Así fue como Chrysler se empeñó en que pudieras pinchar discos de vinilo en tu coche
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Así fue como Chrysler se empeñó en que pudieras pinchar discos de vinilo en tu coche

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Ay, la moda hipster. Lo que antes era antiguo, desaliñado y desactualizado ahora vuelve con más fuerza que nunca. Hemos pasado de las gafas con monturas al aire a enormes cristales rodeados por gruesa pasta; cuanto más grandes y redondeadas, más intelectual eres. Y qué decir de las, en apariencia descuidadas barbas, las cámaras de fotos vintage y los zapatos de la abuela. Todo vuelve, y este sistema de sonido de Chrysler si volviera, sería un must en toda regla.

Y es que Chrysler en 1956 ya vivía en el 2020: diseñó un fonógrafo conectado a la radio del coche en el que se podían pinchar vinilos. Vinilos, ¿te imaginas? Los propietarios de DeSoto, Dodge o Plymouth recibieron con este especial reproductor los primeros set de 42 discos exclusivos de Columbia Records. No hace falta una investigación muy profusa para adivinar por qué este revolucionario invento duró solo tres años en el mercado, pero su historia mola. Mola mucho.

El consumismo de la posguerra y el sueño americano

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Pongámonos en contexto. Estados Unidos, 1956. Dwight D. Eisenhower consigue la reelección como presidente mientras la caza de brujas impulsada por el senador Joseph Raymond McCarthy llega a su fin. En Estados Unidos despierta el auge económico de la posguerra: tras la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses se encontraron con un remanente económico que no habían podido gastar.

El resultado fue el consumo y gasto masivo, con una demanda enorme y voraz de nuevas casas, automóviles y electrodomésticos. Comenzaba a construirse el llamado sueño americano, de casas grandes con verdes jardines y vallas blancas rodeándolas, y en su interior modernos electrodomésticos que las displicentes amas de casa y criadas usarían.

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Las mujeres pasaron de trabajar en las fábricas cuando los hombres tuvieron que marchar al frente, a quedarse en una esfera privada y doméstica cuyo único fin era el de cuidar de los niños, del hogar y del hombre. Era la época del tabaquismo, el sexismo, la homofobia y el racismo (¿te suena 'Mad Men'?). También eran los años del rock and roll, de la cultura greaser, de James Dean en 'Rebelde sin causa' y de Marlon Brando en 'Semilla de maldad'.

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Una mujer elige productos delicatessen en una tienda en 1950. Foto: Wikipedia/Osu Special Collections Archives.

Pero antes, entre 1945 y 1960 el PBI creció un 25 %, como resultado del auge económico de la posguerra, y un alto porcentaje de la población estadounidense había llegado a obtener un estándar de vida de clase media hacia la mitad de los años 50. Para 1960, los obreros se habían vuelto los mayores compradores de muchos bienes de lujo y servicios, como los automóviles.

Como Family At Home 1955

Con la prosperidad de la época, prevaleció una actitud social de creencia en la ciencia, la tecnología, el progreso y el futurismo. Comparativamente había poca nostalgia de la era anterior a la guerra, una época dorada para el automovilismo: eran los años del Auburn Speedster, del Chrysler Airflow o del Pontiac Torpedo Eight.

El vehículo típico de 1950 era en promedio 300 dólares más caro que la versión de 1940, pero la producción se había doblado. Era el caso de firmas de lujo como Cadillac, que pasaron de fabricarse a mano para un público objetivo de clase alta, a ser producidos en masa y a un precio más asequible.

Los fabricantes de automóviles pequeños como Nash Motors, Studebaker y Packard no pudieron hacer frente a la competición con los grandes de la industria, y cayeron en el olvido como consecuencia.

La sociedad de posguerra quería poseer lo último en tecnología, sin imaginar que en el siglo XXI quitaríamos el polvo a los objetos de nuestros abuelos para lucirlos con orgullo. Así que Chrysler decidió añadir a sus modelos más exitosos lo que nadie antes había hecho: un fonógrafo para escuchar vinilos en el coche.

