La caja de cambios CVT es una transmisión automática que consigue la particularidad de ser repudiada por la mayoría de automovilistas europeos y al mismo tiempo que es en teoría la mejor caja de cambios automática que pueda existir.
Los cambios CVT permiten reducir el consumo de forma notable con respecto a una transmisión estándar, mejoran la eficiencia, y son extremadamente suaves en su funcionamiento. Sin embargo, parte de su mala fama viene de la sensación al conducir que el cambio no responde al imput de nuestro pie derecho.
Aunque han mejorado en los últimos años, los cambios CVT tenían un perceptible retraso entre el momento en que se pisaba el acelerador, para adelantar, por ejemplo, y el momento en que el coche realmente aceleraba. El motor subía de revoluciones y hacía mucho más ruido, pero el coche no aceleraba con la prontitud que uno esperaba.
CVT es el acrónimo inglés Continuously Variable Transmission, lo que viene siendo una Transmisión Variable Continua. Se trata de un sistema mecánico que permite variar continuamente la relación de transmisión del motor por la sencilla razón que no tiene marchas. ¿Entonces, cómo funciona?
A la base, una caja de cambios es un sistema multiplicador gracias a un dispositivo de engranajes. Sirve para multiplicar la rotación del motor y transmitirla a las ruedas de forma adaptada. Sin la caja de cambios, las ruedas no podrían girar lo suficientemente rápido más allá de una determinada velocidad, la del motor.
La particularidad del cambio CVT es que no limita la relación de desmultiplicación del motor, porque tampoco está limitada por el número de marchas. El principio de la CVT es que el régimen y el par del motor se regulan en todo momento en función de la conducción del vehículo.
A diferencia de una caja de cambios convencional, la CVT no tiene un número limitado de marchas. Pero el funcionamiento de una CVT puede variar: puede ser magnética o toroidal, o puede ser accionada por correa.
Una cuestión de diámetros
La CVT accionada por correa es la más común y, sobre todo, la más fácil de entender. Funciona mediante poleas y una correa. La correa conecta estas dos poleas, una de accionamiento y la otra de recepción. La primera polea está conectada al motor y la segunda a las ruedas.
Gracias a un mecanismo en forma de cono, se puede variar el diámetro de las poleas. Esto permite obtener diferentes relaciones de transmisión, ya que las combinaciones de los diámetros de las poleas permiten tener una relación más corta o más larga. Es, básicamente, el mismo principio que en el plato y los piñones en una bicicleta.
Cuando la polea conectada al motor está en el mismo diámetro que la polea conectada a las ruedas, la relación es de 1:1. Es decir, la velocidad de rotación del motor es transmitida de forma igual a las ruedas. Es lo que antiguamente en cambios manuales se llamaba la directa.
Cuando la polea conectada al motor está en el diámetro más pequeño y la polea conectada a las ruedas está en el más grande, la relación es la más corta. Así, la velocidad de rotación de las ruedas es inferior a la transmitida por el motor.
Si, por el contrario, la polea conectada al motor está en el diámetro más grande mientras que la polea del lado de las ruedas está en el más pequeño, la relación es más larga. Las ruedas giraran a una velocidad superior a la transmitida por el motor.
Y entre esos dos extremos, existen todas las combinaciones posibles que permita el diámetro de las poleas.
Como el cambio de diámetro de una polea es siempre gradual, se denomina variación continua. No hay salto entre cada marcha como en una caja de cambios tradicional.
Aun así, la mayoría de fabricantes disponen en sus coches de un sistema que simula los cambios de marchas en su transmisión CVT. Y, en ocasiones, el CVT puede incluso ir asociado a un clásico convertidor de par.
