La DGT va a dejar de hacer la vista gorda con la renovación del carnet de los mayores de 65 años: al fin va a escuchar a los expertos
Llevamos años a vueltas con el carnet de conducir de personas mayores. Que si la DGT va a retirar el carnet a los mayores de 65, que si van a reducir los plazos de renovación... la realidad es que solo hay intención de esta última medida, pero sigue cogiendo polvo en un cajón.
En el corazón del problema, personas de avanzada edad que no comprenden los riesgos que entraña la conducción en ciertas circunstancias, que por otro lado pueden no tener alternativas de transporte, pero que han seguido un sistema obsoleto de renovaciones y psicotécnicos donde no hay límite de edad para seguir conduciendo. Hablamos con expertos y con un médico especializado en Medicina familiar y comunitaria y que ve con mucha asiduidad casos así.
Una historia que resume la de muchos conductores mayores
"Paciente de 68 años acude a urgencias tras perder la visión en el ojo izquierdo durante dos horas. Tras administrar tratamiento agudo por accidente isquémico transitorio, se le da el alta con recomendaciones sobre la no conducción de vehículos hasta la cita con neurología. A la siguiente cita médica, el paciente acude en coche, conduciendo, y alega no comprender el riesgo que supone para la conducción su trastorno".
El testimonio de este paciente de 68 años nos lo presenta el Dr. Josep Serra, médico especializado en Medicina familiar y comunitaria y que ve con mucha asiduidad casos como este: "Manifiesta su primera pérdida momentánea de visión a esta edad y fue llevado a las urgencias de nuestro centro con muchas reticencias por parte de su hija y yerno", explica este especialista.
El paciente, detalla, tiene unos hábitos de conducción de corto trayecto por carreteras secundarias pero conduce de noche todos los días. Además, no tiene transporte alternativo al destino y es un usuario que apenas acude a la consulta del médico.
Tras el diagnóstico, se le pronostica una alta probabilidad de recurrencias a corto plazo, puede que entre las 24 y las 48 horas, por lo que se le recomienda no conducir hasta que acuda a la cita con neurología, algo que no cumple.
A la llegada a consultas de atención primaria, el Dr. Serra recibe al paciente, que le informa de que ha vuelto a sufrir otro episodio de igual sintomatología. Sin embargo, no entiende por qué debe dejar de conducir, puesto que "todo ha pasado ya y es la primera vez que ocurre en 68 años".
Casi medio millón de mayores de 74 aún tienen carnet
En un país cada vez más envejecido y con una juventud reticente a sacarse el carnet -la situación económica y la micromovilidad urbana actúan como desincentivadores- cada vez hay más mayores al volante.
El censo de la DGT muestra que de los 65 a los 69 años, 985.927 personas disponen del permiso de conducir B; de los 70 a los 74 años, tienen el carnet 670.000 personas y por encima de los 74 años, aún siguen teniendo el permiso 493.873 personas.
Según datos de 2020 de la DGT, más de 6.000 personas de 65 a 69 años renovaron su carnet. 3.700 de entre 70 y 74 años hicieron lo propio en 2020 y 2.140 de más de 74 años.
A partir de los 65 años y para asegurar que se mantiene intacta la capacidad para conducir, se reduce el periodo de vigencia del permiso de conducir. Lo que ha pretendido la DGT es aumentar la frecuencia de las revisiones médicas y de aptitud, pero son plazos que han quedado obsoletos:
Años de permiso | Tipos de carnet |
---|---|
5 años | Permisos de coches, motos y motocicletas (AM, A1, A2,A B) y licencias de conducción. |
3 años | Permisos profesionales de autobuses y camiones (C,C1,D,D1.EC,EC1,ED,ED1...) |
Además, el reconocimiento médico que se debe superar y los criterios a evaluar son los mismos para cualquier edad: un estudio de audición, una valoración de la capacidad visual, una exploración clínica y un estudio del estado general.
