El Toyota Yaris GRMN es el primero de una serie de futuros modelos desarrollados por Gazoo Racing, el brazo de Toyota en competición. Y la carta de presentación de este Yaris no podía ser más apetecible. Motor de 212 CV (cortesía de Lotus), diferencial autoblocante Torsen, cambio manual y un chasis mucho más trabajado de lo que te imaginas nos ponen los dientes largos en cuanto a su conducción.
Pudimos probarlo en tanto en circuito como en carretera. Y este Yaris GRMN nos devolvió a la era de los coches de homologación de rallys. Ya no solo por concepto, sino también por su conducción analógica. Quién me lo iba a decir, Toyota produciendo un auténtico coche para los amantes de la conducción.
Toyota es conocida en los últimos años sobre todo por sus modelos híbridos (en 2017 más de la mitad de sus ventas en Europa se realizaron con coches híbridos). Por otra parte, es una marca que multiplica su presencia en lo más alto de la competición (campeonato WRC, 24 horas de Le Mans). Así, se hacía evidente la necesidad de ofrecer un producto que reflejase ese compromiso con el automovilismo y que le ayudase a quitarse esa imagen de fabricante de electrodomésticos que tiene entre los petrolheads. Debe demostrar que sabe y puede hacer coches pasionales, como hacía antaño.
En teoría para cumplir ese papel de coche pasional en la gama está el Toyota GT86, pero a pesar de sus enormes y numerosas cualidades lo que le ha fallado ha sido la estrategia de marketing. Venderlo como un heredero del AE86 del anime 'Inidtial D' ha creado expectativas en muchos clientes que luego no se correspondían con la realidad.
Así, tres ese primer intento, Toyota debe lanzar su sello deportivo Gazoo Racing (GR) para rivalizar con los GTI, Cupra y productos de Ford Performance, entre otros. Y el primer modelo en hacerlo es el pequeño Toyota Yaris GRMN. Lo de GRMN es un poco rebuscado, ciertamente, pero despejemos de entrada la duda de us significado: “Gazoo Racing Masters of Nürburgring”. Gazoo Racing siendo el actual departamento de competición de Toyota.
Un guiño a los coches de homologación
La idea de empezar con el Yaris es evidente: conectar el mundial de rallys en el que Toyota compite con un Yaris WRC con la calle. Incluso la decoración del Yaris GRMN está hecha para recordar los rallys. De cierto modo, es volver a la época de los coches de homologación. Algo que muchos fans con poder adquisitivo suficiente para este tipo de coches echan en falta en la gama actual de Toyota (y de casi cualquier fabricante que compita en rallys).
¿Qué son los coches de homologación? Antiguamente, los coches de rally debían tener una versión de calle con un mínimo de unidades fabricadas -los famosos coches de homologación u “homologation specials”-. Esa norma dio lugar a modelos emblemáticos como los Peugeot 205 Turbo 16, Audi Quattro y, a medida que la cantidad de unidades fabricadas obligatorias fue creciendo, a los Subaru Impreza STI, Mitsubishi Lancer EVO o Lancia Delta HF Integrale.
Actualmente, esa necesidad de homologación todavía existe, pero únicamente a efectos de plataforma, es decir, la producción de los modelos de serie del Toyota Yaris ya sirve para homologar su versión WRC. Obviamente, más allá del monocasco básico, nada tiene que ver un Yaris WRC con un Yaris Hybrid.
Volviendo al Yaris GRMN. No solamente este primer modelo de GR vuelve de cierto modo a la época de los coches de homologación (es una serie limitada de 600 unidades: 400 para Europa y 200 para Japón), sino que también lo hace con un estilo old school, rompiendo con la tendencia actual. Aunque, esto se deba sobre todo a una necesidad para reducir los costes más que a una voluntad deliberada. Simplemente, es una bonita coincidencia.
Un motor Toyota-Lotus que define todo su carácter
Todo el carácter del Yaris GRMN y la manera de conducirlo para sacarle el máximo provecho provienen de su motor, el bloque 2ZR-FE. Se trata de un 4 cilindros de 1.8 litros 16 válvulas sobrealimentado por compresor volumétrico. Es un motor único en este segmento donde abundan los motores turbo. Su respuesta al acelerador es muy superior a la de sus rivales, es casi como la de un atmosférico. De hecho, este Yaris se conduce como un atmosférico. Su potencia máxima es de 212 CV DIN (o 165 kW siguiendo la ficha técnica oficial).
¿De dónde sale ese motor? Por razones de costes, Toyota no podía desarrollar un motor expresamente para una tirada de 600 unidades y tampoco tenía un motor en su gama que pudiese usar. El del GT86 es cercano por potencia, pero entre que es un bóxer Subaru y que no cabe en el Yaris, quedó descartado. Y es cuando recordaron que suministran el 1.8 litros 16 válvulas 2ZR-FE del Toyota Corolla y Avensis a Lotus.
Los ingleses, tras sobrealimentar el motor con un compresor volumétrico con admisión refrigerada e instalar su propia gestión electrónica, lo equipan en el Lotus Elise. El vano motor del Elise es también muy pequeño por lo que el packaging de ese bloque cabría en el Yaris. Y así fue. Con pocos cambios, el Yaris GRMN termina saliendo al mercado con el motor del Lotus Elise. Además, el Yaris GRMN pesa tan sólo 1.153 kg.
