El peso de los coches actuales se está convirtiendo en un problema. Desde el CEO de Ford que reconoce que no pueden seguir fabricando coches eléctricos con baterías tan pesadas hasta algunas administraciones que usan el peso de los coches como elemento agravante en la fiscalidad, como Noruega. El último ejemplo nos viene de Francia, donde en algunas ciudades, los coches más pesados pagarán más por aparcar.
La primera ciudad en hacerlo efectivo será Lyon, la segunda economía del país vecino impondrá a partir de 2024 una tarifa reducida para los coches más ligeros y una tarifa más cara para los coches más pesados que quieran aparcar en el municipio. Una propuesta similar será debatida en el ayuntamiento de París.
En Lyon, esta medida afectará a todos los coches con motor de combustión interna de un peso superior a 1.800 kg, a los híbridos enchufables PHEV de más de 1.900 kg y a los coches eléctricos de más de 2.200 kg.
Los residentes podrían pagar así hasta 45 euros al mes, mientras que los residentes con pocos recursos o las familias numerosas tendrán derecho a una reducción en el precio del aparcamiento.
“Los vehículos más pesados tienen un impacto mucho mayor en el clima. Consumen más combustible, requieren más materiales para su construcción y, en el caso de los vehículos eléctricos, necesitan baterías mucho más grandes. (...) Al frenar emiten más partículas finas y ocupan más espacio público, en detrimento de otros modos de transporte menos contaminantes", explican desde el consistorio.
Cabe recordar que Francia ya grava con un impuesto de matriculación adicional calculado en función del peso a los coches gasolina y diésel que pesen más de 1.800 kg.
Los coches actuales tienen un serio problema de sobrepeso
El peso de los coches ha experimentado un aumento notable en los últimos 30 años. Y no es sólo una cuestión de coches eléctricos, notoriamente más pesados que un coche gasolina por culpa de su batería. En realidad es una cuestión generalizada. De hecho, el peso medio de un coche en Europa en 2021 era de 1.488 kg, cuando hace 20 años el peso medio rondaba los 1.200 kg (y era de 1.020 kg en 1990).
El auge de los SUV, necesariamente más pesados, así como la obligación de instalar cada vez más sistemas de seguridad activos y pasivos, ha hecho que el peso de los coches se haya disparado en los últimos años. La combinación de SUV y mayor equipamiento ha disparado el peso de los coches.
El mayor consumo, ya sea de carburante o electricidad, en un coche pesado, y más aún en el caso de un SUV, es más elevado que en su equivalente más ligero. Es una cuestión lógica, a mayor peso, más energía se requiere para mover un objeto.
Y eso en sí es un problema, especialmente en los coches eléctricos, que para ofrecer una autonomía aceptable para el cliente tienen que equipar pesadas baterías (la del Kia EV6 GT Line de 77 kWh, por ejemplo, pesa 477 kg). Y al mismo tiempo, se requiere más energía para desplazarse porque el coche pesa. Es el pez que se muerde la cola.
Pero el aumento del peso de los coches afecta a muchas otras cuestiones, como la seguridad. Como recuerda EuroNCAP, cuanto más pesado es un coche, más peligroso es, a pesar de todo el equipamiento de seguridad que pueda llevar.
Hemos visto en diversas pruebas qué ocurre cuando un coche actual choca con un modelo de hace unas décadas. La energía que tiene que absorber el modelo antiguo es descomunal. En caso de atropello de un peatón o ciclista, las consecuencias son aún más dramáticas. La solución pasa entonces por dotar al coche nuevo de más sistemas de seguridad activos que aumentan el peso del coche. De nuevo, es el pez que se muerde la cola.
La solución. De momento, los fabricantes no parecen muy preocupados por el sobrepeso de sus productos. Sobre todo cuando hablamos de coches eléctricos. La mayoría de las marcas premium, que son las que más coches pesados tienen, están dispuestas a acercarse al límite del carnet de conducir de un turismo (hasta 3.500 kg) , con modelos como el Volvo EX90 de 2,8 toneladas o el BMW i7 de 2,7 toneladas.
Las marcas tienen las esperanzas puestas en una mejora de la red de recargas y en la batería de estado sólido, que aceptan cargas rápidas sin degradación, para poder proponer coches con baterías más pequeñas y así volver a hacer coches, si no ligeros, en todo caso menos pesados.