Hasta que llegó la década de 1990, en las carreteras de Japón era común encontrarse coches con un tercer espejo retrovisor montado en el capó (sobre todo taxis), al igual que muchas furgonetas JDM y vehículos de reparto con espejos retrovisores montados en la parte trasera. Ejemplo de ello es este Nissan Serena de 1996 impoluto a la venta en Cars & Bids.
Estos baratos y sencillos accesorios, pensados para mejorar la visibilidad y las maniobras en las estrechas calles de Japón y su denso tráfico, durante muchos años cumplieron con el papel que hacen hoy en día las avanzadas cámaras traseras y sistemas de ayuda a la conducción. No obstante, aunque estos espejos adicionales ya no sean tan frecuentes, siguen teniendo sentido.
Por qué los coches japoneses llevaban espejos retrovisores adicionales
Hace cuatro décadas, los curiosos espejos convexos que solían colocarse de forma habitual en la parte superior del portón trasero de furgonetas y vehículos de reparto, a modo de ‘cámara marcha atrás analógica’, tenían un gran sentido. Sobre todo en muchos países asiáticos como Japón, con denso tráfico y calles estrechas.
Como en el ejemplo del Nissan Serena, estos espejos traseros permitían al conductor ver lo que había directamente detrás de la furgoneta. Además, facilitaban las maniobras como dar marcha atrás y ayudaban a ver posibles obstáculos bajos o pequeños que normalmente quedarían bloqueados por la mitad inferior del portón trasero. Por supuesto, no eran sustitutos de los retrovisores exteriores, sino complementarios.
Más allá de Japón, las furgonetas del Servicio Postal de EEUU también los llevaron durante décadas, sobre todo las antiguas Grumman LLV, al igual que los vehículos de FedEx y otras empresas de reparto. En estos casos, los retrovisores servían tanto para ver lo que hay detrás de la furgoneta como para asegurarse de que nadie intenta robar paquetes por la puerta trasera.
Respecto a los retrovisores delanteros, como explicaba The Japan Times hace más de una década, se llaman fendā mirā(adoptados del inglés «fender mirror») en Japón, aunque por ejemplo en Inglaterra, se llaman «wing mirrors». En otros tiempos, eran equipamiento de serie en el mercado nacional asiático, pero ahora ya casi han desaparecido.
“Los espejos retrovisores eran equipamiento de serie en los turismos japoneses hasta 1983, cuando la ley se liberalizó para permitir también los retrovisores exteriores. Los retrovisores exteriores se habían convertido en la norma en el mercado occidental, y los fabricantes extranjeros argumentaron que la negativa japonesa a reconocer los retrovisores laterales suponía una barrera comercial no arancelaria”.
“Una vez liberalizado el mercado”, dice el medio, los consumidores japoneses eligieron mayoritariamente coches con retrovisores laterales. Los taxistas eran la única excepción, ya que valoraban tanto los espejos retrovisores que los vehículos destinados al mercado del taxi aún los incluyen de serie.
“La razón principal por la que los taxistas prefieren los espejos retrovisores es que mejoran la visibilidad”, pues reducen el ángulo muerto, facilitando la comprobación de lo que sucede detrás y a los lados del coche, especialmente en el lado del conductor (que en Japón es el derecho).
Aunque algunos vehículos todavía llevan estos retrovisores delanteros y traseros extra, ya han perdido su momento de máxima popularidad en favor de los avances de la tecnología y la proliferación de las cámaras de marcha atrás o las 360º, así como las cada vez más ayudas a la conducción que las incorporan o los sensores de aparcamiento, etc.
No obstante, en ciertos coches clásicos y/o furgonetas de segunda mano, por ejemplo, siguen siendo un accesorio barato y con mucho sentido.