El artículo 13 de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial hace referencia únicamente a las normas generales de conducción y al requerimiennto de mantener siempre la atención, pero no a la edad del conductor:
El conductor debe estar en todo momento en condiciones de controlar su vehículo. Al aproximarse a otros usuarios de la vía, debe adoptar las precauciones necesarias para su seguridad, especialmente cuando se trate de niños, ancianos, personas ciegas o en general personas con discapacidad o con problemas de movilidad.
El conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción, que garanticen su propia seguridad, la del resto de ocupantes del vehículo y la de los demás usuarios de la vía. A estos efectos, deberá cuidar especialmente de mantener la posición adecuada y que la mantengan el resto de los pasajeros, y la adecuada colocación de los objetos o animales transportados para que no haya interferencias entre el conductor y cualquiera de ellos.
La DGT ha hablado recientemente sobre los "viejennials", y ha llegado a la conclusión de que los mayores de 64 años tienen una probabilidad de +169 % de saltarse un Stop, pero sufren menos colisiones frontales o menos infracciones de velocidad y salidas de vía.
Que se está produciendo una inversión demográfica no es ningún secreto, sobre todo el Europa o en países como Japón. Según los datos del INE, en julio de 2019 el 19,5 % de la población española tenía 65 años y más, un porcentaje que subirá al 32 % en el año 2050.
El plan de la DGT para antes de 2023 se basa en acortar los plazos para la renovación para los conductores mayores de 65 años y aplicar un psicotécnico más riguroso, pero no se ha adentrado en detalles.
Actualmente, las políticas europeas tienden a no limitar la vigencia del permiso por la edad, pero sí a restringir la conducción a ciertas horas del día o a zonas determinadas. El Barómetro de Salud Vial en Mayores, presentado por Fesvial, revela algunas conclusiones acerca de este grupo considerado de riesgo:
- Un conductor mayor de 65 años tiene tres veces más posibilidades de morir en un accidente que un joven de 20.
- Entre 2011 y 2015, el número de accidentes con víctimas de este grupo ha aumentado desde los 12.288 a 17.205.
- Las personas mayores -especialmente el subgrupo de los que tienen entre 85 y 99 años- hacen menor uso del cinturón de seguridad conforme aumenta su edad.
- A pesar de que apenas usan el móvil al volante, incurren en infracciones como no respetar los stops, distancia de seguridad o velocidad máxima permitida.
El Dr. Serra asegura que la población conductora de edad avanzada suele caracterizarse por adoptar medidas autoprotectoras que minimizan la expectativa de entrar en la estadística negra de la siniestralidad:
"Se sabe que suelen conducir evitando la noche y el alcohol, por recorridos conocidos, sin conducta temeraria, sin excederse en velocidad, adoptando más medidas de seguridad pasiva esenciales como el cinturón y conservando bastante bien el estado de sus vehículos".
La medicación: un cóctel muy nocivo en la seguridad vial
Vista, oído, psicomotricidad, fármacos... cuando el rendimiento neuropsicológico y conductual comienza a decaer, hay que actuar en consecuencia.
La conducción implica recibir muchos estímulos que han de ser seleccionados y contrastados según la experiencia para poder actuar en consecuencia y ejecutar una acción, todo en segundos. A mayor edad, menor es la velocidad de procesamiento y la capacidad de cambiar el registro. Todo, sin caer en la exageración o la generalización.
- Movilidad: con el paso de los años las articulaciones se endurecen y los músculos se debilitan, lo que dificulta las maniobras.
- Agudeza visual: a mayor edad necesitamos más luz para ver bien. Además el campo visual se reduce, aumentando los ángulos muertos.
- Velocidad de transmisión neuronal: los movimientos al volante se efectúan con más lentitud. Un buen ejemplo lo encontramos en personas que padecen Alzheimer.
