El verano es la época preferida para aprovechar el tiempo más cálido y los cielos despejados. Pero el calor también puede dar lugar a algunas complicaciones con nuestros coches, sobre todo cuando ya tienen unos años a sus espaldas.
Es habitual hablar de precaución y de preparar el coche para conducir con nieve, hielo o lluvia intensa, pero tendemos a olvidarnos de las precauciones con el calor del verano. Y el calor extremo conlleva tantos riesgos como el frío intenso.
Con las olas de calor a repetición que padecemos en España, es más importante revisar y preparar nuestro coche para el calor extremo, sobre todo si nuestro coche tiene más de cinco años. Estos son algunos consejos útiles para conducir bajo una ola de calor.
El primer elemento y más obvio que debemos controlar es el aire acondicionado. Con fuerte calor, el aire acondicionado no es un lujo, es un elemento de seguridad. Conducir de forma cómoda y sin el estrés del calor que provoca fatiga, mejora la concentración y no merma nuestros reflejos. Pero más allá del climatizador existen otros elementos que revisar tan importantes como el aire acondicionado.
Revisa los fluidos y los manguitos del coche
Líquido refrigerante. Si el nivel de refrigerante, o anticongelante, es demasiado bajo, puede provocar un sobrecalentamiento del motor. Por lo tanto, comprobar los niveles de refrigerante del radiador es una buena idea, especialmente antes de realizar viajes largos por carretera.
Aceite motor. El nivel de aceite del motor es tan importante como el del refrigerante. No solamente permite un funcionamiento suave del motor y evita su rotura, también evitará un sobrecalentamiento del motor.
Además, el calor hace que el aceite se espese, por lo que con un motor con muchos kilómetros a sus espaldas (que podría experimentar más juego entre sus piezas móviles), es recomendable optar por un aceite motor con un índice de viscosidad en caliente de 40 para compensar la holgura con un aceite más viscoso, como un 5W40 o un 10W40.
Líquido del limpiaparabrisas. Puede parecer superfluo, pero una capa de mosquitos en el parabrisas acaba cansando la vista a lo largo de los kilómetros. De nuevo, tener una buena visión de la carretera es una cuestión de seguridad.
Líquido de frenos. Aunque su cambio no es tan frecuente como el del aceite motor, el líquido de los frenos se debe cambiar cada cierto tiempo. Según el uso y el fabricante, es preciso cambiarlo cada dos o cuatro años para disponer de una seguridad óptima. Y es preciso comprobar su nivel al menos una vez al año o cada 10.000 km.
Revisa correas, manguitos y limpiaparabrisas
El motor de nuestro coche y muchos de los sistemas auxiliares que le permiten funcionar, como el alternador, funcionan gracias a correas (incluso si nuestro coche tiene una cadena de distribución y no una correa). Éstas se componen principalmente de goma y tejidos.
Correas de distribución y alternador. La goma no se lleva bien con el calor, que las reseca, por lo que se vuelven cuarteadas con el tiempo aumentando el riesgo de rotura. Una correa de distribución o de alternador puede acabar con la vida de nuestro motor.
Es importante revisar que estén en buen estado y tensadas en verano, especialmente en un coche que ha circulado poco o que tiene ya varios años, y más aún si se acerca a los 100.000 km, momento en el que tocará cambiarlas para mayor seguridad.
Manguitos. Ocurre lo mismo con los manguitos. El poco uso del coche, el paso de los años y el calor extremo hacen que la goma de la que se compone se vaya cuarteando y se acabe por romper. Esto puede hacer que el coche pierda líquido refrigerante, gasolina o, más raro, líquido de frenos.
Limpiaparabrisas. Nos acordamos de cambiarlos en invierno, pero en verano también deberíamos hacerlo. El calor y el sol reseca su goma y se vuelve dura como una piedra. Y con las tormentas del final del verano, unos limpiaparabrisas secos no evacuan tanta agua como unos limpiaparabrisas con goma flexible.
Neumáticos
Presión de los neumáticos. Es una buena idea comprobar la presión de los neumáticos cada vez que viajemos. Lo podemos hacer en la gasolinera o, si disponemos de un inflador de neumáticos, se puede hacer en casa. Y es que los neumáticos se dilatan cuando se exponen al calor, ya sea el calor ambiente o el que se genera al circular. Mantenerlos a la presión adecuada garantizará nuestra seguridad.
Edad de los neumáticos. Aunque no existe un límite legal, como norma general, se recomienda cambiar los neumáticos en un plazo máximo de 10 años desde su fecha de fabricación o cinco años después de haberlos montado en el coche, siempre y cuando su desgaste esté todavía en los límites legales y se hayan mantenido y almacenado correctamente cuando no se circuló durante largos periodos de tiempo.
Con el tiempo, los cambios de temperatura, el calor extremo e incluso los rayos UV, los neumáticos van perdiendo sus propiedades de adherencia y flexibilidad. La goma se vuelve dura y rígida y el neumático ya no ofrece la adherencia que se espera de él, aunque apenas se hayan usado, incluso con tiempo seco y caluroso.