Vale, no es un Lotus Elise, pero sí es un peso pluma comparado con el resto de sus rivales. En cuanto al escape central, es específico y su sonoridad es real, sin artilugios de simulación. La contrapartida es un silencioso cuadrado que sobre sale por debajo del parachoques trasero de forma poco agraciada.
En cuanto al chasis y otros elementos claves del coche, comentar que equipa un diferencial de deslizamiento limitado de tipo Torsen y que el chasis cuenta con refuerzos estructurales (barras delanteras de torretas inferior y superior, así como una sección en X en la parte trasera).
Al volante del Yaris GRMN
Pudimos probar el coche en circuito, pero equipado de semi slicks Bridgestone Potenza R11S, y en carretera con los Bridgestone Potenza RE050A de 17 pulgadas que equipa de serie. Y en ambos caso se confirmó la idea: es un auténtico juguete.
El sonido ronco del escape y las suspensiones algo firmes -pero nunca incómodas- te ponen en situación. El motor es una pequeña maravilla en un mundo lleno de turbos. Es una delicia poder subirlo de vueltas. Y es algo que no solamente te pide el motor, sino que es la mejor manera de sacarle partido al coche.
Para llevarlo rápido, hay que conducirlo como un atmosférico, que sube a casi 7.000 vueltas y cuyo carácter explosivo no llega hasta pasadas las 4.000 vueltas. Y es entre 5.000 y 7.000 rpm que el motor da lo mejor de sí. Aunque tiene algo más de par motor en la zona media que un atmosférico, la entrega de potencia y par del compresor es linear.
Por suerte, el cambio manual de 6 relaciones es preciso en su manejo y te otorga cambios rápidos. En este aspecto la limitación viene de la posición de los pedales, la cual no es la más idónea para efectuar la maniobra del tacón-punta (cambiar la posición de los pedales habría supuesto la obligación de un nuevo crash-test; demasiado caro para tan pocas unidades).
La dirección es directa y bastante comunicativa, a pesar de una asistencia eléctrica, mientras que los frenos (con pinzas de 4 pistones delante y discos ventilados y ranurados) son potentes y ofrecen un excelente mordiente- Eso era fácil de conseguir, pero donde la puesta a punto dio sus frutos es en la modularidad. Puedes frenar de forma regresiva y modular la fuerza exactamente como quieras.
Es muy fácil posicionar el coche entrando en la curva sobre los frenos si lo deseas, el tren trasero -sin ser juguetón como el de un Peugeot 208 GTI- acompaña el movimiento. Y del mismo modo puedes acelerar pronto en la curva, el diferencial Torsen y los Bridgestone se encargan de aportar tracción al mismo tiempo que el diferencial hace que la trayectoria vaya más al interior de la curva.
El equilibrio del Yaris GRMN es también una de sus bazas. Tiene un comportamiento muy noble y apenas notarás fenómenos parásitos de par en la dirección. Puedes llevarlo a un ritmo muy elevado por tramos revirados, con el motor por encima de 4.000 vueltas, sin remordimientos.
En circuito, es de una facilidad soberbia. Y eso no significa que sea aburrido, sino que de forma instintiva puedes pasártelo bien a su volante. No tienes que luchar con inercias, con una dirección pesada o adivinar qué hacen las ruedas delanteras: el Yaris GRMN te lo dice todo, tienes sensaciones y sientes que formas parte del coche. Y eso, en algo que no sea un deportivo radical, hoy en día es algo muy exclusivo. Es algo así como un coche analógico en un mundo digital.
Frente a un Ford Fiesta ST, una de nuestras referencias en este segmento (a la espera de probar la nueva versión de 3 cilindros), el Yaris GRMN no es tan eficaz como el Ford (la dirección tiene un poco de pereza en el inicio de una curva), pero sí es más divertido.
También es verdad que frente al Fiesta ST, el Yaris GRMN tiene un sólo objetivo: la diversión al volante, siendo la polivalencia de uso un añadido. Y es que más que las prestaciones puras y duras (0 a 100 km/h es de 6,4s), en Gazoo Racing han buscado que el conductor tuviese sensaciones. Y realmente lo han conseguido.
¿Y cuánto va a costar este pequeño juguete? Pues te dará un poco igual porque las 400 unidades están ya reservadas. Aún así, si uno de los cinco afortunados que han reservado uno en España cambiase de opinión, te costaría 29.900 euros. Es mucho más caro que un Ford Fiesta ST, pero se sitúa en la horquilla de los MINI Cooper S y John Cooper Works. Y aunque el Yaris GRMN no sea tan premium como el MINI, es mucho más exclusivo y divertido.
Nuestra opinión
El Toyota Yaris GRMN es un auténtico carácter deportivo, que apuesta por las sensaciones y el placer de conducción, más que por las prestaciones puras. Es realmente gratificante y divertido de conducir. Y es algo que se echa de menos en este segmento.
Por supuesto, no es perfecto (posición de conducción, precio). Como precursor de los futuros modelos que pasen por las manos de Gazoo Racing, este Yaris es la promesa de modelos muy excitantes para el futuro. Eso sí, esperemos que su precio sea más acorde a su segmento y que no sean solo series limitadas.