Acabado de volver de Portugal para conocer el nuevo Toyota Auris, os cuento cómo ha ido el estreno del compacto de la firma nipona, una edición con la que la marca quiere ampliar su público objetivo. Si hasta ahora, según los datos de la propia firma, el comprador de un Toyota Auris seguía criterios racionales como la reputación de marca y el consumo, ahora Toyota se dirige también a quienes eligen su coche de forma emocional.
Y “emocional”, para Toyota, significa elegir el nuevo Auris por una cuestión de diseño, por calidad y nivel de equipamiento y por dinámica de conducción. Con esas premisas se lanza, desde la factoría de Derbyshire en Reino Unido para Europa, toda una gama de Auris con cinco motorizaciones que comprenden dos gasolinas, dos diésel y un híbrido.
Hay que matizar que la orografía ibérica ha empujado a Toyota a descartar para nuestro mercado el motor 1.33 de gasolina, de 100 CV. Por otra parte, que el Auris Hybrid se lance a la vez que el resto de versiones se entiende como un intento de Toyota por normalizar dentro de la gama los híbridos —que para la marca suponen un 25 % de las ventas— y lograr una mayor penetración en el mercado.
Por fuera, es Auris y es nuevo
Dicho todo eso, nos vamos hacia el nuevo Auris, que visto por fuera realmente merece el calificativo nuevo. Ya no es un Corolla con el nombre cambiado como le pasó al primer Auris, que necesitaba que el público fiel a la marca identificara el traspaso de poderes. Ahora ya está claro que Corolla ha pasado a llamarse Auris y ya no es necesario que el coche nos recuerde a nada.
A nada… del Corolla, aunque es imposible no encontrarle al nuevo Toyota Auris parecidos razonables, desde su primo Lexus CT200h hasta el bastante más lejano Hyundai i30 o incluso algún que otro Peugeot. En cualquier caso, el cambio es para bien y al natural el nuevo Auris es un compacto que, sin marcar un hito en estética, resulta agradable. Un poco como le pasaba al Corolla, mira por dónde.
Anguloso y afilado, el aspecto del nuevo Auris es decidido aunque no intimida en absoluto. Ha dejado ya atrás su aura de coche femenino y ahora es un compacto que puede vérselas de tú a tú con el resto del segmento, el más importante para los fabricantes, tal y como ya explicamos ayer.
De todas formas, hay que decir que, cuando lo miras al natural y a primera impresión, sus formas no son tan pronunciadas como puede parecer cuando le echamos un vistazo a las fotos, tanto las oficiales como las nuestras. Cosas de las sombras que nos proyecta el sol a orillas del Atlántico, que acentúan las aristas y lo hacen un poco más anguloso de que es en realidad.
Lo que sí se aprecia es la reducción del frontal, que es mucho más estilizado ahora. Dejando de lado el trabajo de aerodinámica, que ha sido una de las premisas en el diseño del nuevo compacto, la imagen que da es mucho más dinámica ahora. Las ópticas y la línea del capó contribuyen a este efecto, mientras que la parrilla inferior aligera el conjunto sin llegar a la estridencia.
En los laterales, y tras el inclinado pilar A, se observa un buen equilibrio entre chapa y cristal, y desde luego la línea es muy dinámica, rompiendo con la herencia de la generación previa. El cambio de diseño ha implicado que se alarguen las ventanas en tres paneles por encima de una marcada cintura ascendente.
Otro detalle que no pasa desapercibido es una mayor integración entre ruedas y carrocería, que viene dada por una rebaja en la altura del suelo de 10 mm que ha ido directamente a los pasos de rueda. Si antes el Auris (y el último Corolla) veían redondeada su forma con ruedas algo despegadas, ahora el compacto se hace más esbelto.
Quizá el elemento más rompedor de todo su diseño lo encontramos en una parte posterior compuesta por unos muy envolventes faros y por un amplio portón, muy marcado entre superficies cóncavas y convexas, que queda flanqueado por un paragolpes prominente y que evoca a los antecesores del compacto. Es un punto que o te gusta o no te gusta, como de hecho suele suceder con muchas zagas.
Lo que no se le puede negar al diseño de esta generación es que ha sabido romper con lo anterior sin acabar de perder la esencia y que el conjunto está bien equilibrado y orientado hacia el dinamismo. Quizá haya detalles que se pueden mejorar, como una necesaria bocanada de aire fresco en materia de llantas o una solución menos polémica para el portón trasero, pero es cuestión de gustos.
Interior del Toyota Auris: continuista pero bien
Al entrar en el nuevo Toyota Auris, se nota la herencia de la marca. Sin ser más de lo mismo, sigue una línea continuista que los entusiastas de la nipona agradecerán. Se trata de un diseño limpio y funcional que viene muy condicionado por la horizontalidad. En cuanto a los mandos, se nota el cuidado por situarlos de forma intuitiva para el conductor.
