A Elon Musk le puede eso de soltar píldoras que generalmente podríamos tachar de ambiciosas, pero en cierto modo sin estos personajes que ansían el futuro no tendríamos progreso. O al menos sería mucho más lento.
Siguiendo con su línea habitual, Musk aseguraba en una conversación donde también dejó algunas pinceladas sobre el futuro trailer autónomo de Tesla, que en sólo dos años los coches totalmente autónomos serán una realidad. Es decir, que si interpretamos bien al magnate de California, en 2019 nos encontraremos en la calle con vehículos dotados de conducción autónoma nivel 5. ¿Es posible?
Conducir sin conducir por carretera y "metro"
Posible es, por supuesto. Es más, durante la última década casi hemos avanzado más en tecnología aplicada a la automoción que durante el último siglo. A la velocidad que avanza la electrónica (el pilar fundamental del desarrollo tecnológico industrial) dos años son un periodo de tiempo en el que se pueden concentrar muchos avances, y es en este lapso temporal donde Musk confía que se dé otro gran salto adelante.
De hecho, el mayor problema para llegar a la conducción autónoma plena (además de los marcos legales que lo permitan) es el software. Los dispositivos físicos actuales podrían ser suficientes como para que un coche realizase las tareas de conducción de manera independiente, lo que falla a día de hoy es el cerebro de la máquina.
Con dos años por delante, Tesla tendría en mente la misión de construir un Autopilot verdadero (no sólo el nombre) mediante el desarrollo de la inteligencia artificial necesaria para poder desenvolverse con seguridad en el tráfico real, volviendo a ponerse por delante de los fabricantes convencionales que estiman la llegada de la conducción autónoma para dentro de 5 o 10 años. Todo es posible y ya se están pensando complementos a estas nuevas tecnologías.
The Boring Company es un ejemplo más de cómo el magnate americano piensa que se puede mejorar el flujo de tráfico en las ciudades. Mediante la creación de una extensa red de túneles pretende aliviar el saturado tráfico en la ciudad de Los Ángeles. Unos túneles por los que no circularían coches como tal según contó en la charla TED.
Cada vehículo podrá colocarse sobre una plataforma de alta velocidad que accederá a los túneles a través de ascensores. Una vez dentro estas plataformas alcanzarán una velocidad máxima de 200 km/h y podrían ser el complemento perfecto para los vehículos conectados con conducción autónoma.
Introduciendo el punto de origen y el destino, cada vehículo podrá decidir cuál es la mejor ruta para realizar el trayecto, pudiendo circular de forma tradicional por la superficie o combinarlo con los túneles de The Boring Company, que vendría a ser más que un sistema de conducción aún más autónoma. La ventaja es que las plataformas de estos túneles pueden hacer las veces de vehículos intermodales, no sólo transportando coches sino también módulos de mercancía o pasajeros.
Todo esto si la normativa se lo permite, claro. Dejar de ser conductores para ser simples pasajeros es un gran cambio que a unos puede gustar, a otros no tanto, pero cualquier cambio en esta dirección implica el beneplácito de las administraciones públicas.
¿Cómo afectarían las ideas de Musk a medio plazo?
Pero, ¿es realmente necesario? La mayor parte de la humanidad ya tiene un coche (algunos hasta varios). Y el progreso de la automoción pasa ineludiblemente por caminar hacia una conducción autónoma en la que no tengas que hacer nada más que saber dónde quieres ir y dejar que tu coche te lleve.
La segunda parte es aplicar esa tecnología a aprovechar el coche durante el tiempo que no lo utilizamos (cerca de un 90% de su vida útil). Mediante el principio de coche compartido nuestro círculo próximo se podrá beneficiar de que una vez realizados los dos o tres trayectos en los que empleamos nuestro vehículo, después se pueda dedicar a mover al resto de nuestra familia, reduciendo la necesidad de un coche por persona tan de moda en las sociedades desarrolladas.
Así que sí, el coche inteligente, conectado, autónomo y, ya de paso, eléctrico es una buena idea para rebajar tanto las emisiones como la sobresaturación de vehículos en las ciudades.
Sobre este último punto y aunque la idea no es del todo mala, la aplicación de The Boring Company en la vida real es, a día de hoy, una quimera. Tenemos infraestructuras terrestres están totalmente volcadas hacia los automóviles con carreteras por todas partes, túneles, puentes... pero además también tenemos trenes, metro o tranvías.
La ocurrencia de Musk actualmente está en fase embrionaria (aunque ya tiene una página web propia), con un pequeño túnel en las instalaciones de SpaceX para realizar pequeños transportes para el personal. A nivel particular de una empresa privada, como innovación o demostración puede funcionar, pero la aplicación megalómana a nivel de una ciudad entera es mucho más compleja.
Una red de túneles como la planteada por The Boring Company supondría unos periodos de construcción elevadísimos, obras por todas partes, un profundo estudio de impacto geográfico en el subsuelo (recordemos que Los Ángeles está sobre una zona de alta actividad sísmica) y, sobre todo, unos costes incalculables.
Por hacer un paralelismo, a lo mejor alguien se acuerda de que en Madrid hace unos años un hombre decidió tunelar la capital. Durante tres años de obras se construyeron más de 43 kilómetros de túneles a un coste de unos 7.000 millones de euros. Está claro que el proyecto no sería equivalente, el de Musk sería bastante más avanzado y complejo por aquello de los terremotos, así que también sería bastante más caro.
No hay que negar que la idea no es mala, redundaría en unas ciudades más limpias, menos congestionadas y más amables con los peatones. Además también podríamos utilizar el tiempo que ahora invertimos en los desplazamientos para cualquier otra tarea así que por supuesto que tendrías sus ventajas, pero, ¿merece la pena? Muy a largo plazo, posiblemente sí.
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