Espero que mi madre no lea esta entrada, porque hablar de María del Carmen Fernández de Lomana Gutiérrez supera con creces las tristes expectativas sobre la vida que la buena mujer tenía depositadas en mi persona desde el momento que le dije que comería de lo que escribiera. El caso es que hoy recupero una noticia tipo El Mundo Today (no es lo del alce y el oso, pero poco le falta) que en su momento descarté, pero que luego dándole vueltas pensé: “Mira, tiene su rollo”. La noticia, digo.
Por si te fuiste con la misión Curiosity y no te has enterado de lo sucedido en nuestro país durante los últimos días, es de vital importancia que sepas que el pasado viernes un Hyundai ix35 irrumpió en la playa de Palombina (Celorio (Llanes (Asturias))) y le dio un susto a bañistas, llaniscos, llaniscas y foráneos. Claro, que la impresión debió de ser mayor cuando tras el coche salió Carmen Lomana.
Lomana se quejaba de que el SUV, que había alquilado en Oviedo para la ocasión, se desfrenó y la atropelló antes de emprender su camino hacia la playa. Vamos, que posiblemente la mujer no hizo más que un Banega de primera generación. Y no, el coche no acabó en remojo: la arena lo dejó varado.
Ahora, eres muy libre de pensar lo que quieras y marcar la respuesta que consideres correcta:
a) Esta señora no se entera. GoTo faunos y faunas, pero corregido y aumentado.
b) Este coche cede al desenfreno, “Hyundai, conduce una gran zarria” y otros grandes éxitos.
c) Esta entrega de fauna en ruta es malísima y voy a buscar cualquier otra cosa.
d) Las respuestas anteriores no son excluyentes entre sí. Especialmente, la c) con las demás.
Una anotación al margen: Carmen Lomana es una de las embajadoras de la marca Land Rover y participa todos los años en el Discovery Challenge, ese sarao que aglutina famosos y periodistas del Motor en el que se hacen rutas de 4×4, lo que añade al episodio de la playa de Palombina una nota curiosa con tintes de comedia de situación.
Si quieres una versión algo más detallada del asunto acaecido en la playa asturiana, siempre puedes recurrir al perfil en Twitter de la protagonista de esta historia, que es el centro de información que sirvió de base para que los profesionales de los periódicos que dieron cuenta de la noticia se documentaran adecuadamente sobre el suceso. Va un ejemplo:
Pensé : me voy a Oviedo en Avión y ahi alquilo un coche para ir a Llanes que solo son 100 Kms. No tenían automáticos y me dieron este trasto
— Carmen Lomana (@Carmen_Lomana) agosto 17, 2012
Mientras, podemos tú y yo analizar esto desde una doble perspectiva. De un lado, podemos hablar sobre el sistema de frenado de Hyundai y esperar a que alguien de la marca nos diga que sus coches, manuales o automáticos, salen de fábrica en perfecto estado. Y luego vendría el de los alquileres y traería mil papeles para acreditar que el coche estaba bien cuando lo recogió la arrendataria.
Y como eso es muy obvio y no soy quién para dudar del coche, vamos a por el otro punto de vista: el que se refiere a personajes públicos que irrumpen en los medios por razones de seguridad vial. ¿Que por qué? Pues porque estamos en agosto y hace calor, una razón como otra cualquiera.
El efecto mediático del famoso sobre ruedas
Semanas atrás se lió la de Dios es Cristo con el asunto de Ángel Carromero (serendipias de la vida, otro Hyundai; que venga Iker), y recuerdo que alguien comentó una cuestión de bandos después de que Javier Costas citara del tirón algunos ejemplos de inseguridad vial perpetrados por personalidades destacadas del PP.
Aquello me dio que pensar, y no en clave de politiqueos, que eso a mí no me llama, sino en clave del extraño eco mediático que tienen los personajes públicos cuando se les cruza un volante en la vida. Para algunos de los que asisten como espectadores a esas inquietantes revelaciones sobre factores de riesgo vinculados a famosos, es como si la cuestión vial recobrase una importancia que tenían escondida en un cajón, y eso tiene su parte positiva.
Ejemplifico. El verdadero pulsómetro de la sociedad no es el sondeo que bajo ese nombre publica periódicamente la Cadena SER (con todos los respetos para los profesionales del medio) sino que se encuentra en el bar de la esquina, ese en el que más de uno pasa el día sentado y arreglando el mundo al ritmo que le marcan las noticias que aparecen en la tele.
Bien, pues yo he asistido a más de uno de esos pulsómetros y he constatado que, como para el común de los mortales coger un coche significa algo parecido a coger el tren (con la única diferencia de que hay que conducirlo personalmente), en cuanto la tele les muestra un personaje público con problemas de seguridad vial es como si de repente cayeran en la cuenta de que esas cosas pasan.
Ojo, lo cual no quiere decir que les vaya a pasar a ellos algo así, faltaría más. Y sí, estoy de acuerdo contigo: la parte negativa de todo esto es la falta de profundidad que acompaña a estas revelaciones mediáticas. Qué se le va a hacer, ¿verdad? No todo podía ser tan bonito.
El papel del famoso en la seguridad vial tiene un doble efecto: recuerda al ciudadano medio, ese que no necesariamente es un friki de las ruedas, qué supone – muy grosso modo, sí – conducir un automóvil, y sirve como ejemplo o contraejemplo de una cierta actitud ante la seguridad vial.
Ilustro. El caso de Carmen Lomana quizá nos habla de una falta de implicación o de atención con el coche. El caso de Ángel Carromero sería un contraejemplo por esa presunta actitud de volar sobre el bien y sobre el mal. Y el de Alonso, Sáinz y Crivillé, por citar algo de signo diferente, sería el paradigma del ídolo que da un buen ejemplo. Hablamos de imágenes públicas, las motivaciones reales y lo que haga el personaje en privado y sin que se sepa, hasta que no se sepa, no tienen por qué coincidir.
Finalmente, no olvidemos una cosa: por muy independientes que nos creamos, en el fondo de alguna manera necesitamos que las personas que tienen una cierta proyección pública nos muestren el camino, ya sea dando ejemplo… o con la ayuda del contraejemplo. Por eso lo de Lomana tiene su rollo.
Ah, un saludo para yfueri. Fue su correo lo que me hizo reconsiderar el asunto.
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