Uno de mis sueños inconfesados hasta la fecha es acompañar a un coche patrulla en una jornada de control del tráfico. Mira, cosas que tengo, estoy convencido de que ese día ampliaría mi campo de conocimiento sobre la fauna en ruta que nos rodea. Para muestra, el botón que nos acompaña hoy. Yo te lo voy contando, y a ver qué te parece.
Pongamos que un conductor entra con su tráiler en una zona donde la circulación de vehículos pesados está limitada a 10 toneladas. Y su vehículo excede de esa masa. Pongamos que la Policía Local detecta el camión y, al no tener conocimiento de que se haya expedido una autorización para ese caso, deciden seguirle los pasos.
Pongamos que cuando pasa el camión junto a los policías, los agentes notan que al conductor le pasa algo raro y que maneja su vehículo con una brusquedad que no es normal. Vamos, que no hablamos de una bicicleta que se tambalea sino de un señor vehículo articulado que se mueve como manejado por un discípulo de la Escuela de Chófers San Vito.
Pongamos que los policías ven que el camión presenta un estado de conservación algo lamentable. Que eso, por sí mismo, no es algo constitutivo de nada, pero digamos que cuando se van acumulando puntos este pasa a ser un factor más. Si ya vas como vas y encima el bicho no se aguanta ni los gases...
Pongamos que al seguir al vehículo los agentes de la Local descubren que el remolque va perdiendo parte de su carga, como aquel que va soltando lastre en un intento desesperado por reducir el consumo de carburante o de mejorar el comportamiento dinámico de... Vamos, que va desatado. Lo que lleva en el remolque, quiero decir: literalmente desatado.
Pongamos que poco después los policías escuchan un ruido que proviene del vehículo y de repente se aperciben de que el tráiler circula con una de sus ruedas posteriores completamente destrozada.
Pongamos que, por fin, los policías dan el alto al camionero.
Pongamos que al ir a pedir al conductor los papeles del camión, descubren que el chófer es un mozuelo de 61 primaveras que presenta síntomas evidentes de llevar encima una buena merluza... pese a no llevar acondicionado el remolque para transporte de pescado fresco ni congelado.
Pongamos que el conductor se niega por activa y por beoda a realizar la prueba de alcoholemia.
Pongamos que el mismo conductor está sin permiso de conducir porque el juez se lo retiró. ¿Adivinas la razón? Resulta que el juez dictó sentencia porque el chófer conducía con una tasa de alcohol en sangre bastante superior a la máxima permitida. Lo que quizá no dictó expresamente es que el conductor se abstuviera de mover el vehículo. O sí, pero lo tomó como una opinión.
Pongamos que, ya con el vehículo detenido, los agentes comprueban la documentación y observan que el tractocamión (es decir, la cabeza tractora) está dada de baja temporal, va sin seguro y sin estar al día de la ITV; y que por su parte el remolque está igualmente sin ITV ni seguro.
Pongamos que las conexiones entre el tractocamión y el remolque brillan por su ausencia, por lo que el remolque circula, a efectos prácticos, sin luces y sin frenos.
Factores de riesgo acumulativos
Son muchas cosas las que hemos puesto sobre la mesa, sí. De hecho, el efecto acumulativo de todo lo narrado se me antoja casi increíble si no fuera porque es así como cuentan que sucedió el pasado 22 de mayo en Pontevedra. Tal cual.
Aunque todos los factores de riesgo, por separado, suponen ponerse en el punto de mira de la siniestralidad vial --propia y/o ajena, que en la carretera no estamos solos--, es cuasi evidente que a medida que vamos acumulando factores en un mismo suceso el tamaño de la mosca que zumba tras la oreja es mayor. Al final, el moscardón se convierte en un bombardero de la Segunda Guerra Mundial.
Con buena dosis de retranca, el redactor del Diario de Pontevedra dice que sólo faltaba que el camión fuera robado (no lo descartemos, por si acaso), como en aquel chiste de Eugenio sobre el tipo que va con la mujer y la suegra en el coche y le para la Guardia Civil:
-- Mire, lo primero de todo, sacarme el carnet de conducir, que no lo tengo todavía.
En estas que la mujer, que va sentada al lado, interrumpe y dice:
-- Señor agente, no haga caso a mi marido, que va borracho hoy.
Y la suegra, que va sentada atrás y como está un poco sorda no se entera mucho, suelta:
-- Ya decía yo que en un coche robado no íbamos a llegar muy lejos.
Pues algo así.
En mi tierra tenemos una canción infantil titulada "En Joan petit quan balla..." ("Cuando el pequeño Joan baila...") que es plenamente acumulativa: el tal Joan va bailando cada vez con una parte del cuerpo, empezando por el dedo, luego se añade la mano, el codo, el pie, el culo... y así hasta agotar los conocimientos de anatomía del mismísimo Doctor House.
La letra es machacona hasta la muerte, algo así como los elefantes que hacían una rave sobre la tela de una araña, aunque con finalidades educativas sobre el conocimiento de las partes del cuerpo, lo típico de preescolar. La canción arranca de la siguiente manera (pongo la traducción al lado):
En Joan petit quan balla, balla, balla, balla. En Joan petit quan balla, balla amb el dit. Amb el dit, dit, dit. Així balla en Joan petit. En Joan petit quan balla, balla, balla, balla. En Joan petit quan balla, balla amb la mà. Amb la mà, mà, mà. Amb el dit, dit, dit. Així balla en Joan petit. En Joan petit quan balla, balla, balla, balla. En Joan petit quan balla, balla amb el colze. Amb el colze, colze, colze. Amb la mà, mà, mà. Amb el dit, dit, dit. Així balla en Joan petit. | Cuando el pequeño Joan baila, baila, baila, baila. Cuando el pequeño Joan baila, baila con el dedo. Con el dedo, dedo, dedo. Así baila el pequeño Joan. Cuando el pequeño Joan baila, baila, baila, baila. Cuando el pequeño Joan baila, baila con la mano. Con la mano, mano, mano. Con el dedo, dedo, dedo. Así baila el pequeño Joan. Cuando el pequeño Joan baila, baila, baila, baila. Cuando el pequeño Joan baila, baila con el codo. Con el codo, codo, codo. Con la mano, mano, mano. Con el dedo, dedo, dedo. Así baila el pequeño Joan. |
[REPEAT TO DEATH] |
Pues eso ha sido lo primero que he pensado cuando he considerado la noticia de Pontevedra para contártela hoy. Que me gustaría acompañar a una patrulla de Tráfico... y acabar viendo bailar al pequeño Joan, que seguro que en pleno éxtasis turco lo iba a hacer muy bien con el dedo, con la mano, con el codo, con el pie y con cualquier otra parte de su cuerpo serrano, a poder ser alguna parte sobre la que bailar resultase una tarea entretenida.
Cualquier cosa, menos tenerlo conduciendo por ahí...