Algunos de los indicios que alertan sobre la pérdida de facultades para conducir son incurrir en infracciones de tráfico o accidentes con frecuencia, evidenciar un tiempo de reacción lento, confundir de forma asidua la izquierda y la derecha, cambiarse de carril de forma inapropiada o no saber guiarse a través de los mapas.
En este punto, la ayuda de asistentes socio-sanitarios, amigos y familiares del involucrado es vital para apoyar la decisión de dejar de conducir cuando es necesario. Y sobre todo, alejarse de los estigmas, pues para muchas personas que se encuentran en esta franja de población conducir o no puede suponer la diferencia entre el aislamiento -pensemos en entornos rurales- y la integración.
La conducción es un aprendizaje que se automatiza y puede llegar un momento en el que no la ejecutemos adecuadamente. Según nos cuenta la Responsable del Área de Tráfico del Colegio Oficial de Psicólogos de Extremadura, Mª Cristina Iglesias Fernández, cuando llega este momento no siempre se acepta:
"Está claro que con el paso de los años las funciones psicológicas cambian y se deterioran, en muchas ocasiones no somos conscientes, o no queremos serlo, de estos cambios, porque se van dando paulatina y gradualmente", afirma.
Por otro lado, el Dr. Serra nos asegura que durante la edad avanzada "aparece más enfermedad crónica (prevalencia) discapacitante de orden diverso, desde locomotora a cognitiva pasando por la senso-perceptiva". Y pone énfasis en la alta carga de medicación:
"Destaca la carga de medicación que soportan algunos de nuestros mayores debido a su prescripción en trastornos bastantes comunes en éstos como la incontinencia urinaria, la enfermedad de Parkinson, las alergias, la depresión y muchos más".
Además, explica, aparece un gradual acostumbramiento a sus déficits, lo que provoca que éstos no sean advertidos y por ende, sobrevaloren sus capacidades.
Lo cierto es que se han introducido recientemente enmiendas que han permitido que la normativa española dé un paso adelante con respecto a la de la Unión Europea en materia de conducción y salud.
En el Anexo IV del Reglamento General de Conductores se describen de forma exhaustiva los criterios de aptitud para obtener o prorrogar el permiso o licencia de conducción, y las "enfermedades y deficiencias que serán causa de denegación o de adaptaciones, restricciones de circulación y otras limitaciones en la obtención o prórroga del permiso o la licencia de conducción".
En abril se introdujo una enmienda a este anexo para adecuarse a la normativa europea en referencia a las aptitudes psicofísicas ante las dolencias cardiacas, y destacan los siguientes puntos:
- En insuficiencia cardiaca se permite la conducción de turismos de uso particular en aquellos pacientes que no tienen síntomas de la enfermedad en reposo.
- Se reduce a dos semanas el periodo para conducir tras el implante de un marcapasos.
- En pacientes que hayan sufrido un síndrome coronario agudo, se permite conducir a las tres semanas del episodio.
- No se podrá conducir con angina de reposo o de mínimos esfuerzos.
- Los trasplantados de corazón podrán conducir siempre que no presenten síntomas en reposo.
- En el caso del síncope, se exigen seis meses sin recurrencias para poder conducir, salvo que su causa sea tratable o suceda en circunstancias que no puedan tener lugar durante la conducción, como es el caso de la visión de sangre.
Con esta enmienda, la normativa española deja de estar desfasada y se equipara a europea, e introduce además enmiendas a pacientes oncológicos, que hayan sufrido un ictus o que sean hipoglucémicos.
Psicotécnicos ¿que puede aprobar cualquiera?
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta la esfera de Seguridad Vial son los controles psicotécnicos que los conductores, primerizos y aquellos que tienen que renovar el carnet, han de pasar. Hablamos de un instrumento electrónico que fue inventado por Fernando Ortiz hace décadas, y que no ha experimentado grandes avances a nivel tecnológico.
