Velocidad a la baja en carretera, velocidad al alza en autopistas, dicen. O no, no se sabe muy bien. El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, no ve “razonable“ que en una carretera convencional circulemos a 100 km/h y en autopistas y autovías, con muchas mayores medidas de seguridad, vayamos a 120 km/h. Reabrimos así una vez más este debate cíclico sobre la velocidad.
El ministro quiere que se amplíe el diferencial de velocidades entre carreteras y autovías, quizá al estilo de cuando la máxima en autovía era 100 km/h mientras que en autopista era 120 km/h, pero elevando el listón en consonancia con los avances en materia de seguridad. De momento no hay nada decidido, es un pequeño sondeo para ver cómo están los ánimos:
Lo que le puedo asegurar es que no se va a incrementar la velocidad máxima en las carreteras secundarias, que es donde se concentra el mayor número de siniestros, de muertos y de lesionados.
Bien, ahí estamos todos de acuerdo. Aunque una cosa es no incrementar y otra muy diferente, reducir. A las claras. Hay carreteras secundarias que, sin señalización a la vista y con la ley en la mano, son de las de ir legalmente a 90 km/h aunque a esta velocidad puede resultar temerario abordarlas. Y eso un conductor debe saber evaluarlo mediante la adecuación de la velocidad a las circunstancias, como dice el artículo 45 del Reglamento General de la Circulación:
Todo conductor está obligado a respetar los límites de velocidad establecidos y a tener en cuenta, además, sus propias condiciones físicas y psíquicas, las características y el estado de la vía, del vehículo y de su carga, las condiciones meteorológicas, ambientales y de circulación, y, en general, cuantas circunstancias concurran en cada momento, a fin de adecuar la velocidad de su vehículo a ellas, de manera que siempre pueda detenerlo dentro de los límites de su campo de visión y ante cualquier obstáculo que pueda presentarse.
Y si por lo general no sabe (excepciones siempre puede haber), quizá deba replantearse qué hace al volante exactamente.
Velocidad, especificidad y disparidad
Reducir la velocidad en tramos concretos no es una novedad. Ya es lo que hace (o debería) la señalización colocada para conductores que, por lo que sea, no evalúan correctamente las características de ese tramo de vía. ¿Reducirla por ley con independencia de cuál sea el tramo? Hombre, pues seguramente y dado la variabilidad de las vías de la geografía española, eso resulte un poco fuera de lugar. No parece lógico pensar que vaya por ahí la cosa.
Ah, pero es que tenemos más vías que, sin llegar a ser autovías y sin ser carreteras secundarias, son carreteras convencionales de las que uno puede abordar legalmente a 100 km/h y que no merecen reducción de límite alguna. Es más, limitar esas vías por ley sería contraproducente para la seguridad, ya que a buen seguro aumentaría la disparidad de velocidades entre vehículos.
¿Cómo se come eso? Es fácil. Habría conductores que se ajustarían a la legalidad vigente y otros que, sin ver razón aparente para la moderación de la velocidad, la excederían. ¿Alguien ha probado a reducir su velocidad cada vez que en una carretera hay plantada una limitación aunque no se entienda? Yo sí, llevo años haciéndolo, y es divertidísimo ver cómo el resto de conductores intentan matarte.
Yo es que siempre he sido más de la escuela filosófica de Paco Costas, y no porque sea el abuelo de quien es, sino que la cosa me viene de mucho antes. Como le he oído decir alguna que otra vez, si uno circula por una carretera y ve que se produce una de las siguientes circunstancias:
- lo adelanta todo el mundo,
- él adelanta a todo el mundo,
es que algo falla en su velocidad de circulación. Lo dicen los expertos en Seguridad Vial y también el sentido común (y hasta yo cuando daba clase): uno de los principales problemas de seguridad que tiene la velocidad es la disparidad de velocidades, romper el ritmo del tráfico. Imponiendo unos límites que se perciben como excesivos, se invita a que parte de los conductores rompan el ritmo del tráfico.
Aunque claro, para evitar eso están los radares, ¿verdad? En fin…
Yo sólo sé que v= e/t y que Ec=½mv2
Bueno, y luego están el resto de factores de riesgo, claro. Pero de eso no se habla. Y de ahí, pasamos a la velocidad en autopistas. ¿De cuánto estamos hablando? ¿De 130, de 140? Bien, en el fondo tanto da. Sí, tanto da porque se está empezando la casa por el tejado. Como decía, la velocidad en sí no mata. Yo puedo ir en avión a 800 km/h y no muero.
En un momento dado, lo que puede matar es una aceleración un poco bestia. La aceleración negativa que se produce en una colisión, por ejemplo. ¿Y esa aceleración de dónde viene? Pues quizá de un problema derivado de no haber tomado las medidas oportunas para la velocidad a la que circulábamos.
Otra vez, a las claras. ¿Estamos seguros de que el debate que toca es el de la velocidad? Digo… dejando de lado que no sea el mejor momento para gastarse dinero en la chica de la Repsol, todo esto tiene un tufo de pan y circo que no mola nada. A la mona nos la visten de seda, de diálogo, casi de consulta popular, pero tanto da.
Dando por hecho que nada de eso es así, repito: ¿Estamos seguros de que el debate que toca es el de la velocidad? Antes que eso, quizá deberíamos ser todos conscientes de qué significa aumentar la velocidad. Esos 20 km/h (“sólo”, dice el ministro), pasados a energía cinética, es un diferencial importante, lo suficiente como para que nos preguntemos, como mínimo, por algunos factores que habría que trabajar de forma imperiosa:
- distancias de seguridad,
- distancias de seguridad,
- ¿he dicho ya lo de las distancias de seguridad?,
- uso adecuado y sensato de los carriles,
- distracciones al volante,
- conductas aberrantes, antisociales y hasta psicópatas,
- adecuación de la velocidad a las circunstancias,
- revisión exhaustiva de la señalización,
- adecuación de la velocidad a la señalización,
- eliminación de situaciones trampa,
- conocimiento del vehículo que se maneja,
- … y un largo etcétera, como dice el cliché (etcéééééééééééééééééééééééétera).
¿A que no hay hue cojo narices ganas de plantear todos esos debates desde el Ministerio de Interior con la misma alegría que se zarandea ante la plebe el tema de los límites de velocidad? Pues esos, y todos los que me dejo por el camino, son los factores que marcan la diferencia entre modificar los límites con criterio y corrección o modificarlos por populismo.
Vía | Público, La información
En Motorpasión | El Gobierno estudia subir el límite de velocidad en autopistas y autovías, La distancia de seguridad, la gran ignorada