9:30 horas en el circuito del Jarama. Nada más llegar asistimos a un briefing impartido por un piloto profesional, sobre las bases de la conducción segura, desde posición del conductor al esquema de trazadas básico.
Bajamos a la pista, y nos adjudican un Seat Ibiza FR, y como instructora, a la piloto de Mini Challenge Marta Suria. Como sabéis, el FR es una variante deportiva del Ibiza SportCoupé. El motor 1.4 turboalimentado de 150 CV (30 menos que en el Cupra), el cambio de doble embrague DSG y diferencial electrónico del eje delantero son sus señas de identidad.
Con este motor el Ibiza acelera hasta 100 Km/h en 7,7 segundos y tiene un consumo mixto homologado de 6,6 litros cada 100 Km. El precio base de esta variante asciende hasta los 19.435 euros (18% de IVA).
Las primeras vueltas corren a cargo de Suria, que nos va desmenuzando el trazado madrileño. Lo que más sorprende de un piloto profesional es la capacidad para ir realmente rápido sin que los ocupantes perciban brusquedades en la conducción.
Al volante del Ibiza, entre las dos posiciones posibles, D (normal) y S (deportiva) selecciono la posición S en la caja de cambios. Esto significa que no se engrana una velocidad superior hasta que no se llega a un régimen de giro cercano a las 6.000 vueltas, pero sobre todo, que el sistema mantiene la misma marcha si levantamos el pie del pedal del acelerador, como al entrar en una curva en la que queremos retención del motor, por ejemplo.
En las 2 últimas vueltas opté por el modo D. Para mi sorpresa, tan sólo en una ocasión tuve que utilizar las levas situadas tras el volante para ofrecerme más freno motor. En ambas ocasiones, el cambio DSG me parece preferible a un manual.
En primer lugar, por la comodidad que supone no tener que soltar el aro del volante con una mano para realizar un cambio de marcha, y en segundo, porque, al menos en circuito, interpreta suficientemente bien las intenciones del conductor.
Con este motor y este cambio tiene una aceleración que si bien no es especialmente intensa (lo esperable para su potencia y peso), resulta agradable por lo lineal y contundente que es en casi todo el régimen de giro.
El SEAT Ibiza FR tiene un tacto deportivo. Esto es así porque el lapso de tiempo que transcurre entre la acción del conductor sobre los mandos del vehículo y su consecuencia alterando la dinámica de conducción es más pequeño que en otros coches de su categoría, como un Citroën C3.
Ayudan a esta sensación una suspensión firme, que limita sensiblemente las oscilaciones de la carrocería, sobre todo en apoyo lateral. Aunque es una ventaja en circuito, reduce la capacidad de aislar a los ocupantes de irregularidades del firme. Es necesario apuntar que llevábamos los neumáticos a presión adecuada para rodar en circuito, más alta de lo habitual.
Otra de las cualidades dinámicas destacables es la progresividad de las reacciones cuando se encuentra cerca del límite de adherencia.
El trazado madrileño cuenta con varias curvas de dóble vértice, en las que es importante entrar directamente hacia el segundo codo; es fácil cometer un error de apreciación y frenar demasiado tarde. Cuando esto ocurre, el SEAT Ibiza FR permite al conductor intuir cuando va a comenzar a subvirar a tiempo para corregirlo.
Tanto es así que el control de estabilidad ESP tan sólo avisó de su funcionamiento en tres ocasiones. Con un pilotaje fino permite ir rápido sin cortar el ritmo por vuelta, dentro de los márgenes de seguridad pensados para un coche de calle.
Es fácil acercarse al límite el SEAT Ibiza FR guardando una reserva de seguridad. En otras palabras, un conductor medio puede divertirse con él aún sin contar con dotes de pilotaje avanzadas.
Nos gustó el funcionamiento del diferencial electrónico XDS, precisamente porque no advertimos cuando actúa. Al salir de una curva lenta y acelerar a fondo, se aprecia una aceleración lineal sin pérdidas de tracción.
De los coches que nos acompañaban en la prueba, el más similar (por peso y potencia) era un Mini Cooper S Clubman. Yendo detrás de este coche, pudimos comprobar que a pesar de contar con más potencia (34 CV más), a la salida de las curvas no se alejaba de nosotros.
La explicación más plausible es que nuestro SEAT Ibiza traccionaba mejor gracias al diferencial XDS. La diferencia nos obligó a pedir paso al Mini al llegar a la Rampa Pegaso, tras la curva cinco.
Sin tacha para los frenos: aguantaron varias tandas de 6 vueltas sin mostrar síntomas de fatiga, dejando que refrigerasen (a petición de Suria) desde la penúltima curva a la llegada a boxes.
Este comportamiento tiene más mérito si tenemos en cuenta que durante el recorrido se realizaban varias frenadas fuertes, sobre todo a final de recta, donde se llegaba a unos 180 km/h.
Sin embargo, no me gustaron tanto un par de detalles del interior del coche. Por un lado, las levas situadas tras el volante son demasiado pequeñas para poder accionarlas mientras se gira el aro para tomar un giro cerrado.
Por otro, el selector de cambio requiere necesariamente pulsar un liberador para mover la palanca, y aunque supongo que la costumbre mitigará la molestia, resulta incómodo para maniobras de aparcamiento, o para alternar entre los modos D y S en marcha.
Siguiendo con el habitáculo, me sorprendió la sujección lateral de los asientos delanteros (no así la banqueta trasera, sin ningún tipo de relieve que impida el movimiento) porque dan un buen resultado sin dificultar la entrada al habitáculo, como ocurre en un Audi S3, por ejemplo.
De esta experiencia en circuito saqué una conclusión anexa a la prueba del coche. Me quedó claro que las situaciones en las que se compromete la estabilidad del vehículo forman parte de la conducción y en algún momento podemos tener que enfrentarnos a ellas.
Sin embargo, en las autoescuelas nadie nos enseña a controlarlas, y aunque la siniestralidad es el cúmulo de muchos factores, sin duda conductores responsables y formados aportarían su grano de arena.
Por último os diré que la prueba del SEAT Ibiza FR formaba parte del curso de conducción de Drivex. Además fuimos obsequiados con un navegador GPS.
En Motorpasión | Seat Ibiza FR 2010, SEAT Ibiza FR 2.0 TDI, el retorno del “tedeís”