La renovación del carnet de conducir y el consiguiente reconocimiento médico a mayores de 65 años no implica pruebas distintas a las que debería pasar una persona de 40 años. En general, los centros médicos suelen poner a prueba -en tiempo récord- las siguientes áreas:
- Valoración de la capacidad visual.
- Revisión de la vista.
- Valoración de la capacidad auditiva.
- Revisión de oídos.
- Test psicotécnico para medir la anticipación de la velocidad y la coordinación visomotora (son los desfasados test realizados con el ordenador).
- Análisis médico general. Comprobación de la tensión arterial, el pulso y una auscultación cardio-pulmonar rutinaria.
- Anamnesis. Información proporcionada por el propio paciente durante el reconocimiento.
Probablemente recuerdes aquella esfera que de repente desaparecía de la pantalla y tú tenías que calcular, presionando un botón, cuándo debía volver a aparecer. O la tarea de controlar dos líneas horizontales situadas de forma paralela; en el caso de que se salieran de la pantalla, la máquina emitía un pitido.
Estas pruebas de coordinación son famosas por su laxitud; por muchas veces que suene la señal de alarma, lo más normal es que pases el test. El estudio de Fundación Línea Directa 'Mayores de 65 años al volante: ¿peligro real o mito social?' revela que "más del 98 % de los conductores afirman no haber suspendido nunca un examen psicotécnico y un 9 % reconocen haber obtenido el Apto prácticamente sin hacerlo".
Por otro lado, otro estudio realizado en base a 500 pruebas psicotécnicas por la Fundación arroja que el 10 % de los conductores de más de 65 años fueron no aptos y casi el 70% tuvo algún tipo de restricción.
Según afirma el director general de la Fundación Línea Directa, Francisco Valencia, "pese a los prejuicios sociales, los conductores mayores de 65 registran menos accidentes que los demás; de hecho tienen 4 veces menos accidentes que los conductores jóvenes de menos de 25, corren menos, son menos agresivos en la conducción y más prudentes".
Sin embargo, si hablamos de la curva de la mortalidad, podemos afirmar que la relación velocidad/edad es directamente proporcional, lo que implica que a más velocidad y más edad, el riesgo de morir aumenta.
"Es evidente que en cinco años las condiciones psicofísicas y las funciones psicológicas necesarias para poder conducir de una manera adecuada y segura se pueden deteriorar, e incluso de un año para otro, por lo que ES necesario acortar el plazo de vigencia, para poder detectar a tiempo estos cambios, ya que no todo el mundo va a ser consciente de ellos", explica Fernández.
Todos estamos obligados a comunicar cualquier trastorno o sospecha de discapacidad
Tal y como nos explica el Dr. Josep Serra, en la esfera de la conducción en personas mayores colisionan dos derechos fundamentales recogidos por nuestras leyes: el derecho a la movilidad y libre circulación y el derecho a la seguridad e integridad física mientras usamos la vía. Es en este punto donde el debate se hace interesante.
Serra expone que en España, la obtención del permiso con las recientes modificaciones de la Ley de Seguridad Vial se ha centrado varias veces en "no tanto en la certificación de las aptitudes psico-físicas en la obtención el permiso si no en su renovación y las restricciones o limitaciones pertinentes cuando se presentan algunos de los trastornos que se citan en el Anexo IV el Reglamento General de Circulación".
Aunque en este aspecto se ha mejorado, incide en las lagunas que existen en nuestra normativa, como es por ejemplo la notificación de trastornos que ocurren entre dos reconocimientos ordinarios, y lanza al aire varias cuestiones clave:
- ¿Quién declara a las autoridades su propia sospecha de discapacidad una vez advertida por el propio individuo?
- ¿Quién declara cuando la discapacidad es detectada en el Sistema Nacional de Salud o incluso fuera de éste, como son las mutuas adscritas a la Seguridad Social/MATEPSS, mutuas asistenciales, servicios de prevención laboral?