El invento que nació tras la caza de brujas

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A principios de los 50 la limitada oferta de estaciones de radio responde a la denominada caza de brujas de McCarthy. Los medios de comunicación y los individuos que estratificaban aquella sociedad temerosa de ser señalada como comunista estaban bajo la lupa de la FCC (Federal Communications Commission), que se encargaba de que los medios ofrecieran una visión apropiada y equilibrada de asuntos controvertidos, especialmente políticos.

Para entender la atmósfera de represión que se vivía, es imperativo el visionado de ‘Buenas noches y buena suerte’, película dirigida por George Clooney que narra los difíciles comienzos del periodismo televisivo en los años 50.

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¿Y qué más pasó en este año? 1950 será un año marcado en el calendario como cruento: el 25 de junio Corea del Norte, apoyada por la República Popular China y la Unión Soviética atraviesa el paralelo 38 y avanza hacia su vecina Corea del Sur, respaldada a su vez por Estados Unidos y la ONU. Whasington pide inmediatamente encabezar la lucha contra la agresión norcoreana.

Así las cosas, los fabricantes tenían serias restricciones para adquirir materias primas que avivaran la producción, por lo que hasta 1954, un año después de que se firmara el Armisticio en Panmunjong tras un empate militar, comenzó una guerra de precios entre Ford y Chevrolet, lo que hizo reaccionar a la industria.

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Y llega 1955, uno de los mejores años en la historia del automóvil norteamericano, estableciéndose un récord de producción con más de 8.300.000 unidades. Chrysler presentó modelos totalmente nuevos diseñados por Virgil Exner, diseñador de los Studebaker.

Basado en el Chrysler K-310 (1951) o el Chrysler D’Élégance (1952), se planeó una nueva línea de vehículos que incluían las marcas Plymouth, Dodge, DeSoto, Chrysler e Imperial.

En 1952 Groucho Marx ya demostraba en este curioso anuncio que manejar el volante del DeSoto era tan fácil como marcar un número de teléfono:

El invento perfecto... para una carretera de cristal

Así las cosas, Chrysler introduce en 1956 en sus modelos DeSoto (no tiene pérdida este anuncio de 1955 y este otro), Dodge y Plymouth un reproductor de vinilos instalado justo encima del túnel de la transmisión. El revolucionario aparato, fabricado por Columbia, se escondía tras una pequeña puerta y compartía los controles de volumen con la radio; mediante un botón se elegía que música se deseaba escuchar, si la procedente de la radio o la del tocadiscos.

Como se puede ver en el vídeo, al presionar un botón en la cubierta frontal del reproductor, se abre el compartimento, permitiendo que el plato giratorio se deslice hacia afuera. Al mover un interruptor en el lado izquierdo del reproductor, se desconecta el sintonizador de radio, y a través del amplificador de la radio se puede aumentar la señal del mismo.

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El sistema de sonido, conocido como Highway Hi-Fi, fue desarrollado por CBS Electronics, y utilizaba como mecanismo de lectura una aguja. Los registros para el sistema fueron fabricados exclusivamente por Columbia Special Products y podían contener aproximadamente 45 minutos de música o una hora de conversación por cada lado.

Melodía que tampoco ampliaba en exceso la limitada oferta musical de entonces, ya que los discos contenían la música de artistas bajo contrato con Columbia. Y para muestra, un botón:

A pesar de estar localizado en un estuche a prueba de golpes, las irregularidades de la carretera hacían que no fuera un reproductor viable; se rompía con facilidad y no gozó de éxito comercial. En 1959 se dio por muerto el invento, aunque un año después Chrysler hiciera un último intento con otra unidad fabricada por RCA, que obtuvo un discreto éxito durante 12 años.

El asfalto era un problema insalvable; no fue hasta 1968 cuando Chrysler ofreció un magnetoscopio de ocho pistas en un coche. De haber rodado por carreteras de cristal, igual hoy en día las nuevas generaciones los hubieran rescatado para mejorarlos e imponerlos como un indispensable en cualquier coche vintage que se precie.

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