Especial 30 aniversario del BMW M5: E28, así nació la berlina deportiva

Este año se celebra el 30 Aniversario de un coche muy especial, el BMW M5, por eso han sacado una versión especial con 600 caballos. Tal vez para muchos de vosotros no sea más que una berlina de marcado carácter deportivo, con muchos caballos y poco más, pero en mi caso el BMW M5 tiene un hueco especial reservado en mi corazón.

¿El motivo? Una unidad de pruebas de la tercera generación E39 fue el primer coche que al conducirlo me transmitió sensaciones deportivas, que me hizo sentir esa adrenalina que sólo unos pocos coches son capaces de generar. Era de color granate y su motor V8 atmosférico de 400 caballos me ponía nervioso. Por eso y porque el M5 es una de las berlinas más salvajes del mercado, creo que merece un repaso exhaustivo de sus cinco generaciones…

Los orígenes del BMW M5

Partimos de la base de que el M5 está basado en el Serie 5. El primer BMW Serie 5, con denominación interna E12, estuvo a la venta desde 1972 hasta 1981. Fue el primero, el pionero dentro de una familia cuyas denominaciones en algunos casos se mantienen hoy en día. Por aquel entonces encontrábamos en el catálogo de producto un 530i, que hoy también existe, un 533i cuyo homólogo actual sería el 535i y el modelo tope de gama era el M535i.

Esa M delante del nombre indicaba que se trataba no sólo de la versión más potente y con mayor cubicaje (antes 35 venía de 3.5 litros del motor, hoy no necesariamente se mantiene esa relación), sino que el departamento de competición de la casa, BMW M GmbH había metido mano en su puesta a punto.

Aquel modelo, como la propia marca admite, no gozó del éxito comercial esperado. Las escasas 3.000 unidades vendidas parecían no justificar el desarrollo de una nueva generación paralela a la segunda generación de la Serie 5, pero por suerte en aquella época todavía pesaban más las decisiones pasionales que las racionales en algunas empresas alemanas.

Era una época en la que los deportes de motor estaban en auge y las marcas de coches se apoyaban en ellos para construir y asentar su imagen de marca. Las revistas de coches dedicaban más páginas a los coches puramente aspiracionales que al resto de modelos comunes, y comenzó entonces a surgir la necesidad de tener versiones deportivas que aunque no alcanzasen las cifras de ventas, generaban una enorme notoriedad de marca.

A eso hay que unir el efecto competencia. Mercedes lanzó al mercado en 1983 un coche muy, muy especial. Era el 190 2.3 16V, una berlina de planteamiento deportivo contra la que BMW no tenía armas con las que competir. Era el momento de sacar una segunda generación del M535i.

Así pues, mientras el preparador Alpina se hinchaba a vender Alpina B9 535i con 245 caballos basados en la primera generación del M535i para plantar cara al Mercedes 190 2.3 16V, en BMW trabajaban a destajo en el desarrollo de una segunda generación del M535i. Tras muchas pruebas a altas horas de la madrugada por las desiertas Autobahn alemanas, muchas vueltas al Nordschleife y a las pistas de pruebas pripias de BMW, el segundo M535i debutó en el año 1984.

Motor de seis cilindros en línea con 218 caballos y 310 Nm de par a 4.000 RPM. Hacía 0 a 100 km/h en sólo 7,2 segundos y alcanzaba una velocidad punta de 230 km/h. Era un cochazo, una berlina con la que todos los señores de la época (espero que me disculpen las mujeres) soñaban. Aun así le faltaba algo, se le podía dar una vuelta de tuerca más.

El M535i se fabricaba en la planta de BMW en Dingolfingen y eso dejaba vía libre a los chicos de BMW M GMBH en Garching para que pensasen en una versión todavía más deportiva, un auténtico M para andar por la calle con los genes de los modelos que arrasaban en competición.

El primer BMW M5 de la historia

Sólo un año más tarde del nacimiento del segundo M535i, se presentó el primer BMW M5 de la historia en el Salón del Automóvil de Ginebra. Era el año 1985 y BMW optó por un estilo discreto, sin grandes ostentaciones.

Simplemente el logotipo M5 sobre la parrilla delantera permitía diferenciar a este modelo del resto de la Serie 5. Eso si, mecánicamente las diferencias respecto a su antecesor eran muchas y muy jugosas.

Motor 3.5 de seis cilindros en línea refrigerado por agua con cuatro válvulas por cilindro, con electrónica Bosch Motronic para desarrollar 286 caballos y alcanzar así una velocidad punta de 245 km/h. Las Autobahn alemanas tenían un nuevo tipo de coches, las berlinas deportivas capaces de plantarle cara hasta alcanzar los 245 km/h, a los hasta entonces intocables Porsche 911.

Aquel coche ya tenía unas prestaciones que le situaban en una dimensión superior a la de las berlinas deportivas que existían hasta el momento. Aceleraba de 0 a 100 km/h en 6,5 segundos, recuperaba de 80 a 120 km/h en 7,7 segundos. Son cifras que hoy en día nos pueden parecer bastante normales, pero hace 30 años le situaban en el selecto grupo de los superdeportitos.

El primer BMW M5 fue una apuesta arriesgada para la marca. Un coche discreto, ya que su aspecto apenas variaba respecto al modelo de gran serie y al mismo tiempo capaz de lo mejor cuando querías buscarle las cosquillas. Su chasis también había sido revisado: suspensión delantera independiente, nuevos estabilizadores delanteros y traseros, discos de freno delanteros ventilados con pinzas de cuatro pistones. En definitiva un auténtico lobo con piel de cordero para los años 80.

El éxito no tardó en llegar. En mayo de 1986 ya se habían vendido 1.000 BMW M5, y en mayo de 1987 esa cifra había sobrepasado las 2.000 unidades que se sumaban a las ventas del también deportivo M535i. Era el momento de lanzar el segundo BMW M5, para no cortar esa racha de buenas ventas.

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