Hace meses que Dogde confirmó que los icónicos Charger y Challenger, tal y como los conocíamos hasta ahora, tenían sus días contados. Para disgusto de los más puristas estos dos muscle cars ya no estarán disponibles en 2024 con su brutal corazón V8 Hellcat bajo el capó, pues este conocido bloque dejará hueco a un nuevo tren motriz electrificado.
Como merecido canto de sirena a dos de sus modelos más representativos Dodge anunció que presentaría hasta siete modelos “Last Call” para despedirse por todo lo alto: cada una de estas ediciones especiales representa “una conexión con un modelo esencial para la historia de Dodge”.
El séptimo y último se iba a presentar próximamente en el SEMA, pero parece que no va a poder ser. Según el director de la marca, Tim Kuniskis, detrás hay un motivo de peso. O más bien, explosivo.
Por la puerta grande… o por los aires
Dodge ya ha presentado seis de los siete modelos de la serie limitada “Last Call” para despedir a sus dos muscle cars más cotizados, entre los que destacan el brutal Challenger Black Ghost o el increíble Dodge Charger Super Bee. Sin embargo, el séptimo y último de los modelos de la serie se está haciendo de rogar.
Dodge había dado pistas sobre que “sería el modelo más extremo de los Last Call”, lo que a priori lo hacía perfecto para un debut en el SEMA Show. Sin embargo, según The Detroit Bureau, Kuniskis ha declarado recientemente que el modelo podría no llegar a hacer su esperado debut en Las Vegas.
El ejecutivo señaló que el coche “que pondrá en un aprieto a los vehículos tradicionales con motor Hellcat” está teniendo algunos problemas con su modificación. Para ser exactos, “ha estallado cuando se le ha llevado al límite en el laboratorio de pruebas de Dodge. No estamos hablando de una avería menor”.
Si todo va bien, podríamos echar un vistazo al modelo final antes de que termine el año, aunque esto no sucederá hasta que los ingenieros de Dodge estén realmente seguros de que la edición especial puede resistir las pruebas intensivas a las que será sometido.
Y es que el fabricante requiere que cada nuevo motor supere determinadas horas de funcionamiento (alrededor de cien) a máximo rendimiento en el banco de pruebas antes de que pueda certificarse para su venta.
Según Road&Track, la bestia definitiva de Dodge podría ser “una variante del Challenger capaz de funcionar con combustible E85” con un motor de hasta 921 CV bajo el capó (909 HP), lo que supone casi 205 CV más de los que ofrecía el Hellcat original de 6,2 litros cuando llegó en 2015.
De ser ciertos los rumores, ese rango de exigencia podría explicar por qué Dodge está luchando contra el crono para poder presentar la joya de la corona de los "Last Call": "Creo que lo tenemos resuelto, si no reventamos más motores", dijo Kuniskis, quien ha confesado que "todavía está conteniendo la respiración".
Ojalá los nuevos planes se cumplan y, pese a todo, podamos conocer a la iteración de los muscle cars de Dodge antes de que termine 2022. Stellantis ya tiene planes para la planta de montaje de Brampton (Ontario, Canadá) donde se montaban hasta ahora los Charger y Challenger.
La planta se someterá a un drástico proceso de remodelación que se estima de al menos un año de duración antes de que sus muscle cars eléctricos puedan salir de la línea de montaje de cara a 2024.