Hace dos años empezamos a prepararnos emocionalmente para la despedida de dos muscle car tan icónicos como el Dodge Challenger y el Dodge Charger con el mítico corazón V8 Hellcat, y aunque varios problemas técnicos nos dieron algo de tregua, el triste momento ha llegado. La última de estas preciosas bestias ya ha salido de la línea de producción.
Es inevitable sentir una pequeña punzada en el pecho al ver salir de la línea de montaje de Brampton (Ontario, Canadá) al último Dodge Challenger SRT Demon 170 de 2023, con una impresionante potencia de 1.040 CV y la capacidad de hacer “el cuarto de milla” (0 a 400 m aproximadamente) en menos de 9 segundos. Con su partida, llega también el fin de una era.
El final de una era: los muscle cars, tal y como los conocíamos, han muerto
“Hoy fue mi último día en la planta. Nunca había visto tanta emoción por un coche”, comentaba el pasado viernes un trabajador en Facebook, que compartió varias fotos junto al último Challenger SRT con corazón Hemi que, avatares del destino, estaba acabado en un sobrio tono negro.
Por el resto de comentarios que pueden verse en la publicación, fue un evento duro para muchos trabajadores de la planta y para muchos aficionados.
Al Challenger le siguieron un Dodge Charger Scat Pack Wideboy en color ‘Destroyer Gray’, mientras que el último Chrysler 300 en producirse con motor Hemi (el modelo más enfocado al lujo con la plataforma L), que también se ensamblaba en la misma línea, salió de fábrica sin hacer apenas ruido en un distinguido color ‘Velvet Red’ a principios de este mes.
El Dodge Challenger ya es todo un icono del mundo de la automoción, sobre todo en EEUU, tras más de 15 años en producción. Con un diseño retro que evocaba el estilo del precioso Challenger original de los años 70, este muscle car se convirtió en un símbolo por sí mismo, presente en el cine, en eventos, en videojuegos y hasta en bases militares.
Mientras tanto, el Charger y el Chrysler 300 (que llegaron en 2005 y 2004 respectivamente), consolidaron la dinastía de la popular plataforma L, con dos décadas de vida.
Aunque esta despedida al brutal bloque Hemi sea el final de una etapa y no el adiós definitivo para los amantes de los Dodge, sí se siente como la pérdida de una etapa muy importante en la historia de la automoción (y la competición) tal y como la conocemos: y es que, el V8 Hellcat, no es sólo un motor de combustión salvaje.
Este V8 sobrealimentado por compresor volumétrico, siempre con un mínimo de 707 CV, es un emblema de MOPAR y de los muscle car en general, que ha estado presente en casi cualquier vehículo fabricado por Dodge o Jeep: desde las pick-up RAM a los Grand Cherokee, el V8 se ha hecho un hueco hasta en coches para los que no estaba previsto.
Un futuro en clave eléctrica
Así, los Charger y Challenger Jailbreak fueron los últimos herederos de una larga y exitosa estirpe, junto a los siete modelos “Last Call” (cada una de estas ediciones especiales representaba una conexión con un modelo esencial para la historia de Dodge) fueron un merecido canto de sirena por parte de Dodge para sus dos modelos más representativos.
Se espera que tanto el Dodge Charger como el Challenger regresen algún día, pero con una diferencia crucial: el próximo capítulo de su historia será electrificado.
Para ello, la planta de ensamblaje de Brampton cerrará durante al menos un año para someterse a un drástico proceso de remodelación que le permita abrazar un futuro distinto, antes de que sus muscle cars eléctricos puedan volver a llenar de vida las líneas de montaje de cara a 2025.
Independientemente de que estos futuros coches lleven o no la insignia Hellcat, al menos se espera que la potencia descomunal siga siendo una de las señas de identidad de los Dodge del mañana.