Sucedió en Bingham, Nottinghamshire (Reino Unido). Sam Wilson, un estudiante de Ingeniería de 25 años que trabaja repartiendo pizzas, fue sancionado cuando llevaba recorridos con su Peugeot 306 unos 5 de los 8 kilómetros que separan su hogar del desguace más cercano. ¿El motivo? El coche carecía de puertas, parrilla, capó, faros e intermitentes. Sí. Así se muestra en la fuente de la noticia.
El muchacho utilizaba los brazos para indicar sus maniobras (¡eh, uno que recuerda el manual del conductor!) y explicó que creía que el coche era apto para circular (bueno, no recuerda tanto el manual), entre otras cosas porque tenía en regla la ITV (MOT, en Reino Unido) y la documentación. ¿Que qué ocurrió con las partes del coche que no estaban en su sitio? Las vendió por internet.
El joven, que a su edad es padre de dos criaturas, quiso obtener por el coche algo más que las escasas 150 libras (180 euros) que le ofrecían al desguazarlo, así que decidió venderlo por entregas para ver si sacaba algo más de dinero. Ni se planteó que el vehículo pudiera constituir un riesgo para sí mismo ni para los demás, según argumentó en el Juzgado de Nottingham.
En la sanción se ha dejado tres puntos del permiso de conducir más 110 libras, más otras 120 libras por el procedimiento menos las 70 libras que finalmente le pagaron en el desguace. Al final le ha salido la operación por 160 libras y tres puntos. Esto ha sido un poco como vender el coche para comprar jabón con que lavarlo, pero Sam dice que ha aprendido la lección y que no lo volverá a hacer.
Vía | Daily Mail, The Telegraph
