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Noticias de Subaru Impreza en Motorpasión
Cuando hizo aparición la nueva generación del Impreza generó una gran controversia entre los acólitos de la marca. No se veía al hatchback como digno sucesor de la generación anterior, y ahora que el relevo del sedán ha hecho aparición las cosas no están claras. Subaru quiere entrar a los ojos de compradores que van a los compactos y a los sedanes.
¿Qué podemos esperar de él? El compacto de Subaru es un coche con luces y algunas sombras. Ponemos a prueba la versión 2.0 bóxer gasolina con el acabado deportivo tras un parón en este tipo de reportajes.
Exterior
Esta versión se diferencia por algunos detalles que tratan de darle una apariencia más de coche agresivo que de discreto hatchback. Las llantas de 17 pulgadas, paragolpes frontal, taloneras o tubo de escape deportivo con difusor aerodinámico lo delatan. Además se beneficia de mejoras en el equipamiento como los faros de xenón con sus correspondientes lavafaros.
El alerón trasero reduce la resistencia al avance un 7% e incrementa la estabilidad a toda leche, luego tiene una función útil aparte de la meramente estética, es de serie en todas las versiones. Los pilotos traseros usan luces LED, de mayor visibilidad y menor gasto energético. A mejorar que sólo hay una luz de marcha atrás y otra de antiniebla.
Ojo en los aparcamientos pequeños, pues el portón trasero sube a una altura considerable, como puede verse en esta fotografía.
Interior
El puesto de conducción es cómodo, con una buena visibilidad en todos los ángulos, incluyendo el trasero, pues pueden verse objetos de un metro de altura. Los retrovisores exteriores (calefactables y plegables) son un poco grandes, más bien de SUV, pero como contrapartida ofrecen una mejor visión.
Los asientos tipo baquet, de serie en esta versión, son más civilizados de lo que se puede creer. Son cómodos aunque no agarran el cuerpo de forma óptima por la cintura. Es criticable el tamaño del reposapie izquierdo, algo justo, y la separación entre freno y acelerador cuando se hace el punta-tacón. Los pedales son los de siempre, negros y sosos. ¿Por qué no metálicos?
La posición de los mandos facilita que el conductor no tenga que quitar la mirada del asfalto, por ejemplo la radio-CD está elevada y el climatizador monozona es de uso intuitivo. La versión Sport incluye el pomo del cambio en cuero, así como el volante, que no tiene mucha calidad percibida: el cuero está muy duro. No me ha convencido ni el uso de elevalunas a la coreana ni que los seguros se tengan que echar a mano.
El tablero de instrumentos invita a la conducción al arrancar, pues las agujas hacen su recorrido completo, al igual que los Opel OPC. El color elegido para la conducción nocturna es el rojo, como en el Mazda3. Falta el testigo del agua, pero lo suplen con una luz azul que ilumina cuando el motor está frío y una roja cuando le vienen los calores.
La pantallita del cuentakilómetros parcial no da información del ordenador de abordo, eso va la pantalla central, y sólo indica el consumo medio, temperatura y hora, nada más. Me llamó la atención el detalle de que no hay portagafas, y la iluminación de los espejos de cortesía brilla por su ausencia.
El acabado parece bueno, pero tengo que criticar la dureza de algunos plásticos. Está bien rematado y abandona la excesiva sobriedad tipo “años 90” que caracterizaba a la generación previa del Impreza. En las plazas delanteras se acomodan bien adultos que no sobrepasen 1,85 de estatura, o tendrán que inclinar el respaldo para ir cómodos.
En las plazas traseras pueden acomodarse dos adultos que no sean muy altos, y en la plaza central una persona delgada, o se clava los enganches del cinturón. El túnel central es voluminoso, ya que por él pasa el árbol de transmisión, se reduce el espacio útil. Tras el asiento del conductor no hay revistero.
Un detalle que no me gustó nada es que si no abrochamos el cinturón central (de tipo monovolumen, ver detalle) la hebilla va dando golpes y es un poco molesto. Total, cuando está sujeto el cinturón no supone una molestia y apenas quita visibilidad. Por otra parte, la sujección lateral de los ocupantes traseros es mala, en las curvas es fácil deslizarse.
La principal fuente de sonoridad es el roce del aire, pues el motor no hace apenas ruido a velocidades legales y los neumáticos no ofrecen pegas. Eso sí, cuando llueve el techo suena un poco más de lo normal, sobre todo cuando la precipitación es intensa.
Respecto a la climatización, el compresor de A/C es potente y enfría bien, no hace falta corregir frecuentemente al climatizador. En cuanto a confort de marcha, como la suspensión es algo blanda, es mucho más cómodo que un BMW Serie 1. Vamos, que es un compacto adecuado para viajes largos también.
El maletero parece poco espacioso, la capacidad es buena hasta el techo (unos 500 y pico litros), pero no con la cortinilla plegada: sólo 301 litros. El depósito de combustible de 60 litros, diferencial trasero y rueda de repuesto tipo galleta restan espacio.
No he encontrado el dato de capacidad del maletero de la versión sedán para comparar. Según Subaru en el compacto caben cinco maletas de 55 cm, como ésta. Si abatimos los asientos traseros la superficie resultante es plana respecto al maletero. No hay que buscar más sofisticaciones.
Mañana más…