Giovanni Ranna (sí, el tipo de los ravioli) tiene su propia versión personalizada del Fiat 500 inspirado en la pasta. En la de comer, claro.
Siempre he pensado que hay que ser un poco friki para poner tu cara en los anuncios de tu empresa, y el hombrecillo este nos lo confirma con un coche personalizado con un reposacabezas en forma de ravioli, tapizado como placas de lasaña y pomo de la palanca también a juego.
Lo peor es que ahora me imagino versiones autóctonas del Fiat 500: con asientos de pulpo y pomo de pimentón, disfrazado de cocido o rojo marmitako. Terrible.
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