¿Por qué te cuento todo esto?

Hablemos sobre hablar de Seguridad Vial. Hoy me vas a permitir (porque como dice Toni22m, soy un consentido y todo se me permite) que baje bastante el tono, que deje a un lado mi característica acidez y mi mala leche y me centre en algo que me tiene descentrado desde ayer. Espero no resultarte demasiado tristón. Y sí, creo que el elemento de la fauna de hoy... voy a ser yo mismo.

Ya sabes que estos artículos que te lees --si quieres-- a eso de las ocho de la mañana quedan hechos normalmente la noche del día antes, si no es que los preparo con algo más de antelación. Bien, pues en el caso que nos ocupa el texto lo he acabado a eso de las dos. Luego ponerle los dibujillos y tal... Nada, serían las tres o así cuando le he dado al que internamente le llamamos el botón de la risa.

Te cuento todo esto no sólo porque yo sea un entusiasta de los making of y de implicar a mi interlocutor en lo que hago, sino para que veas hasta qué punto me costó encontrar tema ayer. En realidad no me costó tanto encontrarlo, me susurraba al oído mientras redactaba otras cosas, pero estuve horas y horas pensando si te lo comentaba o si no. Y como se me hicieron las tantas, al final me decanté por el sí.

¿Por qué hablar sobre Seguridad Vial?

¿Por qué te hablo de Seguridad Vial cada vez que tienes a bien leerme? Sí, para que no te pase nada malo al volante, eso es lo que te suelo decir, y además es así. Pero, ¿cómo me dio a mí esta pájara un buen día? Si yo estudié lo que estudié porque en mi cabeza quería explicar cosas que o bien tuvieran que ver con las guerras del mundo o bien tuvieran a ver con asuntos de coches y carreteras, ¿cómo fue mi deriva personal hacia el terreno de la Seguridad Vial como materia?

Hombre, bien mirado esta es la mezcla perfecta. La Seguridad Vial, después de todo, es una guerra que se libra contra la siniestralidad vial y que se mueve en un escenario de carreteras plagadas de coches. Vamos, como que nos va la vida en ello, así que entiendo que es importante. Y si es importante, alguien tenía que contarlo, ¿verdad? ¿Por qué no iba a hacerlo yo mismo?

Comencé a hacerlo un día, casi de sopetón. Antes había contado muchas cosas, pero nunca de forma tan centrada sobre un mismo tema. En fin, hay personas que ignoran todo cuanto rodea a eso de la siniestralidad vial, y un mal día, de repente, se hacen especialistas a la fuerza. Son víctimas directas o familiares de víctimas de tráfico. No fue mi caso. De hecho, no tengo claro cómo fue mi caso.

Ahora recuerdo una entrevista que le hice a Carlos García-Hirschfeld hace tres años, cuando se emitía en la tele el programa 'Seguridad Vital'. Le pregunté directamente y sin titubeos por su motivación. ¿Se basaba en alguna experiencia personal, como le había ocurrido a tanta gente? Carlos me contó que no, aunque me transmitió también esa descorazonadora sensación que tenemos muchas veces de cercanía con el siniestro vial, ese "te puede pasar a ti" que tantas veces desoímos.

El juego de lo propio y lo ajeno

La cuestión de fondo es ese juego con lo ajeno y lo propio. ¿Hasta qué punto la Seguridad Vial es algo ajeno, propio solamente de esos pesaos que se dedican a dar la chapa todo el día sobre lo malos que son los coches, y hasta qué punto es algo propio de cada uno de nosotros, cada vez que vemos en el arcén de una carretera un ramo de flores que recuerda que alguien perdió la vida ahí?

Ese mismo conflicto me asalta cada vez que hablo con una víctima de tráfico. Siento que las víctimas sufrieron en sus carnes el dolor de la carretera y quiero escuchar lo que me quieran contar. Siento también que necesito conocer casi de primera mano lo que nunca quisiera conocer de verdad. Para hacer reset de vez en cuando y recordar y tener muy claro por qué te cuento todo esto.

Y cuando me explican sus cosas, nunca sé qué decir, siento que sus historias me superan por todas partes y me siento tan pequeño que ni respondiéndoles con la mejor de mis intenciones y con el mayor de mis empeños lograría sentirme a gusto con el resultado. Es tan fácil sentirse idiota cuando hablas con alguien que después de todo lo que ha pasado afronta su día a día con entereza...

Motivación condicional y subjuntiva

Me acuerdo ahora del segundo examen que tuve que pasar para optar a la formación como profe. En el primero nada, porque estábamos todos allí haciendo tests, metidos en una nave como pollos que iban al matadero; pero en el segundo, cuando estaba al volante de mi coche y a mi derecha se me sentó un examinador de Tráfico para evaluar mi forma de conducir, el buen hombre me preguntó:

-- Y tú, ¿por qué quieres ser profesor?

Y mientras lidiaba con el tráfico de Barcelona a las siete de una pesada tarde de otoño, dando vueltas por Montjuïc y por el Poble Sec, apenas pensé la respuesta, me salió sola:

-- Porque estoy harto de ver en las noticias la de gente que se mata con el coche y quizá te parezca iluso, pero me gustaría intentar poner un granito de arena para que esto cambiase un poco.

Todo muy condicional y muy subjuntivo. Como por desgracia no puede ser de otra manera. Como por desgracia no sé hacer de otra manera.

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