Si bien es cierto que quien golpea primero golpea dos veces, no menos cierto es que quien llega más tarde tiene la oportunidad de aprender en cabeza ajena, de rectificar viendo los errores de los demás, y en definitiva, de reír el último. No sabemos si en SEAT reirán mucho o no, el mercado lo dirá, pero si hablamos estrictamente de producto, el SEAT Ateca se perfila como un buen contrincante para el segmento más peleado del momento, y más peleado por quién sabe cuántos años.
De momento, hay SUV para rato, y en SEAT lo saben bien. Con unas expectativas de mercado de 1,5 millones de unidades hacia 2020, sólo en Europa Occidental, el futuro de los SUV está prácticamente asegurado. Por eso en SEAT sólo de vez en cuando te confirman, como quien no confirma ni desmiente sino todo lo contrario, que el retraso del Ateca fue una jugarreta que les vino impuesta desde la sede central del Imperio. Porque hay SUV para rato y porque, en el fondo, tanto les da. Llegan años tarde, pero cuentan con un buen producto para desembarcar a la romana: llegar, ver y vencer.
El SEAT Ateca no se entendería sin el brutal salto que dio la marca con el lanzamiento del SEAT León en su tercera generación, que sirvió para presentar fuera de España algo más de SEAT que no fuera el Ibiza, superventas do los haya que en algunos mercados incluso ha llegado a canibalizar la imagen corporativa de toda la firma automovilística.
Ahora nos encontramos con el coche expuesto ante nosotros a unos 3 km de la histórica primera fábrica de SEAT. Se trata de aquel concesionario, fundado en 1959, donde los primeros clientes de la marca acudían a buscar su anhelado SEAT 600. Ese concesionario, Catalunya Motor, ha vivido una remodelación que exteriormente devuelve el aspecto original al edificio, y que interiormente sirve para estrenar la nueva imagen corporativa de SEAT, siguiendo la línea marcada por el actual presidente de la marca, Luca de Meo, para reforzar el papel de la red comercial de SEAT.
Y es aquí donde ha llegado el momento de ver, tocar, oler, escuchar y casi degustar el esperado SUV. Casi como si fuera uno de aquellos anhelados SEAT 600. Ya era hora.
Al volante del SEAT Ateca (sin moverlo del sitio)
"Es un prototipo todavía, ni siquiera un preserie", me advierten. Y mientras me lo comentan, yo ya he cerrado la puerta para aislarme del bullicio que preside el acto institucional vinculado al emblemático concesionario. El sonido de la puerta al encajar es sólido, rotundo, y transmite esa seriedad que a menudo queda en el olvido de no pocos diseñadores de modelos.
El interior es sencillamente soberbio. La calidad percibida al tacto es muy buena. Yo, que hasta el León definitivo siempre puse pegas a los SEAT por el aspecto de sus plásticos, hace ya unos años que la llevo envainada y de ahí no sale. Nada que protestar, bien al contrario. Calidad en los materiales, y hasta donde puedo ver, calidad en la fabricación. "Es un prototipo... -tipo... -tipo...", resuena en mi cabeza, como avisándome de que lo que veo quizá al final no sea lo que hay, aunque se le acerque mucho.
Muevo el asiento hasta sus cotas máximas y mínimas, y decido que el SEAT Ateca ha sido diseñado para cubrir el espectro más amplio posible que se pueda encontrar en el mercado. La posición es cómoda y, desde luego, la visibilidad queda garantizada. Paso a la fila trasera y encuentro igualmente unas plazas cómodas. La central puede ser algo menos amplia, pero igualmente resulta más que suficiente.
El espacio interior cuenta con esos elementos que hoy en día comienzan a ser ya una obligación, como el hueco para el móvil con cargador inalámbrico, y eso es un reflejo visible del nivel de detalle que ha alcanzado SEAT con su primer SUV. "Tiene de todo", nos resumen gráficamente su ficha y, lo que es mejor, "todo lo que tiene funciona", en alusión a esos sistemas de supuesta asistencia a la conducción que al final no funcionan como es debido. Lógicamente, esto habrá que comprobarlo, porque a coche parado todos los sistemas son estupendos.
Mientras salgo y compruebo que el maletero, de apertura ¡y cierre, por fin! eléctrico, activado con el movimiento del pie, funciona como es debido, veo que las medidas exteriores del SEAT Ateca no se corresponden de manera intuitiva con el interior por el que acabo de pasear. A esos 4,36 metros se les llama compacidad, y ese es un valor que no se puede obviar, en un SUV que puede funcionar muy bien en ventas para clientes urbanos. Ni eso, ni los 510 litros de maletero con que cuenta en su versión 4x2.
Definitivamente, el SEAT Ateca es un SUV que habrá que probar para verificar que los de SEAT no habrán golpeado los primeros, precisamente, pero pueden terminar dando la campanada. El tiempo lo dirá.
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