Desde que en 2012 el estado de Washington, en Estados Unidos, legalizara el uso recreativo de la marihuana, el número de accidentes de tráfico con víctimas mortales relacionados con la conducción bajo los efectos de esta sustancia se ha multiplicado por dos, según un reciente estudio de la Fundación AAA para la seguridad vial, que llega justo cuando otros 20 estados del país se plantean la legalización del cannabis este mismo año.
La Fundación AAA afirma que el porcentaje de conductores involucrados en accidentes fatales, que hubieran consumido marihuana recientemente, ha pasado del 8% a un 17% entre los años 2013 y 2014. Uno de cada seis conductores implicados en un accidente mortal en 2014 había usado ésta droga. El principal problema es que los límites legales impuestos para el uso del cannabis al volante son arbitrarios y poco científicos, según AAA.
"El aumento significativo de los incidentes viales con fallecidos en los que la marihuana estaba involucrada es alarmante. Washington sirve como un caso de estudio para abrir los ojos a otros estados, por lo que pueda pasar en sus carreteras al legalizar la droga", declara Peter Kissinger, Presidente de AAA Foundation.
Algunos estados (la marihuana recreativa es legal en Washington, Colorado, Alaska y Oregon) han creado límites legales que especifican la cantidad máxima de THC -el componente químico del cannabis- que puede tener un conductor en su organismo, basándose en análisis de sangre. Es algo parecido a los límites impuestos a la conducción bajo los efectos del alcohol, pero plantea problemas.
Por ejemplo, no hay estudios que afirmen que existe un nivel específico de THC en el organismo con el que los conductores estén incapacitados para conducir un vehículo, ya que depende mucho de cada individuo, al contrario que con el alcohol. Algunos conductores con niveles altos de marihuana podrían no estar impedidos para conducir -como los consumidores habituales, a quienes puede afectarles mucho menos-, mientras otros con niveles mucho más bajos podrían suponer un peligro al volante.
Además, para realizar las pruebas de sangre necesarias para saber el nivel de THC en sangre, se ha de trasladar al conductor a un hospital y en este transcurso de tiempo los niveles de THC podrían bajar por debajo del límite legal antes de ser administrada la propia prueba.
"Comprensiblemente hay un deseo por parte del público y de los legisladores de crear límites legales para la conducción bajos los efectos de la marihuana, como con el alcohol, pero en este caso el enfoque es débil y no tiene respaldo científico. Simplemente a día de hoy no es posible determinar si un conductor está impedido para conducir un coche basándose solamente en la cantidad de droga que haya en su organismo", afirman desde AAA.
Así pues, AAA propone poner en marcha procedimientos más exhaustivos, utilizando un sistema de doble rasero. Por un lado basándose en pruebas sobre el uso reciente de la marihuana y, por otro, en evidencias físicas que apunten a un impedimento para conducir. "La marihuana puede afectar a la seguridad de los conductores al alterar su nivel de control sobre el vehículo y su capacidad de juicio. Los estados necesitan medidas fuertes y justas para asegurar que el incremento en el uso del cannabis no afecte a la seguridad vial".
Estados como Montana o Washington han establecido un límite de 5 nanogramos por mililitro, mientras que Nevada y Ohio lo han impuesto en 2 ng/ml y Pensilvania en 1 ng/ml. Mientras, otros doce estados (en total hay veinte donde el uso medicinal es legal, frente a los cuatro donde se permite el uso recreativo) no permiten la presencia de THC en los conductores.
En cualquier caso, lo que sí está claro es que, sea legal o no, la marihuana sigue siendo una droga que altera nuestra percepción, rapidez y, en general, las capacidades al volante, por lo que, aunque su uso no suponga una conducta ilegal, no debería estar nunca asociado a la conducción de un vehículo.
Foto de portada | Dank Depot
Fuente | AAA