Cuando circulemos a 130 km/h... la vida seguirá igual (y lo sabes)

Que se vayan a ampliar algunos límites de velocidad en autopistas y autovías con el arranque del año próximo —más o menos, porque a estas alturas todavía no hay una fecha clara— es una noticia que llena a muchos de gozo y algarabía. Se supone que es la respuesta tardía y mareada cual perdiz —mareada— a un clamor popular que abogaba por el aumento de la velocidad hasta los... 140 km/h.

Es decir, que la respuesta llega tarde, mareada... y tímida. Al menos habrá que reconocerle el mérito de equiparar las vías de nuestro país con las vías de parte del resto de la Unión Europea. Bueno, o tampoco, porque como se tratará de una ampliación selectiva... ni eso. Pero el principal componente para que esto de los 130 km/h sea lo más cercano a una no-noticia es que como diría Julio Iglesias, la vida sigue —o seguirá— igual. "Y lo sabes."

Que en el Consejo Superior de Seguridad Vial se presentase la reforma que contempla la ampliación —y la reducción, no lo olvidemos— de los límites de velocidad en según qué circunstancias es algo que viene coleando desde tiempos remotos. Como sabemos, no se tratará de un verdadero incremento de los límites en lo absoluto, sino que será un aumento circunstancial, ligado a tres factores concurrentes que marcarán que se pueda circular a 130 km/h con un turismo o una moto en un tramo de autopista o autovía:

  1. Pues eso, que será por tramos y de forma variable cuando las circunstancias lo aconsejen. Es obvio que no se puede ir a 130 km/h cuando no se puede, pero hay que dejarlo escrito.
  2. El tramo deberá contar con un índice de seguridad contrastado (concepto opuesto a la idea de punto negro o, en notación oficial, Tramo de Concentración de Accidentes).
  3. Deberán existir unas condiciones meteorológicas y ambientales óptimas. Los días de boina en Madrid o los días de lluvia en Bilbao, despídete. Ojo, igual que pasa por ejemplo en Francia. Es conocida la doble limitación 130 / 110 para los cambios meteorológicos, y desde hace unos años se incide también, por medio de paneles de mensaje variable, en la reducción de la velocidad por causas relacionadas con la contaminación del aire.

Segunda parte. La reducción de los límites en carreteras convencionales, cuya formulación cambia y se adapta un poco mejor a la lógica y al sentido común, más que nada porque deja de considerarse el estúpido criterio de la anchura del arcén y se pasa a considerar la anchura de la vía a la hora de determinar si circulamos, como máximo,

  • a 90 km/h si la vía tiene una anchura de al menos 6,5 m,
  • a 70 km/h si la vía tiene una anchura de menos de 6,5 m pero los carriles están delimitados,
  • a 50 km/h si la vía es más estrecha de 6,5 m y sus carriles no están delimitados con marcas,
  • a 30 km/h si la vía está sin pavimentar.

Sí, hablábamos de lógica y de sentido común a la hora de determinar criterios. No a la hora de reducir los límites en carreteras que están en muy buen estado, que no tienen la consideración de autovía por los pelos: porque por ley les faltan algunos puntos —accesos, kilometraje máximo entre curvas, lo que sea—, pero es lo que hay. No dan para más.

Pero, por encima de todo, hay que insistir en lo de Julio Iglesias. Nada va a cambiar, a la práctica.

O casi.

En autopistas y autovías, hace años que el concepto popular de la limitación de velocidad se elevó hasta los 130 km/h. Ahora se le da al asunto tintes de oficialidad, nada más. Ni nada menos, porque con las campañas de concienciación en la mano, no se ha hecho suficiente hincapié en el único problema serio que presenta el aumento de los límites de velocidad: la distancia de seguridad, ligada sobre todo a la mayor disparidad de velocidades entre vehículos. Es decir, que el cambio vendrá de cualquier manera, sin abordar en toda su extensión por parte de quienes tienen que comunicar estas cosas. Será que no ha habido tiempo.

En carreteras convencionales, lo admito, es donde va a cambiar algo la cosa: para peor. Para peor, porque en materia de velocidad el conductor medio se guía por sus propias percepciones, no de forma estricta por lo que le indican unas señales que para tantos usuarios de la vía perdieron parte de su legitimidad en el momento en el que se confundió la Seguridad con la Economía. Con hacer caja. La modificación de los límites, sobre todo en carreteras convencionales de las que han sido años y años "de 100 km/h", va a pillar a más de uno con el paso cambiado y sin sonreír ante la foto.

Que es de lo que se trata.

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