americanas. En una época convulsa en la que Estados Unidos luchaba en varios frentes para ganar la posición en la dura Guerra Fría, las arcas no pasaban por su momento más boyante. La solución para el coche del presidente era una limusina nueva, blindada, pero no había dinero para pagarla.
Así lo explicaba Matt Anderson, responsable de vehículos del Museo Henry Ford, donde se expone actualmente el coche de Kennedy, al Detroit Free Press en 2013, con motivo del 50º aniversario de la muerte del mandatario norteamericano. La consigna parecía clara: había que estirar el coche hasta que llegaran las nuevas limusinas.
Y eso fue así durante más de una década después de la muerte de Kennedy. Tras él lo utilizaron el mencionado Johnson, Richard Nixon y Gerald Ford. En 1977, siendo ya presidente Jimmy Carter, el Lincoln Continental Convertible que fuera el coche de Kennedy se retiró de su uso como vehículo presidencial y pasó a exponerse en Dearborn un año más tarde.
El coche de Kennedy fue el último coche civil convertido en vehículo presidencial. A partir del asesinato de JFK, todos los coches del presidente se han venido fabricando a partir de diseños ad hoc, concebidos desde la base para ser coches diferentes que protejan de forma adecuada a sus ocupantes. El coche de Kennedy fue el último coche antes de los vehículos a prueba de magnicidio. Así fue el último coche que anunciaba la llegada de una nueva era: la de los líderes a cubierto.
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