- ¿Cuál es la forma menos lesiva para los intereses del conductor en confidencialidad y movilidad para notificar a las autoridades sin lesionar al mismo tiempo el bien jurídico protegido como es la integridad física de las personas?
El médico explica que cualquiera que detecte algún tipo de discapacidad en el conductor, bien sea del ámbito de la medicina privada o la pública, debe ponerlo en conocimiento de la autoridad competente, que es este caso la Jefatura de Tráfico.
Sin embargo, no siempre ocurre: "La realidad es otra por falta de finura de instrumentos legales que permitan ser seguros, respetuosos, proporcionales y equitativos con ambos derechos", matiza.
Tanto la Responsable del Área de Tráfico del Colegio Oficial de Psicólogos de Extremadura como Serra coinciden en que, a partir de los 65 años, la renovación y vigencia de estas aptitudes debería ser estratificada en intervalos menores de tiempo en el caso de permisos ordinarios.
"Pongamos por ejemplo cada dos años en vez de cada cinco e incluso plantearse menos tiempo en edades cercanas a los 80", expone Serra, que también aboga por propagar políticas de sensibilización a estas personas y sus allegados: "El sistema sanitario tiene mucho que aportar y decidir, porque en realidad la morbi-mortalidad vial es un problema de salud pública".
Sin embargo, Fernández cree que durante los psicotécnicos, aunque las pruebas son las mismas, "claramente se pueden detectar en dichos exámenes los cambios detectados en las funciones psicológicas y psicofísicas involucradas en la conducción, como es la percepción, la atención, el tiempo de reacción, etcétera".
En este punto llegamos a la cuestión de qué alternativas existen respecto a los Centros de Reconocimiento de Conductores (CRC). Serra cree que los controles de capacidad que se realizan en los CRC deberían ser "especialmente cautos y adaptados a los mayores" y propone:
- Simuladores de conducción adaptados a las personas mayores de 65 años.
- Cursos de reentrenamiento de capacidades y conocimientos.
- Pruebas de conducción 'on the road'.
- Un transporte público adaptado en costes y calidad.
Recordemos aquí que los conductores pueden ser requeridos en cualquier momento a reconocer sus capacidades bajo sanción en caso de no haber declarado previamente sufrir cualquier circunstancia que afecte a sus capacidades al volante.
Los CRC también han estado en el punto de mira de las sucesivas reformas de la LSV y más en este asunto. Para este médico de familia no se trata tanto de cambiar de centros de referencia, si no de incrementar las inspecciones y que estos centros sean designados por las autoridades que expiden el permiso, en vez de dejarlos a la libre elección del ciudadano.
Reconocimientos médicos obligatorios como si de la ITV se trataran
Todo este debate, en resumen, podría zanjarse en una cuestión que gira en torno a la autorresponsabilidad al volante, más allá de un mayor control por parte de las autoridades, y es que debería ser una condición sine qua non aceptar ser requerido por la autoridad para verificar en cualquier momento las capacidades para conducir.
Así se evitarían conflictos entre el médico y el paciente (confidencialidad), la vulneración de derechos como es el de la integridad física de los conductores sanos y se fomentaría la concienciación. Otro pilar fundamental en este debate es el de la necesidad de adaptar el transporte público a las personas mayores, de forma que su movilidad por la ciudad o fuera de ella no se limite al uso del coche.
El testimonio que veíamos al comienzo del reportaje ofrece una clara fotografía del problema. El equipo médico pudo evitar que el paciente, afectado por un accidente isquémico transitorio, siguiera conduciendo por lo menos hasta la primera visita al neurólogo, pero le costaba entender el riesgo de conducir con su trastorno.
Ahora lleva un tratamiento preventivo y no ha presentado ningún otro episodio, pero para llegar al centro de salud no cuenta con transporte alternativo. Vive, además con su esposa, que padece Parkinson, y aún le quedan dos años hasta el siguiente reconocimiento médico.