Y está. Es el último muscle car que pondrá a la venta Dodge. El Dodge Demon 170 es la despedida de los muscle cars y el último de los modelos de edición especial 'Last Call'.
El Dodge Challenger SRT Demon 170, es básicamente un dragster con matrícula. Desarrolla 1.025 CV, es capaz de cubrir el cuarto de milla (algo más de 400 m) en 8 segundos y de acelerar de 0 a 60 mph (96 km/h) en menos de dos segundos.
Para la traca de fin de fiesta, el Dodge Demon se adentra en el territorio de los Bugatti Veyron y coches eléctricos más potentes, pero con el inconfundible rugido de un V8 de 6.2 litros sobrealimentado por compresor.
Desde el inicio del programa Demon 170, el equipo de ingenieros de Dodge tenía tres objetivos principales para el muscle-car: al menos 1.000 CV, en torno a los 8 segundos en el cuarto de milla y bajar de los 2 segundos en el 0-60 mph.
Para lograrlo, partieron de la base del Dodge Demon de 2017, un coche de 840 CV (usando gasolina competición y la ECU adaptada) y con suspensiones a medida. Pero pronto se dieron cuenta que lograr las prestaciones deseadas simplemente con una vuelta de tuerca, o dos, al Demon de 2017 no iba a ser posible.
Así, a nivel mecánico, del anterior Demon sólo han conservado los árboles de levas y el bloque. Todo el resto (bielas, pistones, cigüeñal, compresor volumétrico, etc) ha sido creado ex profeso para el Demon 170. Va asociado a un cambio automático de 8 relaciones con un nuevo diferencial trasero.
Un demonio que da todo su potencial con un 85% de alcohol
Con respecto al Demon de 2017, el Demon 170 no necesita gasolina de competición para alcanzar su potencia máxima, pero sí gasolina bioetanol E85, compuesta en un 85% por etanol, es decir, alcohol.
De hecho, el nombre de 170 hace referencia al E85. En Estados Unidos, alérgicos al sistema métrico internacional, un 85% de volumen de alcohol equivale a la medida local de ‘170 Proof’, de ahí el nombre de Demon 170.
Aun así, el Demon 170 puede funcionar con cualquier gasolina, desde la E5 (la sin plomo de 95 de base en Europa) hasta la E85. La ECU es capaz de ajustar los parámetros en función de la mezcla de combustible que le llega del depósito, proporcionando una potencia máxima de 1.025 CV y 1.281 Nm de par motor con E85. Con toda la potencia disponible, Dodge anuncia un 0 a 96 km/h en sólo 1,66 segundos en una “superficie preparada”, léase en una pista de drag.
Para ello cuenta, además, con neumáticos Mickey Thompson de 245/55/R18 delante y 315/50/R17 detrás. Es el primer coche de serie en usar neumáticos radiales de drag, utilizables en carretera. En opción, las llantas pueden ser de fibra de carbono y aluminio para que sean más ligeras.
En esas condiciones, el Demon 170 es capaz de hacer un cuarto de milla (402,3 m) certificado por la NHRA en 8,91 segundos a 151,17 mph (243,38 km/h). Son cifras normalmente obtenidas por coches de competición puro y duros.
Sin embargo, nadie se podría presentar en una prueba de drag oficial con su Demon 170. Carece de jaula de seguridad o paracaídas para frenar, aunque los clientes podrán adquirir dichos componentes en el catálogo de accesorios de Dodge.
Para quien no tenga un surtidor de E85 cercano, con una mezcla de sin plomo 95 E10 (muy común fuera de España, dicho sea de paso), el Demon 170 sigue entregando 900 CV y 1.098 Nm de par motor. Ahí es nada.
A nivel estético, para ser un coche capaz de entregar más de 1.000 CV, es bastante discreto. ¿Cómo saber que es un Demon 170, entonces? El logotipo del Demon lleva un ‘170’ tatuado en el cuello y uno de sus ojos es amarillo. El tema del amarillo continúa en el interior, con costuras brillantes, insignias exclusivas y una placa conmemorativa en el salpicadero.
Curiosamente, como en Dodge son unos cachondos y siguiendo con el tema del alcohol, el coche viene de regalo con un juego de decantador Demon conmemorativo, personalizado según el propietario y el vehículo.
El Demon 170 es una serie limitada en principio a 3.300 unidades, 3.000 para Estados Unidos y 300 para Canadá. Sin embargo, Dodge corre el riesgo de no poder fabricarlos todos.
Por las regulaciones sobre normas de emisiones, sólo lo puede fabricar hasta el 31 de diciembre de 2023. Y si viniera a faltar algún componente, como los dichosos microchips, la producción se retrasaría, impidiendo así llegar a las 3.300 unidades.