Ya en el asiento, noto un buen trabajo de ergonomía que me permite descansar la espalda con mucha comodidad, con lo quisquilloso que soy yo para estas cosas. El apoyo lumbar se ajusta dando confort y no molestias, que es de lo que se trata. Además, la palanca de inclinación del respaldo, sin farragosas ruletas ni caprichosas cremalleras, me permite una acomodación rápida y precisa.
En altura, el reglaje es amplísimo, por lo que resultará fácil que este coche se adapte a un rango bastante elevado de conductores. Y hablando de alturas, se nota el rebaje en el puesto de conducción, que ha sido de 40 mm, ya que ahora la posición me invita a ampliar mi campo visual. Donde no noto diferencia es en la inclinación del volante, aunque también se ha rebajado, en este caso 2 grados.
La sensación general que da el interior del nuevo Auris es de buena habitabilidad, salvo por un detalle que no es en absoluto menor: el brazo central con su hueco portaobjetos, heredado de generaciones previas y que en este nuevo Auris condiciona los movimientos del brazo derecho al accionar la palanca de cambios.
En las plazas traseras se nota un buen desahogo para las piernas. Aunque esta generación mantiene la batalla de 2.600 mm del Auris anterior, el espacio para el asiento trasero ha aumentado en 20 mm que se agradecen. En cuanto a anchura de plazas, la central es algo reducida. Si abatimos el tramo de respaldo correspondiente obtenemos una mesa central que puede resultar muy útil en familias jóvenes.
En el maletero, encontramos 360 litros de volumen que dan de sí holgadamente para dos maletas planas y otra vertical. En el caso del híbrido este espacio es comparativamente con la generación previa todo un avance, ya que ahora el Auris Hybrid lleva las baterías alojadas bajo el asiento trasero, de manera que no se ha perdido nada de espacio aquí.
Por lo demás, y como es habitual en este compacto, tenemos un interior muy pensado en detalle, plagado de espacios portaobjetos, portagafas y oquedades para botellas, que cuenta además con tres tomas de 12 V, entradas de sonido AUX y USB, anclajes ISOFIX con top-tether en las plazas traseras, bandeja enrollable cubremaletas…
En definitiva, se trata del estilo de las generaciones previas, que ni siquiera cambia en el diseño de las botoneras, actualizado en la justa medida para ganarse a un público más amplio: familias jóvenes, mayores ya sin hijos en casa y ahora también cualquier otro perfil de conductor que quiera un buen nivel de detalle en los acabados.
Equipo de navegación, audio e ‘infotainment’
He elegido la cámara de visión trasera para ilustrar este apartado porque este es de los pocos sistemas avanzados que incorpora el Auris frente a todo el despliegue que están haciendo otras marcas. ¿Por qué? Cuentan en Toyota que lo relevante ha sido trabajar en diseño, calidades y consumos, así que han dejado a un lado el mundo de los radares y los detectores de cambio de carril. Eso sí, incorpora SIPA (asistente de estacionamiento), para hacer el aparcamiento sencillo hasta decir basta.
¿Qué encontramos entonces en la consola central? Lo primero de todo, un equipo de audio que suena dignamente a través de seis altavoces (cuatro para el nivel Live). Sin probarlo muy a fondo, recuerda bastante el cálido sonido que tenía el Corolla aunque en el Auris sin ecualizar quizá se note un sonido algo más oscuro, sobre todo en lo referente a los graves.
En cuanto a usabilidad, es cómodo e intuitivo. De forma complementaria a los mandos del volante que incorpora desde la versión de acceso, la pantalla táctil que monta en Active y Advance nos permite cambiar entre emisoras presintonizadas con un simple golpecito digital.
Vamos ahora con el navegador. Siendo una herramienta imprescindible en presentaciones como esta, el GPS que integra el sistema está bien acabado en algunos aspectos y resulta francamente mejorable en otros. Como no era cuestión de quedarnos con la impresión de un solo coche, esto que explico se repitió en los tres modelos que probamos (gasolina, diésel e híbrido) y en las unidades de algunos compañeros de la profesión con quienes contrasté mis impresiones.
En lo positivo, la imagen que vemos ahí arriba. El navegador muestra señales de indicación con sus carriles para saber a qué atenernos y un indicador de velocidad máxima —aquí, ejem, rebasada por mi compañero de prueba— bien calibrado. En lo negativo, hay que marcar una cierta tendencia al agolpamiento de palabras de la señora que vive en el GPS, que hace muchas de sus indicaciones incomprensibles además de tardías.
Y ahora que ya hemos visto lo más destacable del Toyota Auris a coche parado, toca moverlo del Aeropuerto de Lisboa hasta Cascais… dando una vueltecita por la zona de Torres Vedras, Mafra y Sintra, para hacer tiempo hasta la hora de cenar. Y luego ya cuando tengamos un momento volveremos hacia la capital bordeando Moita, Montijo y casi Setúbal, que también nos pilla de paso.
Continuará… Continúa...
En Motorpasión | Toyota Auris 2013